La Santa Sede pide no olvidar que el inmigrante “es una persona”

Monseñor Marchetto interviene en el III Foro «Migraciones y Desarrollo»

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ATENAS, jueves 5 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha destacado la necesidad de recordar que el inmigrante es una persona, en el III Foro Mundial “Migraciones y Desarrollo” que se celebra estos días en Atenas (Grecia).

El secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, monseñor Agostino Marchetto, intervino este miércoles en el encuentro, en el que se reflexiona sobre el modo de integrar las políticas de migración en las estrategias de desarrollo.

Monseñor Marchetto afirmó que una correcta aproximación a la gestión de la migración “debería considerar sobre todo que el migrante es una persona humana y, en cuanto tal, posee derechos inalienables, que deben ser respetados por todos y en cualquier situación”.

“Esto comporta numerosas consecuencias y exige medidas específicas, tales como la necesidad de proteger la dignidad de los inmigrantes, y de políticas que afronten las causas de la migración, para que nadie se vea obligado a abandonar su propio país”, indicó.

“Además -añadió-, a cuantos de ellos ofrecen una aportación válida y regular a nuestra sociedad, es necesario hacerles encontrar un contexto capaz de luchar contra las actitudes de discriminación, de intolerancia y de xenofobia, que incluso llegan a tomar como pretexto el trasfondo religioso o étnico”.

Monseñor Marchetto puso sobre la mesa el “difuso sentimiento de derrota” al que asistimos hoy en día frente a muchos de los compromisos asumidos hace sólo unos pocos años.

En este sentido, constató que “los conflictos nuevos y prolongados, la crisis económica, la proliferación de emergencias ambientales, las amenazas a la seguridad interna y externa de los Estados, algunas alarmas sanitarias, la tentación de subordinar las opciones políticas a los intereses de poder o a los beneficios a corto plazo, junto a otros factores, ponen fuertes hipotecas al desarrollo y condicionan de manera significativa las decisiones y la gestión de la migración a nivel mundial”.

En su discurso, el prelado ofreció la respuesta a este desafío que Benedicto XVI propone en su encíclica “Caritas in veritate”: orientarse por los criterios de la justicia y el bien común.

Solidaridad y subsidiariedad

Monseñor Marchetto destacó que el Papa, en su última encíclica, “hace una constante llamada a la solidaridad”, y añadió que “ésta es particularmente urgente en el ámbito de la movilidad laboral”.

“La degradación humana, el derroche social, influyen no sólo de forma grave en la vida de los trabajadores, sino también en sus relaciones familiares, en el grupo social que les acoge y del que provienen, y en el crecimiento económico de ambos, ya que los costes humanos repercuten también en los económicos”, explicó.

Por otra parte, quiso destacar también que “un nuevo acercamiento a estos problemas puede ser ofrecido por el principio de subsidiariedad”.

Ello, en el ámbito de las migraciones, “exige interesar en la gestión de las migraciones a todos los actores implicados en todos los niveles, reconociendo, donde sea posible, la justa autonomía de los ámbitos intermedios (comunidades en la diáspora, asociaciones de migrantes, familias, etcétera)”.

En su discurso, el prelado indicó también que “la integración se realiza plenamente allí donde, entre los inmigrantes y la población autóctona, no se limita sólo al ámbito económico-social, sino que incluye, en la recíproca disponibilidad y acogida, también el cultural”.

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ZENIT Staff

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