La Renovación en el Espíritu lanza el proyecto «Zarza ardiente»

Habla monseñor Rylko, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos

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ROMA, 7 mayo 2001 (ZENIT.org).- La Renovación en el Espíritu ha lanzado en la última reunión de este movimiento eclesial celebrada en Italia (28 abril-1 mayo) el proyecto de alcance mundial «Zarza ardiente», una llamada a todos los cristianos para que «vuelvan al Cenáculo» y allí redescubran la fuerza de la oración.

Se trata de una iniciativa que se inspira en el 1 de enero de 1901, cuando el papa León XIII –por sugerencia de la beata Elena Guerra– invocaba al Espíritu Santo sobre el nuevo siglo, pidiendo que a él se entregaran todos los cristianos, en modo especial en los días que preceden a Pentecostés, mediante una novena.

A cien años de distancia, en una carta abierta a los obispos, la Renovación en el Espíritu Santo se remonta a aquél llamamiento para invitar a todos a volver al Cenáculo e invocar y esperar –con la misma confianza de María y de los apóstoles– una nueva «efusión del Espíritu», en el primer Pentecostés del nuevo milenio.

La iniciativa quiere responder a las palabras del Santo Padre Juan Pablo II, que, en la carta apostólica «Novo Millennio Ineunte» invita a todos a la oración para «construir la historia según el diseño de Dios» e invocar la obra del Espíritu Santo en dos especiales direcciones: la unidad de los cristianos y la conversión de los pecadores.

El arzobispo Stanislaw Rylko, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos habló precisamente en la convocatoria de Rimini sobre el primado de la oración.

Interviniendo en la convocatoria nacional de la Renovación en el Espíritu, que también este año atrajo a Rimini a más de treinta mil participantes, el prelado polaco expresó su agrado por la intuición profética con la que el movimiento ha respondido al llamamiento del Papa lanzado al concluir el Jubileo del año 2000 a convertir las comunidades cristianas en «auténticas «escuelas» de oración».

–Excelencia, ha hablado del carácter profético de la iniciativa llamada de la «Zarza Ardiente». ¿En qué consiste?

–Monseñor Rylko: Me refiero a la respuesta inmediata de la Renovación en el Espíritu a las palabras del Santo Padre que, en la «Novo Millennio Ineunte», ha recordado el principio fundamental de la evangelización, válido para todos los tiempos: el primado de la gracia. Es una verdad muy sencilla: los frutos del apostolado no dependen sólo de nuestras capacidades de hacer y de programar, sino de la profundidad de nuestra relación con Cristo, camino, verdad y vida. El mundo de hoy acepta este principio con dificultad porque la cultura moderna está orientada hacia el hacer, más que hacia el ser.

A menudo, incluso para los cristianos se convierte en un desafío comprender que la oración no es tiempo perdido, sino que es un presupuesto esencial de la evangelización y el testimonio».

–¿Cuál es el papel de la Renovación en el Espíritu Santo en esta iniciativa que ha surgido en su seno?

–Monseñor Rylko: El proyecto no está vinculado ni a un movimiento eclesial concreto, ni a un ambiente específico. Ser «zarzas ardientes» de oración forma parte integrante de la vocación cristiana. Pero se trata de un proyecto muy en armonía con el carisma de la Renovación en el Espíritu Santo, corriente de gracia, que ha dado grandes frutos de conversión. ¡Cuántos laicos han reencontrado el gusto de la oración a través de los grupos de la Renovación!

La falta de oración es el motivo por el que el hombre de hoy pierde muy a menudo el sentido de la vida. El sentido de la propia identidad y dignidad de persona humana, se pueden reencontrar sólo de rodillas ante Dios, sobre todo en la oración de adoración. Es ahí donde el hombre se reencuentra a sí mismo, como criatura ante el Creador, como ser redimido ante el Redentor.

No hay santidad sin oración, y no hay evangelización sin santidad y oración.

–¿Cómo puede un movimiento llegar a ser «Escuela de Oración»?

–Monseñor Rylko: Es connatural al espíritu humano volverse a Dios. Pero la oración es un arte que exige ejercicio, compromiso, a veces sacrificio. Son momentos en los que el hombre es más hombre y en los que la persona humana manifiesta más su grandeza. Por esto, invito a acoger la llamada de hacerse «zarzas ardientes», hombres y mujeres de adoración e intercesión.

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ZENIT Staff

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