Las complicadas relaciones entre cristianos, judíos y musulmanes en la Tierra de Jesús

Entrevista con Su Beatitud Michel Sabbah, patriarca latino de Jerusalén

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JERUSALÉN, miércoles, 23 marzo 2005 (ZENIT.org).- Las relaciones entre cristianos, judíos y musulmanes en la Tierra de Jesús son difíciles, pero no imposibles y en ocasiones son realmente buenas, afirma Su Beatitud Michel Sabbah.

Patriarca latino de Jerusalén desde 1987, en esta entrevista, recogida para Zenit por Gianluca Solera, nos habla de las relaciones sociales y del diálogo entre fieles de las tres religiones que reconocen como padre en la fe a Abraham.

–Excelencia, hablemos de la presencia cristiana en Tierra Santa, que hoy no llega al 2,5% de la población, en Israel y los Territorios palestinos. Antes de la existencia del Estado de Israel, los cristianos de Jerusalén, por ejemplo, eran un tercio de la población. ¿Que significa ser minoría hoy para un cristiano en Tierra Santa?

–Michel Sabbah: Hay que distinguir entre el aspecto social, es decir el hecho de ser minoría, y el religioso. Según el último, no se trata de una cuestión de mayorías, sino de ser cristianos. Cristo dijo: «Si tenéis fe, podéis mover montañas».

Por tanto, aunque hubiera un solo cristiano, con la fe podría «mover» a toda la sociedad. Si vivimos bien nuestra fe, nos liberamos del complejo del número pequeño. Desde el punto de vista social, somos evidentemente una comunidad de personas que pueden vivir las tensiones típicas de una relación entre mayoría y minoría, especialmente en el compromiso y administración de la vida pública.

Sin embargo, un cristiano no es sólo cristiano, es también parte de su pueblo. Como palestino, como ciudadano, no debería existir el complejo de inferioridad para un cristiano. En esto hay que educar y hacer tomar conciencia.

–¿Qué papel desempeñan los cristianos palestinos en la sociedad palestina?

–Michel Sabbah: El cristiano pertenece a la Iglesia y también a su sociedad, y tiene derechos y deberes respecto a esta, igual que un musulmán. Los cristianos han estado presentes y están todavía, en diversos campos de la vida pública, en varios partidos políticos, en la resistencia a la ocupación militar, en el exigir libertad y dignidad, como todos los palestinos.

Pero un cristiano tiene una visión propia respecto a un conflicto, la de la no-violencia, la del perdón y el amor. Perdón y amor no quieren decir abandonar los propios derechos. Por el contrario, con el amor y el perdón, se adquiere fuerza para exigir los propios derechos, violados por el opresor o invasor.

–Y sin embargo la mitad de los cristianos palestinos viven ya fuera de Tierra Santa. ¿Que relación existe entre los cristianos palestinos emigrados y los que se han quedado? ¿La Iglesia ayuda a los cristianos palestinos que quieren volver?

–Michel Sabbah: Se dan relaciones de familia… De todos modos, hay que distinguir entre la emigración de fines del siglo XIX y principios del XX, que ha interrumpido casi toda relación con la tierra de origen y ya no habla árabe, y la más reciente.

El actual presidente de El Salvador, por ejemplo, es oriundo de Belén, y también lo es su oponente en las últimas elecciones. Los dos llegaron a Centroamérica a principios del siglo pasado. En cambio, los que se fueron tras la creación del Estado de Israel, mantienen el contacto, visitan a la familia, envían dinero, etc.

Hemos mandado sacerdotes a tres parroquias para nuestros fieles de rito latino emigrados a Estados Unidos, donde se ha creado la «Holy Land Christian Ecumenical Foundation», una fundación ecuménica para reagrupar a los inmigrantes cristianos palestinos, no sólo católicos.

–En Israel también hay una pequeña comunidad de judíos de fe cristiana, unos trescientos católicos y unos cinco mil protestantes. ¿Como son las relaciones entre palestinos y judíos de fe cristiana?

–Michel Sabbah: Hay que distinguir entre los árabes cristianos que viven en Israel, y los que viven en los territorios ocupados. Los primeros están en contacto con los judíos cristianos, y a menudo rezan juntos en las mismas parroquias. Normalmente, los judíos de fe cristiana tienen una celebración religiosa especial en hebreo, como en Jaffa, Tel Aviv y Jerusalén. En Beersheva, en cambio, la parroquia es judía, y los árabes cristianos rezan con ellos. Y también mantienen contactos habituales. En cambio, con los árabes cristianos de los territorios ocupados, los contactos no son posibles, por una razón muy sencilla: Israel prohíbe a los israelíes que vayan a los territorios, y los palestinos no pueden trasladarse con facilidad a Israel. ¡Hay una división política tajante!

–¿Es verdad que está prohibido en Israel hacer proselitismo entre los judíos?

–Michel Sabbah: Hay una ley «antimisionera» que condena con la cárcel a quien haga presión sobre otra persona para convertirla. En el caso de conversiones espontáneas, se respeta la libertad de conciencia, aunque hay una presión de la familia en sentido opuesto.

–Hablando con varios párrocos de los territorios palestinos, he recogido diversas opiniones sobre las relaciones entre cristianos y musulmanes. ¿Cuál es la suya?

