La Santa Sede exige leyes que defiendan a las mujeres de la violencia sexual

Intervención ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas

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NUEVA YORK, viernes, 3 marzo 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido a la comunidad internacional la adopción de leyes que defiendan a las mujeres de la violencia sexual.

La petición fue presentada este jueves por Marilyn Ann Martone, quien en nombre del Vaticano intervino en la sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), celebrada en Nueva York.

«La Santa Sede vuelve a condenar vigorosamente la violencia sexual que tiene con frecuencia por objeto a mujeres y muchachas y alienta la aprobación de leyes que las defiendan efectivamente ante este tipo de violencia», afirmó la representante de la Santa Sede.

«En nombre del respeto debido a la persona humana», el Vaticano también condenó «la expansión de una cultura que alienta el abuso sistemático de la sexualidad y que corrompe incluso a niñas jovencísimas, dejando que sus cuerpos sean utilizados para el provecho de una industria mundial de tres mil millones de dólares», añadió la profesora Martone.

La representante de la delegación vaticana declaró que «el progreso de las mujeres es progreso para todos», subrayando «la interdependencia del desarrollo, de la paz, de la seguridad y de los derechos humanos».

Entre las iniciativas de promoción de la mujer, la representante del Vaticano impulsó el microcrédito destinado en particular a las mujeres.

«Es un fenómeno que ha contado con el apoyo de iglesias locales católicas durante muchos años a través de esquemas paralelos o de pequeños préstamos informales a los pobres cuyas necesidades no encuentran respuesta en las instituciones financieras».

«Es sumamente alentador ver la paciencia, honestidad y duro trabajo de mujeres pobres, demostrado en muchos lugares», afirmó, alentando al mismo tiempo este tipo de iniciativas que se basan en la confianza depositada en las mujeres.

Entre los desafíos que plantea la defensa de los derechos de las mujeres y su justicia, la delegación vaticana señaló algunas áreas clave.

En particular, consideró que sería conveniente «reconsiderar políticas dirigidas a las ancianas, que con frecuencia se han dedicado a los demás durante su vida adulta, y que en justicia deberían recibir el apoyo adecuado».

Otra área es el de las emigrantes, pues de los 185-192 millones de emigrantes que hay en el planeta, informó, más o menos la mitad son mujeres.

«Con frecuencia, las emigrantes se convierten en la principal fuente de sustento para su familia –siguió revelando–. Las oportunidades de trabajo más comunes para las mujeres, además del trabajo doméstico, consisten en la ayuda a los ancianos, en la atención a los enfermos y en el sector hotelero».

«También son áreas en las que debe asegurarse un trato justo a las mujeres emigrantes y de respeto de su feminidad, en reconocimiento de su igualdad de derechos», insistió.

Otra de las áreas en las que la dignidad de la mujer queda gravemente violada, según la Santa Sede, es la del «tráfico de seres humanos».

«En algunos casos, mujeres y muchachas son tratadas casi como esclavas en su trabajo, con frecuencia en la industria del sexo –denunció Martone–. La cultura que alienta el abuso sistemático de la sexualidad es para la sociedad insana y tiene que afrontarse con algo más que bonitas palabras».

Por ultimo señaló otra área particularmente delicada para la situación de la mujer, es la de los «conflictos armados», donde «mujeres y muchachas son también víctimas de violaciones sistemáticas con objetivos políticos».

«Quienes permiten, alientan u ordenan este tipo de acciones merecen el castigo adecuado junto con los autores directos de estos crímenes», aseguró, exigiendo el respeto a las mujeres que ratifica el artículo 27 de la Cuarta Convención de Ginebra.

La representante de la Santa Sede concluyó reconociendo que el movimiento «de liberación de la mujer» «ha sido difícil y complicado en ocasiones, y no ha quedado exento de errores», «pero ha sido esencialmente positivo, a pesar de que esté sin acabar, en la medida en que las personas de buena voluntad se han esforzado por que las mujeres sean reconocidas, respetadas y apreciadas por su especial dignidad».

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ZENIT Staff

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