La respuesta cristiana ante el «islam agresivo», según el cardenal Murphy-O'Connor

Entrevista al arzobispo de Westminster

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 28 marzo 2006 (ZENIT.org).- La única respuesta del cardenal Cormac Murphy-O’Connor a lo que llama «islam agresivo» es una «cristiandad verdaderamente profunda». El arzobispo de Westminster, de 73 años, hace esta y otras observaciones en una entrevista concedida a «Radio Vaticano».

Entre otros temas, la emisora papal ha preguntado al prelado británico sobre las discusiones de la reunión de cardenales que tuvo lugar con Benedicto XVI el pasado jueves, especialmente sobre la cuestión de los tradicionalistas que siguen al arzobispo Marcel Lefebvre, separado de la Iglesia por un «acto cismático» al consagrar obispos sin la aprobación del Papa.

–¿Cuál es la actitud que se ha respirado?

–Cardenal Murphy-O’Connor: la sensación es de cautela, ya que depende de la actitud del grupo y de cuán deseosos estén de llegar a una reconciliación real con la Iglesia, no es una cuestión de liturgia sino sobre los obispos y la autoridad del Papa.

De manera que hay un cierto número de temas que remiten al Concilio Vaticano, también sobre la Iglesia, y hay todavía un camino que recorrer. Pero ciertamente, estoy seguro de que el Santo Padre, e incluso todos nosotros, deseamos hacer todo lo que podamos para lograr una reconciliación.

–¿Nos puede decir algo más sobre otro tema discutido, la cuestión del Islam, actualmente una gran preocupación para tantos líderes eclesiales en muchas partes del mundo?

–Cardinal Murphy-O’Connor: la situación es muy compleja. En la mayoría de los países musulmanes, hay muy poco espacio para el cristianismo; en otros países, en regiones de África, hay un conflicto de culturas, entre la cultura del Islam y la cultura de la Cristiandad.

En Europa la situación también es compleja. Necesitamos encontrarnos con musulmanes y decir la verdad honestamente, no ocultar la verdad en la que creemos.

Debemos ser cuidadosos para evitar la postura de culpar a la religión de la guerra –el terrorismo es el azote de la religión–, y al mismo tiempo los cardenales deberían ver que tenemos que encontrarnos con líderes musulmanes y concentrarnos en las cosas que podemos sostener juntos: muchos valores morales, asuntos de familia, aunque estamos en desacuerdo en la esencia de nuestra religión.

Pero, como usted sabe, la única respuesta a lo que yo llamo «islam agresivo» es un cristianismo muy profundo, un catolicismo profundo, una fe fuerte; estoy seguro de que el Santo Padre está muy preocupado con el Islam, y ciertamente con sus tendencias militantes.

Pienso en especial que nosotros en Occidente debemos imponer algún tipo de reciprocidad: nosotros somos tolerantes con las mezquitas o con que la gente lleve ropa distintiva; esperamos lo mismo para las minorías cristianas en países islámicos, que haya tolerancia para que podamos llevar crucifijos, libertad de culto y cosas por el estilo.

De manera que pienso que se da la sensación de que debemos decirnos la verdad honestamente los unos a los otros.

–El encuentro que ustedes han tenido con el Papa parece una movida típica de Benedicto XVI para escuchar más de cerca lo que los cardenales que están diciendo en los diferentes países…

–Cardenal Murphy-O’Connor: Hubo algunos gestos en el Sínodo de los Obispos, tuvimos intervenciones libres y algunos otros cambios; y ahora se le ha pedido y obtenido esta reunión, de manera que ¿quién sabe? Podría haber otras formas con las que él espera ejercer la colegialidad y pienso que esto sería muy bien acogido.

–La comunidad católica esté cambiando mucho en Gran Bretaña a causa del gran número de trabajadores inmigrantes que están llegando, especialmente a la diócesis de Westminster. ¿Afrontarán pronto este tema?

–Cardinal Murphy-O’Connor: Tenemos un número muy significativo de gente que viene, especialmente a Londres, para trabajar, y me preocupan varios frentes.

Uno es la justicia, que no se les den salarios por debajo de salarios de supervivencia, y que deberían tener derechos adecuados a su situación; y en consecuencia me planteo cómo es posible ayudarles, a través de su pertenencia a la Iglesia, porque muchos de ellos son católicos practicantes. Deben sentir que la diócesis de Westminster es su diócesis, su casa; deben sentir que forman parte de la Iglesia universal, de esta Iglesia local.

–¿De dónde proceden la mayoría de los inmigrantes?

–Cardinal Murphy-O’Connor: Cada vez más de la India y Filipinas, y Europa Central y del Este, especialmente de los países que han entrado recientemente en la Unión Europea. Les gusta venir a Londres; muchos de ellos hablan muy bien inglés; y muchos son trabajadores cualificados que nosotros necesitamos.

Los que proceden de países no europeos tendrán en buena parte grandes dificultades para obtener documentos y convertirse en residentes legales en Gran Bretaña. Este es otro desafío para nosotros, pero también para el Gobierno, asegurar que los trabajadores inmigrantes sean bien tratados.

Tiene que haber una política gubernamental sobre el número de personas que pueden entrar; no hay duda de que el mundo es ahora una aldea global, y la gente viene de todas partes del mundo; con los medos de comunicación vivimos en un mundo diferente.

Y las grandes ciudades son el centro de todo ello; una ciudad como Londres, junto a otras capitales, ofrece oportunidades y lleva el peso de esta migración masiva.

–A la gente le cuesta mucho aceptar este rostro cambiante de Gran Bretaña, quizá también el rostro cambiante de la Iglesia. ¿Cómo es índice de tolerancia entre la comunidad católica hacia la gente que es diferente?

–Cardinal Murphy-O’Connor: Yo pensaría que muy es muy bueno. Le dije al primer ministro, Tony Blair, la última vez que tuve una conversación con él, que la Iglesia católica en Londres es un microcosmos de lo que es la capital. Tenemos gente –a menudo se hablan veinte o treinta idiomas en algunas parroquias–, de todas las diversas comunidades étnicas: rezan juntos, juntos están felices. Esto es en lo que debería ser Londres.

Por este motivo, son muy importantes las comunidades de fe, y en especial yo diría la Iglesia católica, y al mismo tiempo es muy importante la manera en que asistimos a estas comunidades étnicas.

Me dio mucho gusto, en este sentido, este año, cuando entrevisté a los candidatos al sacerdocio. Diez de ellos más o menos han sido aceptados y de ellos tres son de comunidades étnicas, que han venido aquí, se han asentado aquí y ahora desean ser sacerdotes de la diócesis. Y esto es muy bueno.

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ZENIT Staff

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