La secularización exige sacerdotes de «fe radical», asegura el Papa

Recomienda a los seminaristas «silencio» y «oración»

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CIUDAD DEL VATICANO, 18 marzo 2002 (ZENIT.org).- Cuanto más se descristianiza la sociedad, más necesidad tiene de sacerdotes de «fe radical», afirmó este lunes Juan Pablo II.

Al recibir a los candidatos al sacerdocio que estudian en el seminario italiano de San Pío X de la arquidiócesis de Catanzaro, con motivo de los noventa años de su fundación, el pontífice recordó que la primera condición de quien está llamado al sacerdocio debe ser su «radical» (adjetivo repetido en varias ocasiones) amor a Cristo.

«Sobre todo hoy, en una sociedad marcada por el fenómeno de la secularización, es necesario tener claridad de propósitos y firmeza de voluntad, que mana directamente de las fuentes genuinas del Evangelio», afirmó el Santo Padre.

«Cuanto más se descristianiza la gente –añadió–, más es presa de la incertidumbre o de la indiferencia, más necesidad tiene de ver en la persona de los sacerdotes esa fe radical que es como un faro en la noche o como una roca a la cual agarrarse».

Según el Papa, el desafío que hoy día tiene la Iglesia para formar a los futuros sacerdotes está en la capacidad de «ofrecer a esos jóvenes un real y comprometedor camino de fe que, sin dar nada por descontado, les haga capaces de acoger en la verdad el misterio de la persona de Jesús».

Es decir, «de reconocer en Él al Hijo del Dios viviente y el Señor de la historia, y de seguirle cada vez más generosamente», insistió.

Para alcanzar este objetivo, el Papa aconsejó a los futuros sacerdotes «la experiencia del silencio y de la oración», que «ofrece el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico, ardiente y coherente del misterio» de Jesús, hecho hombre por amor.

En este contexto, subrayó después la importancia de la formación académica de los futuros sacerdotes, que debe ser un «instrumento de conocimiento sapiencial y científico», «capaz de fundar y consolidar todo el edificio de la formación espiritual y pastoral de los futuros presbíteros».

Este período de formación será así, concluyó el Papa, «un tiempo especial de silencio y de espera, de pobreza y de comunión, de búsqueda de Dios y de amor a los hermanos, en particular a los últimos, haciendo de la comunidad del seminario una expresión privilegiada de la Iglesia».

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ZENIT Staff

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