La Santa Sede recuerda a la ONU su papel en la lucha contra la pobreza

Intervención del arzobispo Migliore en la Plenaria de la Asamblea General

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NUEVA YORK, miércoles, 24 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El representante de la Santa Sede ante la ONU ha recordado de que en la reducción de la pobreza en el mundo, el organismo internacional y los países desarrollados desempeñan un «papel clave».

El arzobispo Celestino Migliore intervino el lunes en la Plenaria de la Asamblea General de la ONU sobre el punto 55 (A) referente al «Seguimiento de los resultados de la Cumbre del Milenio».

La cumbre se celebró en septiembre de 2000 y 171 gobiernos firmaron la Declaración del Milenio en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

«Es alentador oír a las delegaciones que hablan de su compromiso a favor de un desarrollo que tiene un rostro humano –reconoció el nuncio apostólico–. Crear lazos entre los derechos humanos y el desarrollo y reconocer las libertades básicas y la igualdad ante la ley, eliminan muchos conflictos violentos que amenazan las esperanzas de realización de los derechos económicos y sociales».

El prelado recordó que ha habido progresos para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio y que algunos países «han sido capaces de poner en marcha un proceso significativo de desarrollo económico, que les ha permitido asumir por sí mismos el costo económico de los Objetivos de Desarrollo».

Pero «la escasa ayuda económica y las condiciones económicas internacionales no han permitido aún a los países más pobres conseguir las metas más importantes en el ámbito de la educación, la sanidad y el acceso al agua y los servicios higiénicos», advirtió.

Según la intervención de monseñor Migliore –difundida este miércoles por la Santa Sede–, el año pasado la ayuda total oficial al desarrollo fue de 68,5 mil millones de dólares estadounidenses, esto es, el 0,25% de los ingresos de los países donantes, pero se trata de una cifra «lejana» al 0,7% acordado.

Igualmente alertó de que «muchas de las ayudas actuales» «no están orientadas a las necesidades fundamentales de los países pobres».

«La capacidad de los países más pobres, que se encuentran sobre todo en África, de conseguir beneficios fiscales y de exportación no prospera a causa de la subvención a la exportación de los países ricos y por las tarifas impuestas a las exportaciones africanas. Éstas a veces son diez veces superiores a las de las mercancías que circulan en los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)», constató.

De ahí que, según monseñor Migliore, «el éxito de los esfuerzos globales hacia la paz y el desarrollo (…) esté inevitablemente unido a la precisa visión del papel de las Naciones Unidas y a la responsabilidad última de los gobiernos», por lo que el prelado les exhorta a «reinterpretar la idea de soberanía a través de una nueva responsabilidad global».

Tal soberanía incluye «que los países en vías de desarrollo puedan siempre participar plenamente en las decisiones tomadas acerca de los proyectos destinados a sus respectivos territorios».

El prelado indicó que se espera de las Naciones Unidas un liderazgo que contribuya «a garantizar la realización de las ideas nuevas e importantes en lugar de que éstas sean relegadas» y que «se tomen iniciativas para que la acción de los gobiernos nacionales e internacionales sea más consistente».

«En otras palabras –recalcó–, el buen gobierno nacional debe ser respaldado y apoyado por un buen gobierno internacional».

El nuncio apostólico recordó que «cuando 171 gobiernos del Norte y del Sur firmaron la Declaración del Milenio» «había una sensación de urgencia en el aire», y la Santa Sede se alió con aquellos objetivos en el marco de los desafíos del Jubileo. En todo el mundo se lanzaron programas, plazos, campañas y conferencias, un camino que será evaluado el próximo año.

«No obstante, estas cumbres promoverán la causa de la paz sólo si los compromisos en ellas adoptados se cumplen verdaderamente», concluyó.

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ZENIT Staff

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