La Santa Sede contra la discriminación injusta de homosexuales

Aclaración del portavoz vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 2 diciembre 2008 (ZENIT.org).- La Santa Sede está en contra de las injustas discriminaciones de los homosexuales, ha aclarado el portavoz vaticano ante interpretaciones de algunos medios de comunicación.

El padre Federico Lombardi S.I. ha emitido una declaración con la que comenta la oposición expresada en una entrevista por el arcivescovo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, a la propuesta presentada por Francia de aprobar la despenalización universal de la homosexualidad, que podría incluir al mismo tiempo la imposición del matrimonio homosexual en la legislación de los diferentes países.

Respondiendo a las preguntas de periodistas, el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha aclarado: «Obviamente nadie quiere defender la pena de muerte para los homosexuales, como alguno quisiera dar a entender».

«Los conocidos principios del respeto de los derechos fundamentales de la persona y del rechazo de toda injusta discriminación –reconocidos claramente por el mismo Catecismo de la Iglesia Católica– excluyen evidentemente no sólo la pena de muerte, sino todas las legislaciones penales violentas o discriminatorias en relación con los homosexuales». 



El número 2358 del Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba».

«Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta –pide el Catecismo–. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición».

Ahora bien, según el portavoz vaticano, la propuesta francesa no sólo busca «despenalizar la homosexualidad», «sino además introducir una declaración de valor político que puede derivarse en sistemas de control, según los cuales, toda norma –no sólo legal, sino también relativa a la vida de los grupos sociales o religiosos– que no ponga exactamente en el mismo nivel toda orientación sexual podría ser considerada como contraria al respeto de los derechos del hombre».

«Esto puede convertirse claramente en un instrumento de presión o discriminación ante quien, sólo por poner un ejemplo muy claro, considera que el matrimonio entre un hombre y una mujer es la forma fundamental y originaria de la vida social y como tal ha de ser privilegiado», ha aclarado el padre Lombardi.

«No es casualidad que menos de 50 estados miembros de las Naciones Unidas hayan adherido a esta propuesta, mientras que más de 150 no han adherido. La Santa Sede no es la única», concluye.

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ZENIT Staff

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