La Santa Sede pide derecho y la libertad “para no recaer en el totalitarismo”

Intervención de monseñor Bruguès en Nuremberg

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NUREMBERG, lunes 10 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Europa no debe olvidar la tragedia que supuso el totalitarismo nazi, sino guardar memoria de aquellos terribles acontecimientos para que no vuelvan a repetirse, afirmó el secretario de la Congregación para la Educación Católica, monseñor Jean-Louis Bruguès, ante los ministros de Educación europeos.

El prelado intervino en el IV Seminario de los Ministros de los países pertenecientes a la la Convención Cultural Europea, que ha tenido lugar la semana pasada en Nuremberg y Dachau (Alemania), con una ponencia titulada «Enseñar la memoria: para una Europa de la libertad y el derecho».


Estos hechos, de los que Nuremberg ha sido testigo, hablan «del drama de una época en la que fueron negadas la libertad y la justicia, y pisoteada la dignidad del hombre», añadió monseñor Bruguès.

Es necesario, explicó, guardar memoria de estos hechos, especialmente cuando el tiempo pasa y van desapareciendo los testigos oculares de aquella tragedia, para que «en ningún rincón de Europa se repita una tragedia semejante»..

«El recuerdo del drama de las víctimas, la honra de su memoria, exige que todos se den cuenta de que aquellas circunstancias tenebrosas deben ser una llamada a la responsabilidad para construir el hoy y el mañana de nuestro continente».

Al respecto, afirmó que el derecho y la libertad «son esenciales para evitar recaídas totalitarias no respetuosas del hombre. El derecho, sin embargo, debe fundarse en un alto sentido de la dignidad y de la justicia».

«Salvaguardar la dignidad del hombre no significa solo no matarlo, no torturarlo o no mutilarlo. Significa también dar al hambre y a la sed de justicia que hay en él la posibilidad de ser saciadas», agregó.

El prelado afirmó que es necesario «redoblar los esfuerzos» para luchar contra el racismo, la exclusión, la marginación y la xenofobia, y advirtió que estos males «se insinuan en la sociedad actual y minan los fundamentos de la convivencia pacífica humana».

«Corremos el riesgo de caer nuevamente en la barbarie si no tuviéramos la pasión por la justicia y la libertad y si no nos empeñamos, cada uno con su propia capacidad, a hacer que el mal no prevalezca sobre el bien».


En este sentido, afirmó el prelado, la Santa Sede alaba el empeño de los países firmantes de la convención de «contribuir a través de la educación a la construcción de una Europa más solidaria y democrática, respetuosa de las diversidades y consciente de su identidad».

La enseñanza de la memoria debe contribuir, añadió citando las palabras de Benedicto XVI en Auschwitz en mayo de 2006, para «aprender a amar juntos». Se trata de «hacer más humano al hombre», un hombre que «pueda ser más, y no sólo tener más, que aprenda a vivir no solo con los demás, sino para los demás».

«El deber de la memoria debe continuar moviendo nuestro corazón y nuestra mente a llevar la razón a reconocer el mal y a rechazarlo, a suscitar en nosotros el valor del bien y de la resistencia contra el mal».

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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