La sorprendente encíclica de Benedicto XVI

Entrevista con el padre Thomas Williams, decano de Teología

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ROMA, jueves, 26 enero 2006 (ZENIT.org).- El tema que ha escogido Benedicto XVI para su primera encíclica, el «amor», ha sorprendido tanto a sus incondicionales como a sus críticos, constata el decano de Teología de la Universidad «Regina Apostolorum» de Roma.

El padre Thomas D. Williams L.C., ha comentado con Zenit el contenido y la originalidad de «Deus caritas est» («Dios es amor»), publicada este miércoles en el Vaticano.

–En una palabra, ¿por qué es tan importante esta encíclica?

–Padre Williams: Los observadores vaticanos subrayan la importancia de la primera encíclica de cualquier Papa –una carta doctrinal de la más alta autoridad eclesial–, como un indicador fiable del tono y la dirección que seguirá un determinado pontificado.

La elección del «amor» por parte de Benedicto XVI, como punto central de esta importante toma de posición, desmiente a los críticos que han etiquetado a este Papa como un «duro».

–Pero con tantas preocupaciones prácticas como afronta la Iglesia, los temas de bioética, las cuestiones ecuménicas y el terrorismo, ¿por qué querría el Papa escoger un tema tan etéreo?

–Padre Williams: Obviamente, el Santo Padre considera que el punto del amor está por encima de todo. Recordar el amor de Dios y del prójimo, es el núcleo del mensaje del Evangelio.

El amor es el principio iluminador para evaluar otros importantes temas, como los que usted menciona. Si amamos bien, toda la orientación de nuestra existencia encaja con el plan de Dios para nuestras vidas y el auténtico bien de la humanidad.

–¿Qué entiende usted por «amar bien»?

–Padre Williams: El amor tiene muchos significados diferentes y fácilmente se puede rebajar y echar a perder.

Como reconoce Benedicto XVI, ya al inicio de su carta, hablamos de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios.

Además, la gente a menudo asocia el amor con meros sentimientos que van y vienen, o con egoísmo y deseo.

En esta carta, Benedicto XVI insiste en que el amor significa más que esto, y eventualmente lleva a la entrega de uno mismo, ejemplificada en el sacrificio redentor de Cristo.

–Entonces el amor, en sentido cristiano, ¿no tiene nada que ver con el amor como lo entiende el mundo?

–Padre Williams: No es eso. La comprensión cristiana del amor comprende y sobrepasa las nociones mundanas o meramente «humanas» del amor.

En su encíclica, Benedicto XVI rechaza una polarización entre el «eros», amor de atracción, y el «ágape», amor de entrega, como si el «eros» fuera pagano y el «ágape» cristiano, y arguye en cambio que estos dos tipos de amor están interrelacionados.

El «eros», dice, «está arraigado en la verdadera naturaleza del hombre». Al mismo tiempo, para ser plenamente humano, el «eros» debe madurar en el «ágape», la noción cristiana de caridad o de entrega a los demás, conformada con Cristo.

No es suficiente para nosotros «sentir» amor, tenemos que «elegir» amar como decisión libre.

–¿Podría calificar ésta encíclica como «teológica»?

–Padre Williams: Benedicto XVI hace un enfoque profundamente teológico y bíblico del tema del amor cristiano.

La rehabilitación del amor, indica el Papa, requiere un retorno a sus orígenes divinos. Para comprender la naturaleza del amor, debemos volver la mirada a Dios que es el amor mismo.

Al mismo tiempo, la encíclica es hondamente «humana». La teología cristiana concibe la persona humana como creada a imagen y semejanza de Dios. Amar y ser amado es el verdadero sentido de la existencia humana. Por consiguiente, redescubrimiento del amor quiere decir redescubrimiento de la humanidad.

Además, Benedicto XVI dedica toda la segunda parte de la encíclica a la cuestión práctica del deber de caridad de la Iglesia hacia los pobres y vulnerables, como parte esencial de la identidad eclesial.

–¿Considera que es casual la fecha elegida para publicar la encíclica?

–Padre Williams: Poéticamente hablando, esta encíclica coincide con los nueves meses de pontificado de Benedicto XVI, permitiendo una inevitable comparación con el nacimiento de un niño.

La primogénita de Benedicto toma la forma de reflexión de 78 páginas, llamativamente corta si se compara con las encíclicas de Juan Pablo II, que normalmente eran el doble de largas.

Aunque es un bebé pequeñito, según los estándares actuales, la encíclica aborda cuestiones difíciles y compensa en profundidad lo que falta en amplitud.

–¿Hay grandes sorpresas en el documento?

–Padre Williams: Desde su elección, el Papa Benedicto XVI ha sido una sorpresa tanto para quienes le apoyaban como para los críticos.

Cuando Joseph Ratzinger sucedió a Juan Pablo II como Papa el pasado abril, muchos creían que sería un cizañero que venía a hacer limpieza eclesial. No ha sido el caso.

La entrega de la primera encíclica del Papa hará sólo todavía más ridículo este encasillamiento de Benedicto XVI como un «duro» tanto a nivel doctrinal como de disciplina.

Benedicto ha usado su primer gran momento magisterial para lanzar un mensaje de esperanza y no para poner a todos a raya. «Deus caritas est» se centra en el amor de Dios que todos nosotros estamos llamados a aceptar e imitar.

Si, como muchos sospechan, esta primera encíclica constituye la «declaración de la misión» como Papa de Benedicto XVI, podemos esperar más sorpresas a lo largo de este pontificado.

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ZENIT Staff

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