La resolución del Europarlamento sobre el aborto, a examen

Dos expertos comentan las implicaciones del texto recién aprobado

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 julio 2002 (ZENIT.org).- Dos autorizados exponentes de la enseñanza de la Iglesia católica sobre bioética y familia han expuesto criterios para analizar la resolución aprobada el pasado 3 de julio por el Parlamento Europeo.

En ella se busca imponer el aborto a los países miembros de la Unión Europea y a los candidatos a formar parte de ésta.

En sendos artículos publicados en la edición italiana de «L’Osservatore Romano», el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, y el obispo Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, manifiestan su preocupación porque, aún careciendo de fuerza legal, la resolución expresa una voluntad directiva y tiene un peso político de orientación en esta materia.

Presidente del Consejo Pontificio para la Familia
En la actualidad, está en juego la coherencia en la proclamación y defensa de los derechos fundamentales y, el primero de ellos, el derecho a la vida –recogido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas–, recuerda el cardenal Alfonso López Trujillo, sobre el que se quieren abrir las puertas a todas las interpretaciones y a todas las excepciones con el aborto.

El artículo 12 de la resolución «recomienda que a fin de proteger la salud y los derechos reproductivos femeninos, el aborto sea legal, seguro y accesible a todos». El mismo concepto de «legalidad» está radicalmente viciado, explica el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, «porque jamás una ley que permite la eliminación de un inocente puede considerarse justa».

En cuanto al término «aborto seguro», el cardenal Trujillo explica que dicha seguridad se refiere sólo a los riesgos de salud de la madre, cuyos «derechos» prevalecen sobre los del concebido.

La novedad que trae la resolución es que el aborto sea «accesible»: «Inexplicable «accesibilidad» –reconoce el purpurado–, cuando en Europa distintas naciones cada vez son más conscientes de la «tutela» de los embriones».

En la resolución, el artículo 6 solicita a los gobiernos que se promueva «la contracepción de emergencia […] como una práctica normalizada en el ámbito de la asistencia sanitaria, sexual y reproductiva», pero se oculta que, en este caso, «no se trata de una auténtica contracepción, sino de una intervención claramente abortiva, dirigida contra el embrión humano, cuya implantación se impide», constata el cardenal Trujillo.

Vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida
El hecho de que el texto aprobado procediera de la «Comisión de los derechos de la mujer y de la igualdad de oportunidades» del Parlamento Europeo indica el sentido reivindicativo y unilateral de la propuesta, afirma monseñor Elio Sgreccia.

Hay que señalar que en la resolución preponderan los contenidos «de orden moral, porque el documento intenta favorecer comportamientos que afectan a la ética personal, a la familia, a la propia supervivencia y al derecho a la vida de los nasciturus», explica el Vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida.

«Cuando hablamos de ética no pretendemos limitar el significado a la moral católica y religiosa, que también tiene derecho a ser respetada en una verdadera democracia, sino que hablamos de ética natural», puntualiza monseñor Elio Sgreccia.

Precisamente, en los Estados que mantienen en sus propias leyes una fidelidad a los valores atacados en esta resolución, han surgido dudas sobre la conveniencia de adherirse a una Europa «que amenaza con imponer «su» concepción moral de la vida y de las relaciones hombre-mujer», recuerda el prelado.

En la resolución se observa que ciertos artículos han sido redactados para contentar a determinadas instancias y otros para derribar cualquier límite y toda referencia a los valores.

Como explica monseñor Sgreccia, aunque en la resolución se recomienda «activar una política sanitaria y social que consienta una reducción del recurso al aborto» y en otros puntos se habla de la necesidad de la información y el asesoramiento, estas afirmaciones pierden toda relevancia ante la exaltación del derecho de la mujer a abortar sin límites legales (artículo 12) y la invitación a los gobiernos a «abstenerse en cualquier caso de perseguir a las mujeres que se hayan sometido a abortos ilegales (artículo 13)». Los derechos del padre se excluyen en todo momento.

«Hasta donde recuerdo, ni siquiera en las leyes del aborto aprobadas en diferentes Estados, la situación de irrelevancia del derecho a la vida del no nacido ha alcanzado tal nihilismo», observa el prelado.

En la resolución, en lo relativo a la denominada «salud reproductiva y sexual» y a la educación de los adolescentes, también hay afirmaciones sobre la necesidad de una educación propuesta de manera diferenciada (artículo 16), según la edad y la diferente estructura sexual de las chicas y de los chicos, prestando atención a los aspectos psico-sociales y biomédicos y basándose en el mutuo respeto y en el sentido recíproco de responsabilidad (artículo 17).

Pero estas afirmaciones se enmarcan en una política directiva general por la que se comprometen los gobiernos a favorecer «una información global sobre las posibilidades efectivas y responsables de planificación familiar y garantizando igualdad de acceso a una serie de métodos contraceptivos de alta calidad». No existe ninguna reserva, ni médica, ni moral, ni de edad al acceso de tales métodos de «alta calidad» –apunta monseñor Sgreccia–.

Igualmente, en contradicción con los artículos 16 y 17, la propia resolución «invita a los gobiernos a recurrir a distintos métodos para llegar a los jóvenes, por ejemplo, mediante la educación formal e informal, campañas publicitarias, marketing para la utilización del preservativo y proyectos como líneas telefónicas confidenciales…».

Nueva moral
La resolución del Parlamento Europeo «sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos» –aprobada por 280 votos a favor, 240 en contra y 28 abstenciones- presenta en conjunto una «”nueva moral” en función de los objetivos políticos, y representa un desafío a la verdad de la procreación humana», concluye el cardenal Trujillo.

En este sentido, el presidente del Consejo Pontificio para la Familia expresaba su acuerdo con las declaraciones de la parlamentaria Elisabeth Montfort sobre la resolución: «Es curioso que el derecho a la reproducción consista en un catálogo de procedimientos que impiden precisamente la propia reproducción».

Respecto al aborto, la Encíclica «Evangelium Vitae» recordó que sigue siendo un «delito», y que nunca podrá alzarse como un «derecho», y «esto es válido no sólo para os creyentes, sino también para cualquier conciencia iluminada por la recta razón», concluye monseñor Elio Sgreccia.

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ZENIT Staff

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