La Santa Sede propone una alianza mundial a favor del desarrollo integral

En la que participen organizaciones internacionales, gobiernos, ongs, sociedad civil

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GINEBRA, 2 julio 2003 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha propuesto a la comunidad internacional una alianza a favor del desarrollo integral, basada en la responsabilidad que contraen los que cuentan con más recursos frente a los más vulnerables.

La propuesta fue presentada este martes en Ginebra al Comité Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU.

El marco del llamamiento fue la reunión de ese organismo sobre «Promoción de un enfoque integrado del desarrollo rural en los países en desarrollo para la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible».

«El establecimiento de una fuerte alianza para el desarrollo, que incluya organizaciones internacionales, gobiernos, ongs, sociedad civil, negocios agrícolas y ganaderos, tanto de países desarrollados como en vías de desarrollo, fomentará la unidad de la humanidad», afirmó el prelado.

«Esta alianza debe reconocer que los que disfrutan de recursos económicos y de poder para usarlos están llamados a la solidaridad en favor de los más vulnerables», añadió.

«La unidad del género humano queda en peligro cuando las injusticias económicas internacionales o nacionales dividen a los miembros de la familia humana en injustificables castas económicas», denunció.

Por esto, aseguró, «esta alianza puede contribuir al mantenimiento de la paz internacional y de la seguridad que está obligada a promover las ONU. Puede promover al mismo tiempo las interrelaciones entre todos los pueblos que reforzará el vínculo de solidaridad», afirmó.

«La justicia debe prevalecer en el mundo económico», aseguró.

Esta alianza, según la Santa Sede, debe incluir una «estrategia integrada que ponga en práctica una serie de concesiones económicas y de mercado generosas, sin exigir reciprocidad, al menos a corto plazo».

«En el centro de esta estrategia se encuentra el principio de responsabilidad colectiva, según el cual, las deficiencias y condiciones menos favorables de los países pobres deberían ser afrontadas y remediadas por los países más ricos como si se tratara de problemas internos propios».

Al aplicar esta estrategia, según monseñor Migliore, esta alianza por el desarrollo debería tener en cuenta los siguientes elementos:

–«Limitar las prácticas económicas exteriores que garantizan ayudas temporales, pero que no fortalecen las economías de las áreas rurales de manera que sus habitantes puedan convertirse en actores económicos y sociales activos».

–«Debería alentarse tanto el desarrollo sostenible como la expansión de granjas familiares, junto con la creación de oportunidades de empleo en las áreas rurales».

– «Establecer y reforzar reglas justas del comercio internacional que favorezcan la vigorosa participación de las economías rurales y que no promuevan simplemente los intereses de las economías desarrolladas». Estas reglas, deberían permitir incluso a los Estados más pobres, ser participantes competitivos en la economía global.

-«La condonación de la deuda pensada para remover el peso que impide la recuperación y el crecimiento de Estados en vías de desarrollo y promover nuevos recursos financieros para el desarrollo agrícola».

–«Alentar la inversión pública y privada en una profunda educación primaria y secundaria para todos los niños, así como sistemas de salud básica que reduzcan substancialmente el impacto no sólo del sida, sino también de otras enfermedades que amenazan a las poblaciones rurales pobres, como la malaria, la tifoidea, el cólera, y la tuberculosis».

–«La asistencia económica orientada a programas de salud públicos no debe estar orientada simplemente como ayuda humanitaria a los miembros de la comunidad rural más vulnerables, sino también como parte de una estrategia económica y social destinada a mejorar las condiciones de los trabajadores que constituyen la mano de obra en las áreas rurales del mundo. Miembros sanos de la fuerza de trabajo de los países en desarrollo permitirán a largo plazo mantener relaciones comerciales con otros Estados».

–«Alentar inversiones que ayuden a la erradicación de la malnutrición y al desarrollo de adecuadas fuentes de agua potable».

–«Identificar y eliminar las causas profundas de los conflictos regionales en los que civiles inocentes, con frecuencia habitantes del campo, se convierten en blanco, víctimas del conflicto».

–«Promover la capacidad de compartir tecnología entre los Estados desarrollados y los Estados en desarrollo, especialmente aquellas tecnologías que deberían hacer sostenible el desarrollo rural, garantizar la seguridad alimentaria, la protección del ambiente, y las exportaciones agrícolas de los países desarrollados».

«El mundo de hoy se asienta sobre una paz frágil –concluyó el representante papal–. Demasiadas personas carecen de esperanza, son víctimas de falsas promesas y pierden la confianza en la eficacia de las reuniones regionales e internacionales. Tratar de aliviar la desesperación de los pobres debe inspirar el trabajo constante de la comunidad internacional. No podemos permitir que nuestro trabajo termine aquí».

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ZENIT Staff

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