La píldora del día después, dañina y poco eficaz

El doctor Renzo Puccetti analiza un estudio presentado al congreso nacional de ginecólogos

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ROMA, viernes 9 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Las palabras con que el Papa Benedicto XVI se dirigió a los participantes en el congreso internacional dedicado a los 40 años de la encíclica de Pablo, Humanae Vitae, han suscitado numerosas reacciones.

El Santo Padre, afirmando la postura de la Iglesia sobre el bien constituido por el amor esponsal, un bien que hay que promover protegiéndolo de la cultura contraceptiva tan presente en el proceso de reducción del mismo a pura satisfacción, había alentado a la investigación en el campo de los métodos naturales de control de la fertilidad, respetuosos de las auténticas dimensiones constitutivas de la unión esponsal, la unitiva y la procreativa.

Los líderes de la Sociedad Italiana de Ginecología y Obstetricia (SIGO) reunidos en Turín para su congreso nacional, han respondido indirectamente al Papa, sosteniendo que existe la posibilidad de recurrir a los métodos naturales, pero que los métodos contraceptivos son más eficaces.

Para profundizar en el tema, ZENIT ha entrevistado al doctor Renzo Puccetti, miembro del grupo de trabajo de la European Medical Association, autor del libro “El hombre no deseado. De la píldora de Pincus a la RU 486”, que, junto con otros especialistas, ha presentado al congreso ginecológico de Turín un estudio sobre la píldora del día después.

¿Cuáles son los principales resultados de su estudio?

Puccetti: Hemos realizado un modelo interpretativo capaz de explicar lo que sabemos desde hace tiempo, o sea, que los resultados esperados de la difusión de la conocida como píldora del día después han fracasado en conjunto a la hora de reducir, a nivel de población, los embarazos no deseados y los abortos. Hemos mostrado mediante análisis cuantitativos que queriendo negar el posible impedimento de la implantación del embrión que lleva a cabo este medicamento, se debe admitir una eficacia real significativamente inferior a lo que comunmente se cree.

Según nuestros cálculos además, la dilación a la hora de tomar el fármaco tiene en conjunto un impacto escasísimo, numerosos estudios no han evidenciado correlación alguna entre eficiacia y asunción. La supuesta urgencia prescriptiva es por tanto, en la práctica, una instancia fundada en datos en conjunto de escasa relevancia. No cabe esperar ningún incremento significativo de eficacia de la venta del fármaco como producto libre, como tampoco se ha demostrado mejora alguna en la distribución a las mujeres para usarse en caso de emergencia.

La asociación de los ginecólogos itañianos ha puesto en marcha desde hace algunos meses una campaña de sensibilización en el uso de contraceptivos, dirigido en particular a los jóvenes, afirmando que ésta es la mejor manera de prevenir los embarazos no deseados y el aborto. ¿Usted está de acuerdo?

Puccetti: Afortunadamente, no todos los ginecólogos piensan así. Con todo, es verdad que le trata de un reflejo de una postura difundida que se puede resumir en el eslógan: más contracepción, menos abortos. Los hechos demuestran que se trata de un eslógan falso. Tras más de 40 años de la introducción de la píldora anticonceptiva, el número de abortos ha crecido de forma espectacular, a menudo en mayor medida precisamente en los países donde más se ha difundido la cultura contraceptiva. Está a punto de publicarse un estudio nuestro en el que, con números en la mano, se muestra de forma muy sólida el fracaso de la estrategia contraceptiva. Se trata de una realidad que, aunque tímidamente, también en el mundo científico está tomando conciencia lentamente, como atestigua la creciente aparición de estudios que lo apoyan. La afirmación de que es necesario acudir a la contracepción para reducir los embarazos no deseados y los abortos refleja como mínimo un escaso conocimiento de los datos de la literatura médica, aunque es posible que sea expresión de un cierto oscurantismo ideológico.

¿Por qué según usted existen estas resistencias?

Puccetti: No quiero pensar en intereses de tipo económico. Pienso que más bien muchos cometen un grave error de concepción.

¿Cuál?

Puccetti: El de reducir al ser humano a su sola dimensión biológica, aceptando así la idea de que la sexualidad humana se identifica con la única dimensión genital. Esta postura ha alimentado una fracasada carrera tecnológica dirigida a asegurar la posibilidad de un sexo libre, olvidando que la libertad es verdadera cuando se desarrolla su dimensión de la rsponsabilidad.

¿Por qué fracasada?

Puccetti: Porque son las personas, las primeras las mujeres, que se rebelan contra esta perspectiva. Se ha probado todo, la búsqueda de productos teóricamente más tolerados, más fáciles de tomar y suministrar no ha surtido ningún efecto. Las mujeres se resisten a someterse por mucho tiempo a la dictadura farmacológica tendente a atrofiar su potencial fertilidad. Lo confirman dos vastos estudios apenas publicados. Después de sólo tres meses, casi la mitad de las mujeres no renueva la prescripción contraceptiva, en un año el porcentaje desciende al 15%. No tienen efecto las formulaciones hormonales teóricamente mejor toleradas.

Un gran porcentaje de abortos se verifica en mujeres qu duante el mes de la concepción estaban haciendo uso de la contracepción. Cando la contracepción se suspende o se cambia el método contraceptivo, las personas no cambian sus hábitos sexuales, plasmadas en el comportamiento contraceptivo asumido en precedencia. Estos son algunso de los factores que contribuyen a hacer inapropiada la opción de regular la naturaleza. Al contrario, creo que hay grandes posibilidades si se decide invertir recursos financieron e intelectuales en el campo de regularse con la naturaleza.

Para concluir, ¿qué sugiere?

Puccetti: Es necesario dejar de proceder de forma ideológica, debe haber una apertura a la realidad, comprenderla, no dejarse tentar por atajos que traen sólo problemas, pasar, como dice el profesor Noia, “de la información al conocimiento”.

El nobel de medicina Alexis Carrel una vez afirmó que “mucho razonamiento y poca observación conducen al error, poco razonamiento y mucha observación llevan en cambio a la verdad”. Le dejo imaginar cual puede ser el resultado si se observa poco y se razona mal.

[Por Antonio Gaspari, traducción de Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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