La Santa Sede invita a las religiones a no resignarse ante la violencia

Servicio interreligioso sobre un mensaje del Papa en la sede ONU de Ginebra

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GINEBRA, miércoles, 7 febrero 2007 (ZENIT.org).- El observador permanente de la Santa Sede ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra ha hecho un llamamiento a los líderes religiosos a comprometerse en la promoción de la paz y a «no resignarse a una cultura del conflicto».

El arzobispo Silvano Maria Tomasi lanzó la propuesta en un servicio interreligioso celebrado el 30 de enero en la ciudad suiza, en presencia de representantes cristianos, judíos, musulmanes y budistas, sobre el mensaje de Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Paz 2007, «La persona humana, corazón de la paz».

«Desde diferentes tradiciones religiosas y culturales, con nuestras diferentes historias, nos reunimos para afirmar que la paz es un don que tiene que ser acogido y una tarea que debe ser perseguida», comenzó diciendo el representante papal.

«No podemos resignarnos a la cultura del conflicto, no debemos aceptar que los enfrentamientos son inevitables, y que la guerra es algo natural», subrayó.

«Esta confianza procede de una visión de la paz que está profundamente arraigada en los valores centrales y en concepciones compartidas por todas las tradiciones religiosas, según las cuales, Dios, nuestro Creador, ha dado a cada persona una dignidad inalienable y esto nos da una igualdad de derechos y deberes, y establece una inquebrantable solidaridad entre hombres y mujeres», recalcó monseñor Tomasi.

«Pero no somos inocentes», reconoció el arzobispo. «El fenómeno de la violencia se ha ido haciendo cada vez más complejo y, en el siglo XXI, plantea desafíos sin precedentes a la comunidad internacional».

«La tarea de la paz implica ahora superar la brecha entre los ricos y los pobres; acabar con las guerras civiles, con el terrorismo y con los conflictos armados, detener la reanimada carrera y proliferación de armamentos; rechazar la glorificación de la violencia en lo medios de comunicación».

«Millones de personas se ven afectadas por las actuales guerras y los civiles se convierten en su objetivo, ante el desprecio total del derecho humanitario», insistió.

«Estas víctimas y millones de desplazados forzados claman por la paz, por el respeto de su dignidad humana. Es un momento difícil, pero sabemos que hay una lógica moral que se basa en la vida humana y hace posible el diálogo entre individuos y pueblos».

Según el representante papal, «la búsqueda de la paz comienza en el corazón de cada persona, pasando después a los países y a la comunidad internacional, un proceso bien reglamentado y fundado en el respeto de la persona, del derecho a la vida y a la libertad de religión, el libre ejercicio de los derechos humanos fundamentales y la eliminación de desigualdades injustas».

«De este modo, la cuestión consiste en saber cómo podemos curar al mundo, ir más allá de la simple tolerancia y ayudar a los demás con respeto y justicia», afirma.

«La guerra es siempre un fracaso para la comunidad internacional y una grave pérdida para la humanidad», insistió al concluir.

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ZENIT Staff

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