La reconciliación entre cubanos: el precio del martirio

El cardenal de La Habana en un Foro en Harvard

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Por Araceli Cantero Guibert

MIAMI, jueves 26 abril 2012 (ZENIT.org).- El cardenal arzobispo de la Habana Jaime Ortega Alamino ha afirmado que llevar adelante un proceso de reconciliación entre los cubanos es algo que les está exigiendo a algunos grupos y a la misma Iglesia correr riesgos personales y críticas de distinto tipo.

Durante el foro «Iglesia y Comunidad: el papel de la Iglesia Católica en Cuba”, en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, el cardenal habló de la necesidad de reconciliación entre los cubanos, se refirió a la reciente reunión «Un diálogo entre cubanos», celebrada en la Habana del 19 al 21 de abril, y elogió el papel que algunos grupos de la diáspora desempeñan en la búsqueda de un diálogo constructivo.

Entre los participantes había personas de instituciones cubanas y exiliados del mundo académico y de la economía que perdieron grandes riquezas en Cuba, y según dijo el cardenal hablaron de una manera reconciliada.

“No voy a atacar a quienes piensan de otra manera, pero pienso que es un buen papel que se puede jugar y algunos lo están haciendo y corriendo muchos riesgos personales”, señaló.

El cardenal Ortega reconoció: «De esto nosotros sabemos. La Iglesia en Cuba, –mi persona– es atacada de todos los modos posibles, pero creo sería un bien que pudiera lograrse un proceso de reconciliación entre cubanos”, aunque reconoció las dificultades que enfrenta el tema en algunos ambientes.

Se refirió a su primer viaje a Miami como cardenal, en 1995, cuando “nuestro querido amigo, desaparecido ya en estos días a quien yo quería también, el obispo Agustín Román, me llamó aparte y me dijo ‘en tus discursos y homilías tú hablas mucho de reconciliación. No menciones esa palabra en Miami’”.

<p>El cardenal Ortega comentó que le costó quitarla. “Él conocía el terreno mejor que yo. Es una pena que un obispo, que nosotros, tengamos que callar esa palabra que es nuestra, propia del cristianismo”.

El cardenal planteó abiertamente el dilema: «¿Qué hay que hacer? ¿Callarla siempre? ¿Esperar a que vengan tiempos mejores?, o propiciar mejores tiempos para que se comprenda que tenemos que ser un pueblo reconciliado”.

Esta tarea, dijo “quizás lleve un tiempo y quizás exija el martirio al cual los cristianos estamos llamados, porque no hay resurrección sin cruz”. Por su parte dijo haber aceptado “que con eso tengo que cargar para llevar adelante esta reconciliación entre cubanos”.

En el foro, organizado por en el Institute of Politics de la Universidad también participaron el cardenal Sean Patrick O’Malley, arzobispo de Boston; Jorge Domínguez, vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad; y la catedrática Mary Jo Bane.

El cardenal Ortega hizo una breve presentación sobre la situación de la Iglesia hoy en la que habló de la reciente visita de Benedicto XVI a la Isla y de su mensaje. Refirió cómo se había preparado la visita con la peregrinación de una imagen de la Virgen de la Caridad a lo largo de 30.000 kilómetrospor campos, ciudades y nuevos asentamientos, con la participación de miles de personas.

“Hemos constatado que la fe está presente en un porcentaje muy alto”, comentó.

El cardenal Ortega recordó que la visita de Juan Pablo II en 1998 inició una nueva etapa para la Iglesia en las relaciones con el Estado y en sus manifestaciones públicas de la fe, la creación de publicaciones, centros de educación complementaria, actividad de Caritas y reflejo del hecho religioso en los medios estatales.

Las preguntas de la audiencia dieron lugar para hablar del duro proceso sufrido por la Iglesia en Cuba. El cardenal Ortega dijo que ha habido para la Iglesia cubana un juicio muy crítico por su actuación en los inicios de la revolución. Se le pedía a la Iglesia jugar un papel que no podía jugar ya que ella misma era oprimida y aplastada, dijo. Recordó los inicios de la Teología de la Liberación “que no podíamos tomar como nuestra”. Y recordó palabras de un cardenal en Europa que llegó a decir que “la Iglesia cubana no tiene más que lo que se merece por no haberse puesto del lado de los pobres”.

En estas circunstancias, recordó, la Iglesia en Cuba se vio únicamente ayudada y comprendida por la Iglesia alemana y la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, que se acercó no sólo en lo económico. La visita del cardenal John O’Connor de Nueva York a Cuba en 1988, y su encuentro con Fidel Castro, ayudó a que la Iglesia fuese sacada de su situación de acoso, dijo el cardenal Ortega. Entonces se logró la liberación de 400 presos políticos, visas inmediatas para la entrada de sacerdotes y religiosas extranjeros y permisos para visitas familiares de los cubanos exiliados.

El cardenal Ortega habló de la reciente función de mediación de la Iglesia par la liberación de los presos, y recalcó que no fueron obligados a emigrar. También habló de su actuación en los recientes incidentes de ‘tomas’ de algunos templos. Desmintió que la Iglesia hubiera sacado a la fuerza al grupo en La Habana.

Se refirió a los informes policiales de los participantes, algunos antiguos delincuentes y con trastornos psicológicos y dijo que hay personas en esos grupos que buscan que se les haga un expediente para abandonar el país y tener un estatus de refugiados políticos. Dio el ejemplo de un grupo que se comunicó con él para decirle “nos han pedido que ocupemos la catedral de Pinar del Río, pero no lo vamos a hacer». Esa petición, según expresó el cardenal indica que esos gestos fueron organizados desde fuera del país”. El El cardenal Ortega señaló que el grupo tenía teléfonos móviles de última generación y se comunicaba con el extranjero. Estas acciones, dijo, dañan mucho a la disidencia”.

La mención del fallecido obispo Román así como los comentarios sobre su descripción de los disidentes que tomaron los templos han generado nuevas críticas al cardenal desde Internet y en medios de la diáspora cubana, que han repetido el calificativo que ya hizo el periódico Washington Post sobre el cardenal Ortega como “un socio de facto de Raúl Castro”, y argumentando que “en Cuba las leyes son arbitrarias y asfixiantes, por lo que es difícil encontrar a un cubano que no las haya violado”. 

Esta nueva polémica ha oscurecido el resto de la intervención del cardenal sobre la actuación de la Iglesia, “abriendo nuevos espacios para su misión, sin pedir que nos lo otorguen”. Dio como ejemplo el papel de las publicaciones católicas “atacadas tremendamente, pero que hoy se aceptan, son leídas a alto nivel y son tenidas en cuenta.” También se refirió a las Guarderías Infantiles que hoy existen en toda la Isla. “Se meten en el campo de la educación” les dijeron. Hoy el mismo Estado nos ofrece una casa grande para ello”.

El cardenal afirmó que “hoy en Cuba se está dando un despertar de la fe en más profundidad de adhesión a la Iglesia y de más calidad”. Dijo que “ahora sin tantas presiones la gente se planea la fe más en serio y existen grupos de laicos que buscan lo que la Iglesia ofrece “.

El foro en Harvard está en esta dirección:

http://www.penultimosdias.com/2012/04/26/el-cardenal-jaime-ortega-en-harvard/.

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ZENIT Staff

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