La tentación de la bioética, ser como dioses, advierte el profesor Edmund Pellegino

Presidente del Consejo de Bioética de Estados Unidos

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RIMINI, domingo, 3 septiembre 2006 (ZENIT.org).- El martes 22 de agosto en el Meeting por la Amistad entre los Pueblos organizado en Rímini, Italia, por el Movimiento Comunión y Liberación, el profesor Edmund Pellegrino, profesor emérito de Medicina de la Universidad de Georgetown y presidente del Consejo de Bioética de Estados Unidos, afrontó el tema: «La Bioética y la búsqueda de la felicidad».

Para el profesor Pellegrino, «la felicidad es nuestro destino», porque, como decía santo Tomás de Aquino «todas las ciencias y el arte están dirigidos en modo ordenado hacia la felicidad», aunque «nuestra felicidad será plena sólo tras la muerte, cuando estaremos cara a cara con Dios».

La vía hedonística que busca la felicidad en los centros comerciales, en la cirugía plástica, en los gurús televisivos, en las píldoras, es vana –explicó Pellegrino– porque «ningún placer es totalmente satisfactorio».

En cuanto al uso de las nuevas técnicas médicas, el presidente del Consejo de Bioética estadounidense afirmó que no todo es defendible desde un punto de vista ético: «Hay cosas en medicina que no deberíamos hacer nunca, como por ejemplo el empleo de las células madre embrionarias» (estaminales).

El profesor advirtió ante el riesgo de hacer de la medicina un modo para «llegar a una nueva creación del género humano, pensando mejorar lo que Dios ha hecho», y denunció comportamientos como los de practicar las diagnosis en el útero para luego suprimir «al niño que no correspondiera a la idea de lo que debería ser un niño perfecto».

Según el profesor estadounidense, «la tecnología ofrece muchas puertas a la investigación de la felicidad humana, pero se trata de ver cuáles de estas puertas no deberían ser abiertas nunca y cuáles vueltas a cerrar enseguida».

«El deseo de saber –sostuvo Pellegrino– es deseo de conocer a Dios, pero debemos saber cómo usar el conocimiento del bien y del mal para no acabar todos como Adán y Eva» y para esto «no hay que alimentar falsas esperanzas como la de la inmortalidad».

Al final de su intervención, el profesor norteamericano afrontó el problema de cómo deben situarse los cristianos ante las nuevas técnicas médicas.

En este sentido, Pellegrino citó a Juan Pablo II, quien escribió que «hay que afirmar la preeminencia de la ética sobre la técnica y de la persona sobre las cosas» para luego concluir que «la felicidad en la tierra es anticipar la visión de Dios en la eternidad», porque «sólo en Dios podemos encontrar el infinito».

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ZENIT Staff

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