La responsabilidad de los comunicadores en la promoción de la «cultura de la vida»

Habla el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo

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NUEVA YORK, 20 noviembre 2003 (ZENIT.org).- En la sociedad de la comunicación, los comunicadores tienen una particular responsabilidad en el respeto y promoción de la «cultura de la vida», afirma el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo y primado de América.

El purpurado ofreció estas declaraciones en el marco del Segundo Congreso Hispanoamericano de Prensa, celebrado en la Columbia University, Nueva York, del 24 al 26 de octubre de 2003.

–¿Estamos en condición de defender el valor de la vida?

–Cardenal López Rodríguez: Sabemos que en todas las culturas, cuando se habla de valores, el primer lugar, sin duda, le corresponde a la vida. Ella es el valor supremo. Por ese motivo, las ceremonias religiosas más solemnes, en todas las culturas, son las que se celebran en los grandes momentos de la vida: el nacimiento, el matrimonio, la muerte. Los demás valores como la paz, la justicia, la honestidad, la belleza, están subordinados a la vida. Los hábitos, las costumbres, las instituciones, el lenguaje, protegen la vida y le sirven como muro de defensa e instrumento de apoyo y promoción.

–¿Se está perdiendo la batalla del ser por el tener?

–Cardenal López Rodríguez: Nuestra cultura y nuestra sociedad han engendrado un hombre que aumenta cada día más sus necesidades, generalmente ficticias, pero muy costosas. Pero no ha crecido en las cualidades morales. Crece en la esfera del tener, del poder y del placer, pero no en aquella de la verdad y de la vida. Tenemos una persona opulenta y que goza, pero no una persona virtuosa y sabia. Muchas personas instruidas, sí, pero muy pocas moralmente sabias. Entre instrucción y formación, hay un abismo tanto en la escuela como en la sociedad.

–¿Cuáles son los valores que se nos proponen en estos tiempos?

–Cardenal López Rodríguez: En la historia, cada cultura ha optado por diferentes valores y propone a su sociedad los modelos que mejor los encarnan. El héroe griego, el místico medieval, el filósofo renacentista y moderno… La sociedad contemporánea resalta el bienestar material, el placer, y los ve realizados en el que goza y disfruta sin límites, aunque sea en el corazón un miserable.

–¿Cómo se llega a ser persona en un contexto sin ideales?

–Cardenal López Rodríguez: El hombre contemporáneo, dotado de una razón débil, ha abandonado los grandes ideales para dejarse seducir, progresivamente, por la pasión de la lujuria, que lo mantienen encadenado y embrutecido. Hay que proclamarlo con claridad: para ser persona, ciertamente, un mínimo de bienestar es necesario, no discutimos esto, pero incluso para el bienestar material basta poca cosa: la salud, una casa modesta, trabajo, comida y vestido. Se es persona por la dimensión espiritual, y se crece como persona en la medida en que se crece espiritualmente.

–¿Qué situación guarda la violación a los derechos humanos?

–Cardenal López Rodríguez: Los derechos humanos se violan no sólo por la violencia ejercida directamente en contra de la persona, sino por la persistencia de la pobreza en millones de seres humanos. Por estructuras injustas que originan grandes desigualdades. Intolerancia política e indiferentismo frente a la pobreza muestran desprecio a la vida humana. Eso –como hijos de Dios— no lo podemos callar ni aceptar.

–¿Somos ahora más contradictorios que nunca?

–Cardenal López Rodríguez: Hay contradicciones inconcebibles. Se proclama el derecho a la vida y el (supuesto) derecho al aborto. Lo mismo con la eutanasia: en el fondo es matar. En el actual contexto social, señalado por un enfrentamiento dramático entre la cultura de la vida y de la muerte, tenemos que hacer madurar un fuerte sentido crítico, capaz de discernir los valores verdaderos y las exigencias auténticas. Urge –ha dicho el Papa Juan Pablo ll— una movilización de las conciencias y un esfuerzo ético común para trazar una gran estrategia a favor de la vida.

–¿Quién tiene la capacidad hoy de asumir un liderazgo moral?

–Cardenal López Rodríguez: Los comunicadores y la comunicación pública deben estar a la vanguardia de esa movilización general de las conciencias y en la promoción del esfuerzo ético que debe abarcar a toda la sociedad. Es la forma más eficaz de ponerse de parte de la vida. Los cristianos comunicadores no podemos callarnos ante la confusión general en que se vive hoy, a pesar de la indiferencia e hostilidad de los medios ante la experiencia cristiana. Si hoy se cree que la única verdad absoluta es que no existe la verdad, hay que afirmar la Verdad, proclamarla y defenderla para el bien de toda la sociedad.

Por Jaimé Septién, director de El Observador.

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ZENIT Staff

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