La renovación de la Iglesia en Estados Unidos exige obispos santos y abiertos, dice el Papa

Tras la crisis de confianza provocada por escándalos de sacerdotes

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CASTEL GANDOLFO, domingo , 12 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que la Iglesia en Estados Unidos necesita obispos que destaquen por su santidad por su colaboración con todos para poder renovarse tras la crisis de confianza provocada por escándalos atribuidos a sacerdotes de ese país.

Este fue el mensaje que dejó a los obispos de la región eclesiástica de Pennsylvania y Nueva Jersey con quienes se encontró este sábado en la residencia de pontificia de Castel Gandolfo, al concluir su quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Papa y a la Curia romana.

Tras los encuentros personales que en estos meses está teniendo con los obispos de Estados Unidos, el pontífice, según explicó, ha podido constatar su «preocupación sobre la crisis de confianza en la guía de la Iglesia provocada por los recientes escándalos de abuso sexual».

Se da, constató, «un llamamiento general a la responsabilidad en el gobierno de la Iglesia a todos los niveles y en las relaciones entre obispos, clero y fieles».

«Estoy convencido de que hoy, al igual que en todo momento crítico de su historia, la Iglesia encontrará recursos para una renovación auténtica en la sabiduría, la visión y el celo de obispos que destaquen por su santidad», aseguró.

«Reformadores santos como Gregorio el Grande, Carlos Borromeo y Pío X comprendieron que la Iglesia sólo se reforma auténticamente cuando vuelve a sus orígenes en una reapropiación consciente de la Tradición apostólica y purificando y volviendo a valorar sus instituciones a la luz del Evangelio», añadió.

«En las circunstancias presentes de la Iglesia en Estados Unidos, esto implicará un discernimiento y una crítica de ciertos estilos de gobierno que, incluso en nombre de una legítima preocupación por la buena «administración» y por una supervisión responsable, puede acarrear el riesgo de distanciar al pastor de los miembros de su rebaño, obscureciendo su imagen de padre y de hermano en Cristo».

Cada obispo debe desarrollar «un estilo pastoral que esté más abierto que nunca a la colaboración con todos, fundada en una clara comprensión de la relación entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los bautizados».

«Si bien el mismo obispo es responsable de las decisiones de autoridad que está llamado a tomar en el ejercicio de su gobierno pastoral, la comunión eclesial presupone la participación de todas las categorías de fieles, puesto que comparten la responsabilidad del bien de la Iglesia particular que ellos mismos conforman», indicó.

«En una profunda eclesiología de comunión, el compromiso por crear mejores estructuras de participación, consulta y de responsabilidad compartida no debería ser confundido con una concesión a modelos de gobiernos seculares «democráticos», sino como una exigencia intrínseca del ejercicio de la autoridad episcopal y de los medios necesarios para reforzar esta autoridad», advirtió el Papa.

«La experiencia muestra que cuando se da prioridad a la aparente estabilidad, puede perderse el ímpetu a la conversión personal, a la renovación eclesial y al celo misionero y puede seguirle un falso sentido de seguridad», reconoce.

«El difícil período de autoexamen provocado por los acontecimiento de los dos últimos años dará frutos espirituales sólo si lleva a de toda la comunidad católica estadounidenses a una comprensión más profunda de la auténtica naturaleza y misión de la Iglesia –indicó Juan Pablo II–, y a un compromiso más intenso para hacer que la Iglesia en vuestro país refleje, en cada aspecto de su vida, la luz de la gracia y de la verdad de Cristo».

«En este momento sólo puedo afirmar una vez más mi profunda convicción de que los documentos del Concilio Vaticano II tienen que ser estudiados con atención y llevados al corazón de los fieles, pues estos textos normativos del Magisterio ofrecen las bases para una renovación eclesial genuina en obediencia a la voluntad de Cristo y en conformidad con la Tradición apostólica de la Iglesia», concluyó.

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ZENIT Staff

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