La Santa Sede denuncia las causas y a los responsables de la crisis económica

Agentes financieros obsesionados por la ganancia fácil en detrimento del bien común

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GINEBRA, martes, 24 febrero 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede considera que la crisis económica se debe a la obsesión por la ganancia fácil y señala entre sus responsables a aquellos agentes del sistema financiero que deberían haber controlado el rendimiento de cuentas.

Así lo expuso el observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas de Ginebra, el arzobispo Silvano M. Tomasi, en su intervención ante la décima sesión especial del Consejo de los Derechos del Hombre sobre el impacto de la crisis económica y financiera mundial, publicada este martes por la Oficina de Información del Vaticano.

El representante del Papa constató que «la crisis financiera mundial ha creado una recesión global provocando consecuencias sociales dramáticas, incluyendo la pérdida de millones de puestos de trabajo y el serio riesgo de que no se alcancen los Objetivos de Desarrollo del Milenio para muchos de los países en vías de desarrollo».

De este modo, denunció, «los derechos humanos de innumerables personas quedan comprometidos, incluido el derecho a la alimentación, al agua, a la salud y a un trabajo decente».

Y, lo que puede ser peor, dijo el arzobispo, quien habla con la experiencia de haber sido en el pasado nuncio apostólico en Etiopía y Eritrea, «cuando amplios segmentos de una población nacional ven sus derechos sociales y económicos desvanecidos, la pérdida de esperanza pone en peligro la paz».

Por este motivo, aseguró, «la comunidad internacional tiene la legítima responsabilidad de exigir por qué ha tenido lugar esta situación; de quién es la responsabilidad».

«La crisis fue causada, en parte –indicó–, por el problemático comportamiento de algunos de los agentes del sistema financiero y económico, incluyendo a administradores de bancos y a aquellos que deberían haber sido más diligentes en aplicar los sistemas de control y rendimiento de cuentas».

Ahora bien, reconoció, «las causas de la crisis, sin embargo, son más profundas».

Citando las proféticas palabras de Pío XI, escritas en la encíclica  Quadragesimo Anno, en plena crisis de 1929, el arzobispo que afirmó que «salta a los ojos de todos, en primer lugar, que en nuestros tiempos no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio».

También observó «cómo la libre competencia se destruyó a sí misma basándose en la ganancia como único criterio».

«La crisis actual tiene dimensiones económicas, jurídicas y culturales –señaló–. La actividad financiera no puede reducirse a sacar ganancias fáciles, debe incluir la promoción del bien común entre quienes ofrecen préstamos, entre quienes reciben los préstamos, y entre quienes trabajan».

Citando fuentes del Banco Mundial el representante vaticano explicó que en 2009, la actual crisis global podría llevar a otros 53 millones de personas a vivir por debajo del umbral de los dos dólares estadounidenses al día.

Esta cifra se añade a la de los 130 millones de personas que han caído en la pobreza a causa del aumento de los precios de alimentos y energía.

«Estas tendencias amenazan seriamente al resultado de la lucha contra la pobreza planteada por los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el año 2015», concluyó monseñor Tomasi.

La intervención del representante de la Santa Sede sobre la crisis económica y los derechos humanos puede leerse en la sección de documentos de la página web de ZENIT (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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