'La radio dijo que el papa rezaba por los secuestrados y esto nos dio mucha esperanza'

Colombianos 14 años prisioneros de las FARC encuentran a Benedicto XVI y narran la tragedia

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Por H. Sergio Mora

ROMA, jueves 7 junio 2012 (ZENIT.org).-Benedicto XVI saludó ayer miércoles después de la audiencia general en el Vaticano a seis uniformados colombianos que estuvieron hasta 14 años prisioneros en la jungla por el grupo armado terrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los uniformados que están en Roma son el general de la Policía Luis Ernesto Mendieta, y los suboficiales de la policía José Libardo Forero y Jorge Trujillo Solarte; y los suboficiales del Ejército, Luis Alfredo Moreno, Luis Arturo Arcia, Luis Alfonso Beltrán y Robinson Salcedo.

Poco después en la embajada de Colombia ante la Santa Sede, tomaron contacto con los medios de información y narraron la experiencia vivida que exponemos a continuación y que si no fuera al límite de la pesadilla serviría para escribir una novela: enjaulados, con cadenas al cuello que les trasformaban en pararayos humanos, hambre y humillaciones. La amistad con los guerrilleros terminaba cuando al rebelde le llegaba la orden de matarlos. La lectura de la biblia y la fe en Jesús y María, y saber que el papa rezaba por ellos eran un motivo de fe y esperanza. Supieron que las FARC cobraban un porcentaje sobre la droga y que a veces la transportaban aunque ellos no estaban directamente involucrados como otros que venían usados como esclavos.

El embajador colombiano ante la Santa Sede, Cesar Mauricio Velásquez, que gestionó el encuentro, indicó que “el grupo de uniformados que saludó al papa Benedicto XVI, en los largos años de secuestros vivieron días de luces y obscuridad pero lograron mantener la vitur de la fe y la esperanza. Y hoy quieren decirle al mundo que quieren vivir la experiencia del perdón como acto liberador”.

Velásquez, un embajador notablemente más joven de todos los acreditados ante la Santa Sede enfatizó que “no se puede pretender realizar acuerdos de paz cuando en los corazones hay odio y rencor” y como “todos los que están aquí han avanzado en el camino del perdón desde donde quieren reconstruir sus vidas y se lo han expresado a Benedicto XVI”. “Lanzamos un grito de esperanza por todas las personas secuestradas, no más secuestros”, concluyó Velásquez.

El encuentro con la prensa fue organizado por Prestomedia y la italiana Mediatrends, observatorios independientes de la política latinoamericana, y la española Fundación Promoción Social de la Cultura.

Los dos policías y cuatro militares, a medida que se presentaron, contaron la experiencia vivida que presentamos a continuación. Y le agradecieron al embajador colombiano la posibilidad que tuvieron de encontrar al santo padre.

José Libardo Forero de la policía, secuestrado en 1999 en Puerto Rico Meta y liberado en el 2012 fue el primero que inició a hablar. Contó del asaltado de la guerrilla a su cuartel, de la resistencia de dos días y que al quedarse sin municiones fueron capturados y llevados enjaulados durante un tiempo. Algunos se escaparon y otros fueron asesinados. En total sufrieron unos 14 años de cautiverio. “Ahora estamos en un proceso para readaptarnos a la vida civil y normal” indicó “y para ello se sigue un protocolo, aunque no es fácil”.

“Yo estudiaba mucho la biblia mi compañero también, confiábamos que íbamos a encontrar a nuestras familias. Cuando estábamos secuestrados a veces oíamos por la radio Caracol que el papa rezaba por nosotros y esto nos daba mucho ánimo, gracias a esto nunca perdimos la esperanza”.

A ZENIT le indicó otro particular: que “los guerrilleros se profesaban abiertamente ateos, pues eran adoctrinados por sus jefes aunque se veía que muchos de ellos en el fondo creían en Dios”.

