La Unión Europea ante su propio futuro

Ampliación, gobierno, derechos, euro…, desafíos para los próximos meses

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ROMA, 11 nov (ZENIT.org).- Entre los próximos 7 y 8 de diciembre, los líderes de los países miembros de la Unión Europea (UE)
mantendrán su acostumbrada reunión semestral, en la ciudad francesa de
Niza. Esta institución tiene que revisar en estos momentos su posición en
asuntos que determinarán decisivamente su futuro. Entre otras cosas, cabe
destacar la cuestión de su apertura a los nuevos Estados miembros, la
reforma de los mecanismos de gobierno interno, y el futuro de la moneda común.

La Unión crece
Según informaba el «Financial Times» (8 noviembre), la Comisión Europea
prometió recientemente hacer todo lo posible para asegurar la ampliación de
la UE para mediados del 2004. Según el plan aprobado por la Comisión con
vistas acelerar la ampliación, el final de las negociaciones con los
candidatos que se encuentran en primera línea para entrar en la UE tendrán
lugar a finales del 2002.

Un sistema de gobierno
Sin embargo, la perspectiva de ampliar la UE suscita muchas cuestiones
sobre su sistema de gobierno. Algunos, como es el caso de Francia, están a
favor de una integración progresiva de los gobiernos y de las políticas
nacionales, con el objetivo de crear una entidad europea más unida y más
centralizada. Otros por el contrario, como Alemania y Gran Bretaña, optan
por un tipo de estructura más federalista, que podría dejar más autonomía a
cada país miembro.

Otra cuestión abierta es la composición de la Comisión Europea. Este órgano
se compone normalmente por veinte miembros, uno por cada uno de los quince
estados de la UE, y un representante extra para las naciones más grandes.
Se discute ahora una propuesta que podría limitar la representación a un
solo miembro por Estado, pues de lo contrario con la ampliación de la UE la
Comisión se haría demasiado grande.

Un asunto más difícil de resolver es el método de votación usado en el
Consejo de la Unión Europea. En la actualidad, los miembros más grandes
tienen diez votos. El número de los demás disminuye, dependiendo de su
tamaño. En total, hay 87 votos. Para decidir muchos asuntos, se requiere
una mayoría de 62 votos. En la actualidad un número relativamente pequeño
de países puede bloquear decisiones del Consejo. Ahora bien, con la suma de
nuevos miembros, esto se hará más difícil ya que el número de votos
requerido para impedir la aprobación aumentará.

Por lo tanto, algunos de los países más grandes piden un aumento del número
de votos, de manera que puedan mantener su posición preponderante.

Se han hecho también propuestas para eliminar la necesidad del voto por
unanimidad. En la actualidad, en temas claves, un solo país puede impedir
cualquier cambio con su voto negativo. Si este poder de veto se mantuviera
en una UE ampliada, es fácil prever que las decisiones del Consejo sean
obstaculizadas con mucha frecuencia.

Carta Europea de Derechos Fundamentales
Otro asunto a decidir en la reunión de Niza es la adopción de la de Carta
Europea de Derechos Fundamentales, aprobada por el Parlamento europeo por
410 votos a favor, 93 en contra y siete abstenciones, el pasado 14 de
noviembre. Hubo un amplio debate sobre este documento, como ha informado
Zenit en sus servicios diarios de las últimas semanas.

Los obispos católicos han expresado reservas debido a la falta de
reconocimiento en el texto de la herencia cristiana de Europa y también por
temor a que no defienda adecuadamente la vida humana desde el momento de la
concepción.

Otros, especialmente los británicos que como siempre son muy recelosos ante
la UE, temen que la Carta supedite las leyes nacionales y represente una
ulterior pérdida de soberanía nacional. Por ejemplo, en la edición europea
del «Wall Street Journal» (26 octubre) Francis Maude, ministro en la sombra
del Partido Conservador, advertía que la Carta era un
paso hacia la creación de un «superestado» europeo.

