La Santa Sede pide a la OMS potenciar la familia para ayudar a los niños

La lucha contra la pobreza, otro punto esencial, según monseñor Lozano

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GINEBRA, 22 mayo 2003 (ZENIT.org).- La lucha contra la pobreza y el fortalecimiento de la familia son tareas prioritarias para mejorar la situación de los niños en el mundo, según expuso este miércoles la Santa Sede ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) el miércoles.

En su intervención durante la 46ª Asamblea plenaria de este organismo, celebrada en Ginebra, el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, monseñor Javier Lozano Barragán, subrayó que «la pobreza permanece como la principal causa de las enfermedades del niño».

«Más de 4.300.000 niños han muerto recientemente de Sida. Cada día, sólo en África se infectan de Sida 7.000 niños», constató.

«Aún en los países más ricos, uno de cada seis niños vive bajo la línea de la pobreza. La brecha entre ricos y pobres se ensancha cada vez más», advirtió también monseñor Lozano, apuntando que el 30% de los menores de cinco años padece hambre o desnutrición.

La situación lleva a que 250 millones de niños de edad inferior a los 15 años trabajen. De éstos, entre 50 y 60 millones lo hacen en situación de riesgo. Gran parte de los menores tienen exceso de trabajo, falta de descanso y desarrollan su labor en condiciones insalubres.

Por todo ello, el arzobispo mexicano, a la vez que mostró su aprobación por las direcciones de actuación de futuro propuestas por la OMS, destacó la importancia de «combatir la pobreza con medios adecuados dentro de la presente economía globalizada» a fin de crear un ambiente adecuado para el niño.

«La economía, globalizada o no, es para la persona y no la persona para la economía. Es tiempo de tomar en serio la exigencia del bien común internacional que ahora llamaríamos bien “global” internacional», pidió.

El arzobispo insistió asimismo en otro aspecto «mencionado por la OMS»: «la conducta y el desarrollo psicosocial del niño».

«Hoy, muchos niños y adolescentes están abandonados a sí mismos y a sus instintos. Sus ambientes son Internet y la TV. (…) No hay ningún control en los programas de TV o en Internet (…). Se ha extendido el comercio sexual, la pedofilia, la violencia», describió el prelado.

«Muchas familias –advirtió– han renunciado a su deber educativo». Ya sea por el trabajo de los padres o por la división entre ellos, los hijos carecen de amor, cuidados, comunicación personal y formación de la conciencia moral. Incluso, en su educación escolar, se prescinde de las normas porque se piensa que podría «dañar los derechos de los niños a la autodeterminación».

El niño «debe saber quién es, qué desea, qué lo construye y qué lo destruye; y en esta complejidad necesita de una clara y firme dirección». «El afecto y el amor y la dirección segura a partir de sus padres y de toda su familia» es el entorno idóneo para el desarrollo integral del niño, según expuso monseñor Lozano Barragán.

De esta forma, «el ambiente a privilegiar es el ambiente sano familiar que constituye una familia estable y bien fundada que equilibre todos los aspectos del crecimiento de la persona humana», observó.

Además, «la escuela, dentro de la comunidad educativa que verdaderamente forme al niño, debe ser el ambiente que prolonga la misma familia y la ensancha», concluyó el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

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ZENIT Staff

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