La santidad, aventura de amor que da sentido a la vida

Dios Trinidad, segunda etapa de los Ejercicios Espirituales

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CIUDAD DEL VATICANO, 19 febrero 2002 (ZENIT.org).- Los Ejercicios Espirituales que realiza Juan Pablo II en el Vaticano han entrado en una segunda etapa que ha culminado con la constatación de la aventura más apasionante del hombre: la santidad, aventura del amor en su plenitud.

El predicador pontificio, el cardenal Cláudio Hummes, llegó a esta conclusión al adentrarse entre la tarde del lunes y la mañana del martes en el misterio de amor más sorprendente para el creyente, la Trinidad.

Experiencia del Amor
Siguiendo un itinerario de «humildad transparente y de pobreza espiritual», el purpurado franciscano no hizo más que poner al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana ante el misterio de las tres Personas.

«Es necesario acercarse al misterio de la Trinidad, quitándonos las sandalias, dejándonos involucrar por el fuego purificador de la zarza ardiente», propuso el arzobispo de Sao Paulo con un lenguaje brasileño preñado de coloridas expresiones bíblicas.

Dios Trinidad, recordó, es un misterio inaccesible para la razón humana. Sólo el amor teologal nos permite descubrir poco a poco ese misterio, a través de una «pedagogía» divina que lleva entablar una relación de amor con las tres personas divinas.

Falsos dioses
El cardenal Hummes contrastó la contemplación de la belleza de Dios con la constatación de la condición del hombre moderno, «contaminado por la ideología racionalista», que le ha llevado a perder «el sentido del misterio, tan necesario para vivir la vida de fe y la vida humana como una aventura maravillosa».

«No acoger la sublimidad del misterio –dijo– significa perderse en caminos que llevan al hombre a adorar su propia obra científica y tecnológica con todas sus limitaciones, fracasos y riesgos».

De aquí, constató, la urgencia de la «nueva evangelización que hace que el hombre moderno sea nuevamente sensible al misterio trascendente de Dios».

Santidad, la auténtica aventura
Para alcanzar este objetivo, aseguró Hummes, debemos «sentarnos a los pies del Maestro y escucharlo».

«Jesús se siente inmensamente feliz por ser el Hijo amado y quiere que también nosotros experimentemos esta felicidad suya, convirtiéndonos en hijos del mismo Padre», dijo el cardenal.

En esta aventura, que lleva a descubrir el amor de Dios Padre, siguió explicando el predicador, es guiada por el Espíritu, «continua fuerza de renovación».

Es la aventura de la santidad, afirmó. Pero, «¿qué significa la santidad?».

«Santidad es la presencia del Espíritu de Dios en nosotros, de la Trinidad en nosotros –respondió–. Su Espíritu que nos hace capaces de experimentar el amor de Dios por nosotros y de responder amando a Dios como a un Padre y amándonos los unos a los otros como hermanos».

«Esto es la santidad, sólo esto. Esto es todo», concluyó.

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ZENIT Staff

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