La vocación de las Obras Misionales Pontificias, en la oración del Santo Padre

En su intención misionera para el mes de mayo

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 2 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI reza «para que las Obras Misioneras Pontificias, queridas por el Santo Padre y los Obispos para la evangelización de todas las naciones, ayuden al pueblo de Dios a sentirse parte viva de la misión “ad gentes”».

Así lo anuncia la intención misionera del Apostolado de la Oración, que el Santo Padre asume como propia para ofrecer sus oraciones y sacrificios junto a miles de laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos del mundo entero.

Ya «durante su largo pontificado, el Papa Juan Pablo II (…) no dejó nunca de subrayar la importancia y el papel determinante de las Obras Misionales Pontificias (OMP) para la vida de la Iglesia y para la sensibilización de todo el pueblo de Dios hacia la misión», recuerda el prefecto de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Crescenzio Sepe, en su comentario a la intención.

«A estas Obras –cita– se le debe reservar justamente el primer puesto, porque son medios para infundir en los católicos, desde la infancia, un espíritu realmente universal y misionero y para favorecer una adecuada colecta de ayudas en beneficio de todas las misiones y según las necesidades de cada una» (Decreto conciliar Ad Gentes, n. 38).

De acuerdo con el purpurado, la intención misionera indicada por el Papa para este mes se orienta a la Asamblea General de las OMP, convocada cada año en mayo.

Es cuando, procedentes de todas partes del mundo, 114 directores nacionales, junto a los secretarios generales de las cuatro OMP, al presidente y al prefecto del dicasterio misionero, reflexionan sobre la animación misionera en los diversos países, estudian los desafíos pastorales que hoy se plantean a la misión, programan las actividades de mayor relieve, analizan las peticiones de ayuda recibidas y distribuyen lo recogido.

«En esta reunión se puede decir que está representado todo el mundo misionero en su universalidad: desde los países más pobres, que aún desde su pobreza no dudan en privarse de lo necesario para dar lo poco que tienen –poco a los ojos de los hombres pero de un valor inestimable a los ojos de Dios–, a los países más ricos, que sustentan con su generosidad a muchas Iglesias más jóvenes», aclara el purpurado.

«Que nuestra oración acompañe en particular los trabajos de este encuentro, por la importancia y la responsabilidad que ello comporta, de tal modo que el Espíritu Santo, “protagonista de toda la misión eclesial” (Cf. «Redemptoris Missio», 11) renueve los prodigios de Pentecostés e indique el camino que se debe emprender para animar a la misión a toda la Iglesia, tomando conciencia cada uno de la propia responsabilidad de bautizado», exhorta es su comentario publicado por «Fides».

Este año, por primera vez, la Asamblea General anual de las OMP se celebrará en Lyón (Francia) –4 al 13 de mayo– con motivo de la inauguración de la casa dedicada a Pauline Marie Jaricot, fundadora de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe.

Se podrá tener así «un momento de memoria, de oración y de renovado compromiso misionero». Y es que la joven de Lyón, «con intuiciones sencillas y prácticas, dio vida a una obra que no ha dejado nunca de crecer en todas las partes del mundo», «se dejó tocar por los pobres y por la miseria de los que no conocen a Dios» y manifestó «su pasión por un apostolado universal», recuerda el cardenal Sepe citando la Carta de Juan Pablo II por el bicentenario del nacimiento de Pauline Jaricot (14 de septiembre de 1999, n.2).

La vida diaria de Pauline Jaricot «estuvo iluminada por la Eucaristía y la adoración del Santísimo Sacramento: no podría haber circunstancia mejor para recordar su testimonio misionero que precisamente este Año de la Eucaristía», reconoce el purpurado.

Porque –recuerda– «la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo» (Cf. «Ecclesia de Eucharistia», 22)

De ahí que el purpurado invite a permanecer «en prolongada y devota oración ante el Santísimo Sacramento» y a dejarnos «conducirnos por Maria, «Mujer eucarística» (Cf. «Ecclesia de Eucharistia», 53) a quien la piedad popular consagra el mes de mayo».

«Pidamos del Señor –exhorta también– una renovada efusión de su Santo Espíritu para que las Obras Misionales Pontificias, fieles a su carisma y discerniendo los signos de los tiempos, sean capaces de ayudar eficazmente a todo el pueblo de Dios a sentirse implicado en primera persona en la misión evangelizadora de la Iglesia, que está todavía bien lejos de su cumplimiento».

Las OMP, aunque son cuatro –fundadas en momentos y por figuras distintas— («Obra Pontificia de Propagación de la Fe», «Obra Pontificia de la Santa Infancia», «Obra Pontificia de San Pedro Apóstol» y «Obra Pontificia de la Unión Misionera»), constituyen una única institución y tienen una misión fundamental que las une: promover el espíritu misionero universal en todo el Pueblo de Dios que es la Iglesia.

Todos los meses, el Papa también ofrece sus oraciones por una intención general, que en mayo dice así: «Por los perseguidos a causa de la fe y la justicia, para que experimenten el consuelo y la fuerza del Espíritu Santo».

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ZENIT Staff

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