La resistencia de las religiosas, entre las víctimas del terremoto de L

Ofrecen su servicio viviendo en campamentos

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L’AQUILA, martes 28 de abril de 2009 (ZENIT.org).- El terremoto del pasado 6 de abril en L’Aquila, ha dañado gravemente también las casas de las religiosas presentes en la capital de los Abruzos.

En la calle XX septiembre, una de las vías del centros que ha registrado mayores derrumbamientos entre ellos la Casa del Estudiante, estaba el convento de las Hermanas Franciscanas Alcantarinas, cuyo pensionado universitario está igualmente inservible.

Sor Oliva Lombardi vivía allí con otras 14 hermanas, y ahora se refugia en el campamento de Collemaggio con ocho de ellas.

Mientras las demás hermanas se trasladan don dos pequeños autobuses a las zonas de Tornimparte y de Onna para colaborar en la animación de las áreas de recuperación, sor Oliva Lombardi continúa su trabajo en Cáritas. Desde hace cuatro años se ocupa de la formación de los nuevos cooperantes, y ahora colabora con el Centro de coordinación constituido en Pettino por la Cáritas italiana.

«En el futuro se verá – afirma sor Lombardi, original de la Maremma (Toscana), que a los 72 años ya ha pasado por la guerra civil en Nicaragua, y por Albania tras la caída del régimen comunista-; ahora hay cosas que hacer aquí. Después iremos donde sea útil nuestra presencia».

En la calle Fortebraccio, se ha derrumbado también la casa de las Hermanas Franciscanas misioneras del Niño Jesús, fundadas por Barbare Micarelli, un edificio histórico del año 1400, que hospedaba además de la casa madre de la orden, las escuelas infantiles y primarias gestionadas por las religiosas, así como una pensión universitaria.

Ya desde los primeros días – relata la superiora, sor Luciana Fagnano – hemos intentado ponernos en contacto con los alumnos, pero las agendas con los números de teléfono se habían quedado en la escuela. Desde un alumno que supimos que estaba en Lanciano con los abuelos, poco a poco, en cadena, hemos llegado a los números del resto».

Una «caza del tesoro» que ha tenido éxito, porque los chicos están todos bien. «Tanto los padres como los chicos – afirma la superiora – nos piden que continúe la escuela, y están preocupados por lo que pasará en septiembre, para el próximo año escolar».

«Para muchos chicos, que han realizado con nosotros todo el ciclo de la escuela primaria, nuestra casa es un ambiente familiar, en el claustro jugaban al fútbol – añade -. Ni siquiera nosotras tenemos respuestas para el futuro, excepto nuestra intención de no irnos de L’Aquila y de volver a empezar lo antes posible».

Las hermanas celadoras del Sagrado Corazón, o Instituto Ferrari, tenían, además de la casa madre en la calle Santa Chiara d’Aquili, la hospedería «S. Giuseppe» y el Instituto Santa Caterina para mujeres universitarias y ancianas, siempre en L’Aquila, y una casa cuna en San Gregorio, otro pequeño pueblo gravemente dañado por el terremoto.

En el derrumbamiento de este edificio perdieron la vida dos monjas de la congregaciión. Sor Lidia Pupatti, la madre general, explica: «Nuestra orden pertenece a L’Aquila, donde fue fundada e el año 1890 por la mujer noble María Ferrari, para atender a los enfermos y a los ancianos, pero sobre todo para la educación de la juventud».

Por esto, añadió, «no tenemos otras sedes a las que transferirnos, y aunque nos dieran una estructura fuera de la diócesis, todas nuestras actividades están aquí».

Mientras tanto, los niños presentes en la casa cuna de San Gregorio han sido trasferidos a Silvi, cerca de Pescara: «Hemos recibido muchísima solidaridad -concluye madre Pupatti – y queremos agradecer de corazón a todos. Es difícil imaginar en este momento cómo y dónde volver a empezar, pero confiamos en Dios y en la oración de cuantos nos apoyan».

[Por Chiara Santomiero, traducción de Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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