El euro
Sin embargo, el asunto que ha llamado más la atención recientemente es la
suerte del euro. Las incertidumbres políticas en Estados Unidos no han sido
de ayuda para la moneda única europea. Al final de este año el euro
cumplirá dos años y desde su introducción ha perdido cerca de un 30% de su
valor frente al dólar. Sin embargo, a pesar de este fracaso, ha ocasionando
importantes cambios en los mercados financieros europeos.

Según el «Wall Street Journal» (6 noviembre), la debilidad del euro y la
impotencia del Banco Central Europeo para defender la moneda única, hace
que la divisa europea común parezca un fracaso. No obstante, el diario
indica que la creación de una moneda compartida por 11 países está
generando mayores reservas y liquidez en los mercados de valores europeos,
abriendo mercados financieros globales a compañías que nunca antes fueron
bienvenidas. El resultado de estos cambios es un mercado de capitales
maduro que está reduciendo los costes del capital en Europa y haciendo que
las compras sean más fáciles de financiar.

Al mismo tiempo, el euro está desgastando las fronteras económicas
nacionales, preparando la consolidación de las reservas nacionales y los
mercados de valores y presionando a los gobiernos europeos, que ahora
tienen una política monetaria común, para que armonicen otras políticas
económicas.

El «Washington Post» (10 noviembre) también constataba muchos hombres de
negocios europeos están contentos con el euro. No solamente su devaluación
ha permitido un «boom» de exportaciones, sino que además la existencia de
una moneda única ha roto muchas barreras nacionales, de manera que las
economías de los 11 países que han adoptado la moneda constituyen ahora una
«Eurolandia» integrada.

Algunas debilidades
No obstante la caída del euro en el cambio de divisas ha causado daños. Si
bien ha estimulado las exportaciones, está empeorando las perspectivas de
inflación en Europa, afectando a los beneficios de las compañías europeas
que se basan en las importaciones de petróleo y otros géneros cuyo valor
está basado en el dólar, socavando así la confianza en la integración
económica europea. Si la situación no mejora antes de enero de 2002, cuando
los europeos cambien el euro por su monedas nacionales, la opinión pública
podría volverse contra el experimento de la moneda común.

El declive continuado del euro ha sido analizado por numerosos artículos de
prensa. En el «Daily Telegraph» (8 noviembre) Meghnad Desai, profesor de
Economía en el Escuela de Economía de Londres, pedía la suspensión del
euro.

Según Desai, el deslizamiento del euro no está causando una
sobrevalorización del dólar, dando fuerza a los valores de Wall Street, y
provocando el alto crecimiento económico de Estados Unidos. El factor clave
es el deslice de capitales de la zona del euro a Estados Unidos y Gran
Bretaña. Desai indica que la zona del euro está perdiendo capital a razón
de 50-60.000 millones de dólares al mes. Las oportunidades de beneficio son
mejores fuera de la zona del euro. Ante
esta situación, Desai ha pedido que el cambio en euro se suspenda y que sea
relanzado más adelante.

Mientras tanto, un editorial del «Financial Times» (7 noviembre) era muy
crítico con el Banco Central Europeo. Según el diario, no sólo ha actuado
tarde y con desánimo en defensa del euro, sino que también ha dado la
impresión de no contar con una estrategia.

Por el contrario, un editorial de «The Economist» (11 noviembre) se ha
mostrado moderadamente optimista ante las perspectivas a largo plazo del
euro. El semanario indicaba que la situación económica fu
ndamental de
Europa es saludable, mientras Estados Unidos está sufriendo dificultades
económicas, como un gran déficit de cuenta corriente y tasas negativas de
ahorro personal, de manera que el papel predominante lo están asumiendo los
mercados de valores. Por lo tanto, existe una bien fundada esperanza de que
el euro se recupere en un futuro próximo.
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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