La Santa Sede insiste: Un estatuto internacionalmente garantizado para Jerusalén

RIJEKA, 8 junio 2003 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha recordado la necesidad de establecer un estatuto internacionalmente garantizado para los lugares santos de las tres religiones monoteístas –judaísmo, cristianismo, islam– en Jerusalén.

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El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, afrontó la cuestión al ser interrogado este jueves por los periodistas que siguen a Juan Pablo II en su tercer viaje a Croacia.

Por lo que se refiere a la «Hoja de Ruta», propuesta para la reanudación del proceso de paz en Tierra Santa, el cardenal insistió en la necesidad de delimitar bien las fronteras palestinas.

«No puede haber Estados como quesos de gruyère –afirmó en las declaraciones, publicadas por el diario romano «Il Messaggero»– Los confines deben ser claros».

Los refugiados palestinos, añadió, «tienen el derecho a regresar a sus casas o, en caso contrario, a recibir una indemnización».

El cardenal confesó su esperanza en que continúen las negociaciones impulsadas en la ciudad jordana de Aqaba este miércoles y elogió el compromiso de Estados Unidos.

Para la paz, que se «espera desde hace demasiado tiempo», «todos tendrán que hacer sacrificios», «en el interés de dos pueblos, económicamente desangrados por los gastos militares».

Asimismo confirmó en nombre de la Santa Sede la necesidad de establecer un «estatuto internacionalmente garantizado para los Lugares Santos de Jerusalén».

Por lo que se refiere a Jerusalén Este, posible capital del futuro Estado palestino, el cardenal consideró que «es un problema que hay que afrontar».

A quien le preguntó si la Santa Sede ha cambiado de opinión con respeto a su oposición a la guerra en Irak, respondió: «Juzgará la historia. No hay que mirar atrás para no acabar como la mujer de Lot».

«De todos modos –desde el punto de vista del purpurado italiano–, es pronto para dar un juicio . Educar a los pueblos en la democracia es un trabajo que lleva mucho tiempo. Basta pensar en la historia europea: cuántos siglos hicieron falta… y se trataba de pueblos de grandes civilizaciones».

La esperanza, reconoció, está en que surja entre los pueblos árabes un islam «dialogante y tolerante», como existe en algunas zonas de África y Asia.

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ZENIT Staff

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