La Santa Sede exige un calendario «seguro» para recuperar la soberanía en Irak

Las torturas en Irak, un golpe «para los Estados Unidos más grave que el del 11 de septiembre»

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LONDRES, miércoles, 12 mayo 2004 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido urgentemente establecer un calendario seguro para la recuperación de la soberanía en Irak, según ha confirmado el «ministro» de asuntos exteriores de Juan Pablo II.

El arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, ha hecho estas declaraciones en Londres, donde mantiene contactos con el ministro de exteriores, Jack Straw.

Su petición tiene lugar en los momentos en los que Roma prepara la visita de George W. Bush a Juan Pablo II en el Vaticano, que debería tener lugar el próximo 4 de junio, aunque todavía no ha sido confirmada oficialmente por la Santa Sede.

El prelado sintetiza así la posición vaticana sobre Irak: «Restablecer la seguridad interna en el país, colaborar con todas las fuerzas que están en Irak para ayudar a la población, hacer que la población perciba que se está allí no para oprimirla sino para ayudarla, y restituir cuanto antes al país su independencia y soberanía».

«Es necesario que intervenga la ONU. No es fácil, se pide un sacrificio, pero se requiere esta generosidad de espíritu. Aunque la ONU haya sido excluida al inicio de la guerra, es necesario que las Naciones Unidas intervengan para acabar con la guerra», explica el prelado en declaraciones publicadas este miércoles por el diario italiano «La Repubblica».

La prioridad más urgente, explica el asistente del Papa, consiste en «poner cuanto antes como jefe del gobierno en Irak a un líder iraquí, que no hable en inglés a los iraquíes, sino en árabe, según su sensibilidad».

«Además –destaca–, es necesario dar a comprender que se está trabajando según un calendario seguro, destinado a la recuperación de la plena soberanía e independencia del país».

El objetivo es que las tropas extranjeras puedan abandonar «cuanto antes» el país. Mientras tanto, reconoce, «no se puede imaginar que los Estados Unidos no estén en el mando de las operaciones militares, pero ciertamente tendrán que estar en cercano acuerdo con el Consejo de Seguridad» de la ONU.

«Ciertamente no están allí para decidir como quieran. De hecho, creo que no está en sus intenciones tener una fuerza que actúa arbitrariamente –reconoce–. Creo que los Estados Unidos quieren garantizar la seguridad al país y retirarse honrosamente de Irak en cuanto puedan».

«Mientras tanto, esas armas de destrucción de masas no se han encontrado y la intención de llevar un régimen de democracia es ciertamente positiva, pero hay que tener en cuenta también que la democracia necesita un background cultural», recuerda.

«Habrá que contentarse con formas de democracia suficiente –propone–, que salvaguarden la sustancia, pero sobre todo es urgente un régimen aceptado por la gente».

Monseñor Lajolo considera que las torturas estadounidenses en Irak han sido «para los Estados Unidos un golpe más grave que el del 11 de septiembre. Con la diferencia de que el golpe no lo han dado los terroristas, sino los mismos estadounidenses».

En los países árabes, constata, «la gran masa de la gente –bajo el influjo de los medios de comunicación árabes, siente crecer en sí la animadversión y el odio por Occidente».

«De hecho, se identifica con frecuencia a Occidente con el cristianismo y es una identificación que no carece totalmente de motivos, pues efectivamente Occidente ha sido fermentado por los valores cristianos y muchos se inspiran en esos valores. Pensemos en Estados Unidos, en el lema: «In God we trust» («Confiamos en Dios»).

En este contexto, concluye, fue providencial la oposición de Juan Pablo II a esta guerra, que impide el que sea percibida como un ataque cristiano al Islam

«El Papa habló muy claramente. Si le hubieran escuchado, ahora no tendrían que lamentarse tanto. La violencia genera violencia, la guerra llama a la guerra. Con frecuencia me acuerdo de lo que decía Lincoln: «en la guerra no hay nada bueno, excepto el final»».

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ZENIT Staff

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