La paz también exige justicia económica, asegura Benedicto XVI

Propone una economía que responda al bien común de dimensiones planetarias

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 11 diciembre 2007 (ZENIT.org).- La paz también exige justicia económica, asegura Benedicto XVI en el mensaje que ha enviado con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2008.

«Se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar –fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos– se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro», asegura.

Comentando el tema escogido para la Jornada próxima, «Familia humana, comunidad de paz», el obispo de Roma considera que «para la paz familiar se necesita, por una parte, la apertura a un patrimonio trascendente de valores, pero al mismo tiempo no deja de tener su importancia un sabio cuidado tanto de los bienes materiales como de las relaciones personales».

«Cuando falta este elemento se deteriora la confianza mutua por las perspectivas inciertas que amenazan el futuro del núcleo familiar», constata.

Estas consideraciones el pontífice las aplica también al escenario internacional.

«También la familia humana, hoy más unida por el fenómeno de la globalización, necesita además un fundamento de valores compartidos, una economía que responda realmente a las exigencias de un bien común de dimensiones planetarias», indica.

«Desde este punto de vista, la referencia a la familia natural se revela también singularmente sugestiva. Hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia», afirma.

Por este motivo, pide, «es preciso comprometerse en emplear acertadamente los recursos y en distribuir la riqueza con equidad».

En particular, indica, «las ayudas que se dan a los países pobres han de responder a criterios de una sana lógica económica, evitando derroches que, en definitiva, sirven sobre todo para el mantenimiento de un costoso aparato burocrático».

«Se ha de tener también debidamente en cuenta la exigencia moral de procurar que la organización económica no responda sólo a las leyes implacables de los beneficios inmediatos, que pueden resultar inhumanas», concluye el Papa en su pasaje dedicado a «Familia, comunidad humana y economía».

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ZENIT Staff

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