La violación de la libertad religiosa también provoca pobreza

Marco Invernizzi, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, y el Informe de EE. UU.

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 noviembre 2001 (ZENIT.org).- China, Irán, Irak, Myanmar, Sudán, Corea del Norte, son los países que el Departamento de Estado ha incluido en la «lista negra» por haber violado de manera particularmente grave el derecho a la libertad religiosa.

El Informe anual hace también observaciones particularmente negativas a Arabia Saudí, Laos y Turkmenistán. El régimen de los Talibán también se ha manchado de violaciones «particularmente graves», pero en el documento se mencionan a parte, pues Estados Unidos no considera legítimo el gobierno de Afganistán.

Pero la lista completa de los países en los que no hay libertad de religión y culto es mucho más larga, como constata Marco Invernizzi, coordinador del «Informe 2001 sobre la libertad religiosa en el mundo», publicado por la asociación de derecho pontificio Ayuda a la Iglesia Necesitada, en estas declaraciones concedidas a Radio Vaticano

–¿Donde se viola la libertad religiosa?

–Marco Invernizzi: El Informe del Departamento de Estado norteamericano hace una lista de los países, pero se podrían añadir otros. Se trata de áreas que en nuestro Informe hemos descrito con colores. Hay un área verde, en la que la violación de la libertad religiosa se debe a países de mayoría islámica. Hay un área roja que engloba a los países en los que sobrevive la ideología totalitaria del marxismo. Hay otros colores –el negro y el azul– que hemos utilizado para indicar los lugares en los que la libertad religiosa ha sido puesta en peligro por conflictos locales o legislaciones restrictivas de Estados. Ahora bien, más allá de los diferentes casos, el problema está en comprender qué es lo que se entiende por libertad religiosa.

–¿Que pasa? ¿No está claro este punto? ¿No hay muchos documentos de las Naciones Unidas al respecto?

–Marco Invernizzi: No hay claridad, pues es el principal derecho del hombre y en general se habla muy poco de él. La libertad religiosa significa que cada hombre debe poder profesar libremente dentro del Estado en el que vive su propia religión, con actos de culto públicos, y debe poder cambiar de religión sin ser sometido a presiones de ningún tipo por parte del Estado, en el marco de las leyes del Estado y del bien común.

–Se achaca a la diferencia entre el Norte rico y el Sur pobre parte de la crisis actual. ¿No cree que habría que recordar también a los países pobres que su desarrollo pasa necesariamente por el respeto de los derechos humanos, en particular, del de la libertad religiosa, incluidos los países de religión musulmana que lo violan?

–Marco Invernizzi: Hay que estar atentos sobre todo a la demagogia. La pobreza no es automáticamente sinónimo de virtud, en especial desde el punto de vista de los Estados. Un Estado puede ser pobre y violar los derechos humanos, en particular el de la libertad religiosa.

Además, hay casos, como el de Arabia Saudí, que son Estados ricos que violan la libertad religiosa, que no utilizan las riquezas para promover el desarrollo, ni mejorar la situación de sus poblaciones, o la de los países con los que están ligados a causa de la fe religiosa común.

Yo creo, como afirma por ejemplo, el padre Piero Gheddo, misionero, que el respeto de los derechos humanos, la práctica de la libertad religiosa, no son la causa inmediata pero influyen ciertamente en el desarrollo económico y, por tanto, en la situación de pobreza de muchos países.

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ZENIT Staff

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