“Estabamos encadenados en parejas y por el cuello. Uno rayo nos cayó junto a mi compañero Moreno. Yo estuve medio paralizado por varios días, pues al estar atados a tierra nos transformábamos en pararayos humanos”. En el 2001, añadió, “nos escapamos y un estuvimos un mes en la selva pero al encontrar a campesinos y pedirles ayuda fuimos entregados nuevamente a las FARC”. Además del hambre sufrían también las enfermedades: “Si pedíamos una aspirina decían que no había, pero si el jefe pedía cadenas y candados al día siguiente los habían conseguido”.

El otro policía que estuvo preso, Jorge Trujillo Solarte, añadió otros particulares. “Sufrimos muchas humillaciones y ultrajes, nos pisotearon muchas veces, tanta hambre y enfermedades, paludismo, etc. Yo perdí mi hogar y el amor de mi hija y eso te hace casi perder la estabilidad emocional. El secuestro un crimen atroz y abominable”. Y concluyó “Le agradezco a Jesús, y a Colombia y a nuestra familia por el apoyo que nos dio, así como el sostén de varios países”.

El sargento Luis Moreno subrayó que “en algunos momentos se apagaba mi esperanza, pero el amo por mi familia y la gente, así como y la voz de ánimo que escuchábamos nos ayudaba”. Y recordó que “cuando estaba secuestrado un sueño mío era ‘voy a conocer al papa’, hoy pude cumplir mi anhelo”.

Luis Arturo Arcía, suboficial del Ejército indicó: “Estuve 14 años alejado de mi familia e institución, pero nunca perdí la fe que algún día iba a salir. En el combate fueron asesinados 83 soldados. Los dos sobrevivimos. Fueron 43 los secuestrados y 17 los desaparecidos.

Luis Alfonso Beltrán, suboficial del Ejercito, retenido en 1998, recordó que el mundo que encontraron al regresar era muy diverso, los niños ya adultos e incluso a su vez con hijos.

Sufrieron también el fuego amigo: “En dos ocasiones fuimos bombardeados –indicó el suboficial ejercito Robinson Salcedo– y el Ejército llegó a 500 metros de nosotros para liberarnos, fue el día de las presidenciales. Quiero agradecerle a Nuestro Señor que nos tiene un camino marcado. Solamente Él sabe porqué ocurrió todo esto”.

Y le indicó a los periodistas presentes “que aquí desconocen la guerrilla colombiana. Ellos venden una imagen distinta de lo que son. Me gustaría que vieran la cantidad de militares mutilados que hay”. Y se mostró desconcertado cuando supo “que algunos gobiernos como el de Suecia los acogen como refugiados”. “No son buena gente, ellos asesinaron a nuestro compañero Peña, que estaba enfermo y no quisieron entregar el cadáver y también a ancianos” aseveró.

En las preguntas y respuestas indicaron que las FARC al inicio estaban muy seguras de lo que hacían. Ahora en cambio “muchos se han volado, el Ejército los está atacando duro y están disminuyendo aunque siguen luchando pero ya no en combate directo sino más bien atacando a las patrullas con minas a distancia”.

Sobre las mujeres secuestradas, indicaron que no eran violadas y existía un cierto respeto sobre sexualidad, aunque supieron de abortos y que tres prisioneras estaban embarazadas e incluso ver a una criatura recién nacida. Las mujeres políticas sufrían un tratamiento menos duro, por ejemplo no estaban encadenadas. Las guerrilleras en cambio tenían un tratamiento similar al de los hombres, “y para ellas no existe la palabra amor o sentimiento”.

Sobre la relación con los narcotraficantes indicaron haberles escuchado que cobraban un porcentaje e incluso se enteraron de un cargamento de una tonelada de droga que salió hacia Brasil. Aunque ellos no eran obligados a trabajar como se sabe le sucedía a otros retenidos.

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ZENIT Staff

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