La quema del Corán en Estados Unidos enfurece a Afganistán

Una ola de violencia sacude el país

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ROMA, lunes 4 de abril de 2011 (ZENIT.org).- La «tormenta perfecta», provocada por los pastores evangélicos estadounidenses Terry Jones y Wayne Sapp, que después de un breve «juicio» quemaron en público, el pasado 20 de marzo, un ejemplar del Corán en Gainesville, en Florida, continúa cosechando víctimas.

El epicentro de la ira musulmana ha sido este fin de semana Afganistán, donde una ola de manifestaciones y protestas por parte de los grupos musulmanes locales concluyó con un terrible resultado: una veintena de muertos, entre los que destacar 7 extranjeros que trabajaban para Naciones Unidas, y decenas de heridos.

La violencia explotó el pasado viernes 1 de abril en la provincia septentrional de Balkh, cuando, en la ciudad de Mazar-i-Sharif – considerada relativamente tranquila –, un multitud enfurecida asaltó la sede de Naciones Unidas después de la oración en el famoso santuario de la Mezquita Azul (el nombre de la ciudad significa “Noble Santuario”).

Después de haber atacado y desarmado a los guardias de seguridad, que habían recibido la orden de no atacar, los manifestantes destruyeron las oficinas y comenzaron a cazar a los empleados presentes en el edificio. Algunos de ellos, que intentaron refugiarse en un bunker, fueron asesinados igualmente. Se trata de tres empleados europeos de la ONU, entre los cuales una mujer, la noruega Siri Skare. Los otros dos europeos son Joakim Dungel y Filaret Motco, de nacionalidades sueca y rumana respectivamente. Al menos 4 manifestantes fueron asesinados durante el asalto así como 4 guardias de seguridad nepaleses (ex Ghurka) de la ONU.

La Misión de las Naciones Unidas de Asistencia a Afganistán (UNAMA en el acrónimo inglés) está presente en el país centro-asiático desde el 2002 y está dirigida actualmente por el diplomático sueco Staffan de Mistura, nombrado enviado especial por el secretario general Ban Ki-moon en enero de 2010. La misión está dividida en 8 oficinas regionales y 15 oficinas provinciales, y emplea a 1500 personas, casi el 80% de ellas son afganas. El ataque de este viernes fue el más sanguinario realizado contra la ONU en este país.

El pasado sábado, 2 de abril, se realizó una manifestación en la ciudad meridional de Kandahar. Según el New York Times, miles de manifestantes, entre los que había personas armadas que se habían infiltrado en la marcha, incendiaron en primer lugar, una escuela de secundaria para chicas subvencionada por los Estados Unidos – la Zarghona Ana High School for Girls –, quemaron después coches y un autobús; cuando intentaron acercarse a las oficinas locales de las Naciones Unidas, intervinieron las fuerzas del orden afganas, abriendo fuego. Aunque el jefe de la policía provincial, Khan Mohammad Mojayed, negó que sus hombres disparasen directamente a los manifestantes, también en Kandahar hablamos de un resultado terrible: al menos 9 muertos y más de 90 heridos.

Mientras tanto, se desarrollaron manifestaciones más pacíficas, el domingo 3 de abril, en Jalalabad y en días pasados en la capital Kabul, en la ciudad occidental de Herat y en la provincia septentrional de Takhar. Más allá de la rabia de los musulmanes por la quema del Corán, otros tres elementos han alimentado las protestas según el Washington Post (2 de abril): la frustración de la población por la presencia, de hace ya una década, de tropas estadounidenses en suelo afgano, y las predicaciones realizadas por los imanes y talibanes. Estos últimos han tenido un papel “sucio” en la degeneración de las manifestaciones, según el mencionado periódico.

Según un portavoz del Gobierno de la provincia de Balkh, Sher Jan Durani, entre los veinte manifestantes arrestados, después de los desórdenes en la ciudad de Mazar-i Sharif, había varias personas armadas. El supuesto cerebro que hay detrás de la violencia – así especificó el número dos de la policía de la provincia, Rawof Taj – es natural de la provincia de Kapisa, un bastión de la insurgencia. Y en Kandahar, algunos manifestantes llevaban banderas blancas, color del movimiento talibán, como refirió el Washington Post. Por su parte, el movimiento fundamentalista ha negado su participación. “Los talibanes no tienen nada que ver con esto, ha sido sólo un acto de musulmanes responsables”, declaró un portavoz del mismo, Zabiullah Mujahid, durante una conversación telefónica con la agencia Reuters (2 de abril). “Los extranjeros han hecho caer la ira de los afganos sobre sí mismos con la quema del Corán”, afirmó.

También el director de la misión ONU en Afganistán ha acusado al movimiento de los talibanes o grupos de insurgentes afiliados a los llamados “estudiantes”. Pero la misión de la ONU no terminará. “Estoy profundamente entristecido e incluso sorprendido por lo que vi, pero nosotros continuaremos con nuestro trabajo” dijo de Mistura (WP, idem). No nos dejaremos desanimar, añadió diplomático sueco, que ha anunciado, de todas maneras, el “traslado temporal” a Kabul de los once funcionarios ONU que todavía están en Mazar-i-Sharif. Desde Nairobi, en Kenya, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha definido el ataque como “indignante y cobarde”.

Por su parte, el Presidente americano Barack Obama expresó sus condolencias a las familias de las víctimas del asalto y definió la reciente quema del Corán como “un acto de intolerancia extrema y de fanatismo”. Al mismo tiempo, se puede leer en un comunicado de la Casa Blanca, el gesto de Jones y Sapp no justifica el asesinato de personas inocentes, que “es repugnante y una afrenta a la decencia y a la dignidad humana” (The Associated Press, 2 abril).

Sin embargo Terry Jones no se ha mostrado arrepentido. Incluso el “fogoso” pastor del Dove World Outreach Center – un pequeña iglesia evangélica fundada en 1986- ha aumentado la dosis. “Debemos considerar a estos países y a esta gente responsables por todo lo que han hecho y de cualquier pretexto que han usado para promover sus actividades terroristas. Es el momento de responsabilizar al Islam”, dijo (The Daily Mail, 2 abril). “El Islam no es una religión de paz”, continuó, invitando al Gobierno estadounidense y a las Naciones Unidas a tomar medidas contra los que difunden el odio contra los cristianos y las minorías.

En cualquier caso, para la BBC, que el viernes publicó un perfil de Jones, el pastor ya era una persona problemática antes de su controvertido proyecto del “Burn a Koran Day». Antes de asumir la dirección del Dove World Outreach Center, Jones había fundado en Colonia (Alemania), una iglesia evangélica – la «Christliche Gemeinde Köln» -, que dejó por divergencias en 2008. Un tribunal administrativo de Colonia falló en contra de Jones en 2002 por el uso indebido del título de “doctor”. El pastor fue acusado también por su propia hija, Emma Jones, y por un ex miembro de su iglesia por abusos financieros. El pastor tuvo, también, problemas con las autoridades fiscales de Florida por violar el estatus de exención fiscal que tiene su iglesia.

Para la misión de la ONU y para las fuerzas internacionales presentes en Afganistán, la nueva violencia es fuente de preocupaciones. Mientras que el traslado de la responsabilidad de la seguridad a los afganos debería concluir antes del 2014, hace poco más de una semana el Presidente Hamid Karzai anunció que seguramente la ciudad de Mazar-i-Sharif será una delas primeras áreas en volver bajo control afgano. El traspaso de las consignas debería ocurrir el próximo 1 de julio, como recordó la Agencia France-Presse (3 abril).

Por Paul de Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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