La Santa Sede sale en defensa de los derechos de las víctimas de guerras

Exige una asistencia digna de este nombre y evitar toda discriminación

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 2 junio 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha salido en defensa de los derechos de las víctimas de los conflictos y de las distintas categorías de armas y de municiones, quienes tienen el derecho a recibir asistencia sin discriminación alguna.

Así lo afirmó el arzobispo Silvano M. Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante las oficinas de Naciones Unidas y otras instituciones internacionales en Ginebra, en la sesión del grupo de expertos gubernamentales de los Estados que han ratificado el Protocolo sobre los residuos bélicos no explotados o abandonados, celebrada en abril, pero cuya intervención se ha hecho pública por la Santa Sede en días pasados.

Este Protocolo forma parte de la Convención sobre la prohibición o limitación de algunas armas convencionales que pueden producir efectos traumáticos, excesivos o indiscriminados sobre las personas, que encontró entre sus primeros impulsores a la Santa Sede.

En primer lugar, el prelado vaticano insistió en que las victimas de los conflictos y de las armas «deben recibir una asistencia apropiada y específica, sin ningún tipo de discriminación».

Las víctimas de restos explosivos de guerra «no se esperan una ayuda para sobrevivir, sino más bien que se pongan las condiciones que les permitan ser miembros con pleno derecho de las sociedades en las que viven, en las que puedan ofrecer su contribución a la prosperidad y la paz, pues son los primeros en comprender en su existencia cuál es la naturaleza de los conflictos y sus consecuencias».

En segundo lugar, monseñor Tomasi la necesidad de ayudar a los países en vías de desarrollo a asumirse las responsabilidad de hacerse cargo de las víctimas.

En tercer lugar, el representante papal pidió que se garanticen los recursos humanos y económicos necesarios para atender a las víctimas de conflictos; crear las estructuras necesarias para su rehabilitación física y psicológica; crear estructuras educativas y formativas para hacer posible la reinserción social, económica y política de las victimas; y tener en cuenta que la política de asistencia incluye el entorno familiar y comunitario de la víctima.

La intervención del nuncio vaticano forma parte de una auténtica campaña que está promoviendo la Santa Sede en las Naciones Unidas contra los armamentos y que tuvo otra manifestación importante el 5 de mayo con la intervención del arzobispo Celestino Migliore, en la sede de Nueva York, para exigir la ratificación del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares.

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ZENIT Staff

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