–Michel Sabbah: El asunto de las relaciones entre cristianos y musulmanes comporta mucha confusión, porque cada uno quiere interpretar desde su propio punto de vista los hechos o incidentes que se dan en esta relación. En mi opinión, estas relaciones hay que contemplarlas desde dos puntos de vista: el humano –musulmanes y cristianos palestinos son un solo pueblo y comparten una historia, una cultura y un porvenir– y el religioso –somos cristianos, en nuestras sociedades árabe y musulmana, para dar testimonio de Jesús en su tierra–.

Dicho esto, las relaciones con las autoridades son buenas, tanto en Jordania como en Palestina, incluso diría óptimas. En la sociedad, se da una buena convivencia y colaboración en todos los campos (educación, política, negocios, etc.). De vez en cuando, puede haber incidentes, en especial en esta situación confusa, porque la Autoridad Palestina no tiene las competencias necesarias, por las razones políticas que todos conocemos, a causa del conflicto.

Cuando exista un Estado palestino, con un gobierno libre y bien definido, las autoridades podrán tomar las medidas necesarias para mantener el orden. De todas maneras, hoy por hoy, en caso de incidentes, la comunidad del lugar, gracias a sus normas tradicionales de mediación, logra reestablecer el orden.

–El Papa Juan Pablo II ha sido un gran artífice del diálogo ecuménico e interreligioso. ¿Existe en Tierra Santa un trabajo específico de acercamiento entre la comunidad cristiana y la islámica?

–Michel Sabbah: Mantenemos un contacto cotidiano con las autoridades religiosas. Además, hay una relación de colaboración y convivencia cotidiana entre cristianos y musulmanes, como ya he dicho. Existe también un centro de diálogo, llamado «Al-Liqa» (Encuentro), que reúne a intelectuales cristianos y musulmanes para debatir y reflexionar juntos. Y además la Autoridad Palestina tiene en cuenta la dimensión internacional y especialmente cristiana de Palestina, y toma medidas en este sentido nombrando, por ejemplo, alcaldes cristianos en las ciudades de carácter cristiano, aunque ya no tienen mayoría cristiana debido a la emigración.

–¿Hay iniciativas de oración compartida?

–Michel Sabbah: No, todavía no. Los musulmanes no rezan con los cristianos, y viceversa. Pero en las escuelas católicas, a las que van cristianos y musulmanes, se lee a veces, antes de entrar en clase, el Evangelio y también algunos versículos del Corán. En algunas escuelas, como la de Ramala, la educación religiosa es mixta. Es decir, los cristianos y los musulmanes de la misma clase tienen dos profesores, uno musulmán y otro cristiano, y reflexionan juntos sobre algunos temas, desde la doctrina cristiana y desde la mu
sulmana.

–¿Y cómo es esta experiencia? Para los niños de una familia musulmana, alumnos de una escuela católica, ¿no es opcional la hora de religión?

–Michel Sabbah: No, en los Territorios palestinos, el Ministerio de Educación de la Autoridad palestina impone la educación religiosa a todos, cristianos y musulmanes. Según la ley, en los Territorios palestinos, la escuela debe instruir religiosamente a cada uno según el propio credo.
Por lo que se refiere a las escuelas católicas, tenemos que ofrecer también educación religiosa islámica a los niños musulmanes. En Jordania, lo mismo. En Israel en cambio la educación religiosa efectivamente es libre. Los niños musulmanes que van a las escuelas católicas en Israel no reciben educación islámica porque el Estado no lo requiere. Durante la hora de religión, por tanto, estos niños normalmente salen de clase.

–Hablemos de las relaciones afectivas. En Tierra Santa, fieles de las tres religiones monoteístas viven los unos junto a los otros. ¿Son posibles los matrimonios mixtos?

–Michel Sabbah: Este es un gran problema. Hay casos de matrimonios entre cristianos y judíos. La mujer judía puede casarse con un cristiano, y la mujer cristiana puede hacerlo con un judío, cumpliendo los requisitos de la fe cristiana, es decir, que el cónyuge judío puede aceptar que se bautice a los niños. Los matrimonios entre cristianos y musulmanes, en cambio, son mucho más difíciles, tanto desde el punto de vista de la ley religiosa como de la civil. Si un musulmán puede casarse con una cristiana, un cristiano no puede casarse con una musulmana. En estas uniones, la mujer cristiana acabará haciéndose musulmana. Puede conservar su libertad e identidad religiosa, pero si quiere tener ciertos derechos en casa como mujer y como esposa, tiene que hacerse musulmana…

–¿Pero existen casos de matrimonio entre cristianos y musulmanes, no?

–Michel Sabbah: Existen, pero son matrimonios difíciles, dramáticos, rechazados por las respectivas familias, por la sociedad, por el Gobierno y por la misma Iglesia. La Iglesia aquí no celebra matrimonios mixtos entre cristianos y musulmanes. Hay excepciones. Hay matrimonios logrados, pero son muy raros. De todos modos, habría que realizar un profundo estudio sobre este argumento. Hay muchos aspectos a considerar: de naturaleza humana, cultural, religiosa. Y también el derecho a la libertad de conciencia, y el de la libertad de fundar una familia.

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ZENIT Staff

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