La Santa Sede en la Comunidad Internacional: Testigo de la dignidad del hombre

Declaraciones del arzobispo Renato Martino en su visita a Argentina

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BUENOS AIRES, 2 septiembre 2003 (ZENIT.org).- La actividad de la Santa Sede en el panorama internacional, donde actúa como una fuerza de orden moral, se centra en la promoción y defensa de los derechos humanos, del derecho al desarrollo en los países más necesitados y del derecho a la paz, explicó el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

La Santa Sede «no es una fuerza política en el sentido ordinario de la palabra, sino una fuerza de orden moral», circunstancia «que le confiere idoneidad para actuar en la escena internacional», reconoció monseñor Renato Martino.

La intervención de quien fue observador de la Santa Sede ante la ONU durante 16 años tuvo lugar el pasado 26 de agosto en el marco de las Jornadas Internacionales «La tutela de los derechos fundamentales de la persona humana» organizadas en Buenos Aires por la Universidad Católica Argentina junto a la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, según recogió Aica.

«La Santa Sede puede ejercer su función (…) tanto más eficazmente cuanto más decididamente se concentra en lo que le es propio –constató el prelado–: la apertura a Dios, la enseñanza de una fraternidad universal y la promoción de una cultura de la solidaridad».

Es la perspectiva desde la que «la Santa Sede está empeñada en realizar su acción, hoy más que nunca necesaria, sostenida por la esperanza contra toda esperanza».

Respecto a la promoción y defensa de los derechos humanos, monseñor Martino recordó la «contribución decisiva de la Santa Sede –fruto ésta de memorables batallas sostenidas en las Conferencias de El Cairo y Pekín– para el reconocimiento, en los instrumentos jurídicos y políticos de la comunidad internacional, del derecho a la vida desde su concepción y para la afirmación de la dignidad personal de las mujeres».

En cuanto a la promoción del derecho al desarrollo en la escena internacional, el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz constató que «demasiadas personas viven una vida sin esperanza, con escasas posibilidades de construir un futuro mejor».

«La familia de las naciones no puede permitir que pase un día más sin intentar realmente alcanzar estos objetivos, realizando progresos concretos en la erradicación de la pobreza», afirmó el arzobispo Martino.

Otra línea de actuación de la Santa Sede es la promoción del derecho a la paz, en el campo del desarme, la no proliferación y la eliminación de las armas de destrucción masiva. Sin embargo, como constató el prelado, «el desarme nuclear no ha registrado progresos, sino que, al contrario, ha dado inquietantes pasos atrás».

«No puede existir tolerancia moral para doctrina militar alguna que apruebe las armas nucleares» advirtió, e insistió en «la preocupación de la Santa Sede por la fase actual de estancamiento en el proceso de desarme debido a la falta de colaboración de algunas potencias nucleares».

En este contexto, la acción pacificadora de la Santa Sede también se orienta a «favorecer la resolución de los conflictos», sobre todo las «guerras olvidadas», como aquellas que ensangrientan el continente africano.

«La Santa Sede –recordó el prelado– ha expresado de mil maneras su confianza en el valor de la comunidad de los pueblos que se expresa a través de las relaciones internacionales marcadas por el respeto recíproco y la solidaridad común, o a través de los organismos internacionales que constituyen, por así decirlo, la espina dorsal de su vida y vitalidad, sobre un orden internacional dotado de una autoridad pública mundial».

En este sentido, la comunidad internacional y el multilateralismo son «un punto fuertemente alcanzado por la filosofía política y por la actividad cotidiana de la diplomacia de la Santa Sede», que «se presenta como testigo de esperanza que invita a la comunidad internacional a tener valor, haciéndose portavoz e intérprete, en el plano moral, político y cultural internacional, de la invitación de Jesús a Pedro: comunidad internacional, ¡rema mar adentro!».

El arzobispo Martino rindió finalmente homenaje «a la Santa Sede, que ha sido y continuará siéndolo, dentro de la gran familia de las naciones, un auténtico “testigo de la dignidad del hombre”, y en esta misión suya no se cansará de buscar el consenso de las Naciones de buena voluntad en los grandes temas de la justicia y la paz».

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ZENIT Staff

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