La visita del Papa revitaliza la Iglesia en un país invadido por las sectas

Guatemala, experimento de grupos fundamentalista para invadir Latinoamérica

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CIUDAD DE GUATEMALA, 30 julio 2002 (ZENIT.org).- La canonización del Hermano Pedro de San José de Betancur (1626-1667), uno de los acontecimientos más importantes de la historia del catolicismo guatemalteco, es un empuje decisivo para este país invadido por las sectas.

En los últimos treinta años, según algunos expertos, grupos protestantes y otras sectas religiosas han logrado atraer a casi el 30 por ciento de la población.

El Secretario del Movimiento Internacional de la Iglesia de Dios y de Pentecostés, denominación evangelista, José Elías estima que en Guatemala existen actualmente unos diez mil grupos fundamentalistas.

Se dan casos, como el de la provincia de Sololá, donde los lugares de culto católico son 194 mientras que los de las denominaciones de origen evangélico superan los 500.

Varios representantes de la Santa Sede han denunciado en los últimos años que Guatemala se ha convertido en una especie de experimento para los grupos fundamentalistas de Estados Unidos para penetrar en toda América Latina.

El arzobispo mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, en declaraciones publicadas por la agencia «Notimex» el 3 de enero de 1999, revelaba que el origen de esta invasión se encuentra en el informe redactado por Nelson A. Rockefeller para el presidente Richard Nixon en agosto de 1969.

El documento sostenía que tras el Concilio Vaticano II «la Iglesia católica ha dejado de ser un aliado de confianza para Estados Unidos y la garantía de estabilidad social en el continente (sudamericano)», por lo que insistía en «la necesidad de sustituir a los católicos por otros cristianos en América Latina».

Rockefeller pedía en el documento apoyar «a los grupos fundamentalistas cristianos (protestantes) y a iglesias tipo Moon y Hare Krishna».

Monseñor Lozano revelaba que las sectas se habían propuesto para el año 2000 tener entre sus filas al 50 por ciento de la población guatemalteca, objetivo que claramente ha fracasado.

Uno de los miembros más influyentes de los grupos fundamentalistas es el antiguo dictador Efraín Ríos Montt, presidente entre 1982 y 1983 gracias a un golpe de Estado.

Ríos Montt, actual presidente del Congreso guatemalteco, fue un predicador virulento en un programa televisivo durante años. Cuando Juan Pablo II visitó por primera vez su país, en 1983, le recibió ejecutando en vísperas de su viaje a seis detenidos para quienes el Papa había pedido la gracia presidencial.

«Antes había un 99 por ciento de católicos» en el país, «pero muchos no tenían nada de compromiso, eran solo católicos de nombre; ahora tenemos un 70 por ciento», reconocía este domingo el obispo de la diócesis de Escuintla, Fernando C. Gamalero, en declaraciones a la prensa.

«Lo más importante es la calidad del católico, que es muy superior. No nos estamos fijando en la cantidad, porque además, desde hace tiempo el compromiso de la Iglesia abarca otros temas como los derechos humanos y lo social. Estamos muy comprometidos los obispos, sacerdotes y laicos», agrega monseñor Gamalero.

El prelado reconoció que el descenso en el número de fieles obedece, en parte, a las técnicas agresivas de reclutamiento de las sectas: «hacen una especie de terrorismo contra la Iglesia católica».

Y responde también, en parte, a la financiación económica que han recibido de grupos estadounidenses y a las posibilidades con las que cuentan: «cuando un administrador en una finca o en una maquila es evangélico, y llega un católico a pedir trabajo, no se lo dan», explica.

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ZENIT Staff

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