La voz de la Iglesia en la sociedad

Mensaje de la Conferencia de los obispos suizos para el 1 de agosto 2013

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Por qué no se puede prescindir de la voz de la Iglesia (de las Iglesias) es el tema abordado por monseñor Charles Morerod, obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo  y vicepresidente de la Conferencia de los obispos suizos, para su mensaje por el 1 de agosto.

«En una sociedad pluralistas como la suiza, nos preguntamos si la Iglesia debe todavía intervenir públicamente o abstenerse. Esta pregunta toca evidentemente cada Iglesia o religión, pero aquí lo afrontamos como Iglesia católica», comienza diciendo en el mensaje.

Continúa afirmando que «hablar de intervención pública no significa limitarse a las declaraciones de los obispos, porque afecta en primer lugar cada acto realizado por personas movidas por la fe. Ser cristiano, de hecho, debe tener un efecto, sino no significa nada. Si el cristiano cree que Dios quiere mucho a los hombres, se siente llamado a hacer lo mismo, manifestándolo en la atención hacia los que nadie considera y en el perdón hasta el amor a los enemigos».

Del mismo modo recuerda que «el perdón y la integración de quién es débil son esenciales a la existencia misma de una comunidad humana unida. Si se recorre la historia atentos a este aspecto, ser verá hasta qué punto el Evangelio ha plasmado nuestra sociedad». 

Como revela un estudio reciente nacional – señala monseñor Morerod  – gran parte de los suizos considera positivo el impacto de las Iglesias (no solo de la católica) al menos sobre los marginados.

De ahí, explica que «las posiciones asumidas por los cristianos no son meramente individuales, porque el ser humano vive en sociedad y la fe integra esta dimensión comunitaria».

Así mismo recuerda que «si el comportamiento de los fieles, clero incluido obviamente, a veces no se corresponde con el del Evangelio, no significa que este Evangelio no vaya anunciado. Es más: lo anunciamos, a nosotros mismo y a los otros, como fuente de renovación ofrecida por Dios, en grado de ser acogido por nuestra libertad. Sin una constante renovación, la fe y sus consecuencias prácticas desaparecen y se arriesga que se pierdan».

A continuación pasa a dar algunos ejemplos de lo que puede aportar a la sociedad una visión cristiana de la vida, entre los que están: el hombre no es solo materia, una óptica puramente materialista no basta para hacerlo feliz; el cristianismo invita a ir más allá del egoísmo y recuerda que la vida terrena no es la única perspectiva; el hecho de conocer el factor religioso en las raíces asume un rol importante en el mundo, el hecho de conocerlo desde el interior favorece la percepción del mundo mismo; una visión religiosa contribuye al diálogo con otras religiones.

Por eso, finaliza el mensaje del obispo, «si alguna vez los obispos intervienen públicamente sobre temas de sociedad, no es sólo para instruir la fe de los católicos, sino también para proponer a todos la contribución de una visión cristiana. Lo hacemos escuchando las ideas de otros y esperando ser escuchados con la disponibilidad presupuesta de una sociedad democrática».  

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ZENIT Staff

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