Las confesiones del nuevo cardenal de Irlanda

Desmond Connell comenta la ceremonia de ayer

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ROMA, 22 feb 2001 (ZENIT.org).- El neocardinal Desmond Connell, nada más concluir la ceremonia de su elevación al Colegio cardenalicio, se encontró ayer en Roma con los periodistas, en las mismas escaleras de la Basílica de San Pedro. Conocido por su afabilidad y sencilez, se puso a hablar con ellos con la mayor naturalidad del mundo.

El nuevo cardenal indicó que este era «un día maravilloso». «Como pueden ustedes ver –añadió–, es como el sol de este momento. Es un día glorioso, alegre. Una alegría que alcanza a mucha gente… Supongo que el honor es para quien llega aquí pero podría ser compartido y es compartido por aquellos a quienes represento y que están trabajando conmigo en la expansión del Evangelio, y ofreciendo a la gente una cosa absolutamente esencial: el inmenso amor de Jesucristo… ese amor de Cristo, de la Iglesia, de la verdad que sólo Cristo nos puede ofrecer».

El arzobispo de Dublín agradeció la presencia en este acto de autoridades irlandesas, así como muy especialmente a los obispos irlandeses y sacerdotes, y los laicos venidos a Roma «a compartir esta alegría».

El arzobispo Conell reveló que, cuando el Papa le entregó el birrete, le expresó su reconocimiento en nombre de Irlanda. «Le dije –comentó– que Irlanda le agradecía este gran honor porque es algo muy especial para el país. Como ustedes pueden ver, hay muchos cardenales nombrados, hay necesidades en todo el mundo y que Irlanda llegue a tener un segundo cardenal en este momento es verdaderamente notable, y es un signo de la gran benevolencia del Santo Padre, su gran amor por Irlanda».

A los comentarios de la opinión pública de estos días, sobre el progreso de la representación latinoamericana en el Colegio cardenalicio, el cardenal irlandés indicó que es una noticia que le agrada: «América Latina, por supuesto, había descendido a un peligroso bajo nivel. Era absolutamente necesario incrementar el número de votos de esa región, pues América Latina es muy importante ya que un número inmenso de católicos del mundo están allí».

«Por ello –añadía–, no me sorprendió ver tantos nombramientos de América Latina. Lo que me sorprendió –como decía– fue ver a un segundo cardenal de Irlanda en estas circunstancias».

El neocardenal indicó que sus prioridades ahora no cambiarán, serán las mismas que ha tenido como arzobispo y que ha expresado en su carta con motivo del Jubileo: «Conducir a la gente tanto como yo pueda a una más profunda relación personal con Cristo Nuestro Señor».

Algo, que –ha subrayado el cardenal Conell– se ha expresado, por ejemplo «en la renovación de la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón. Deseo que Cristo esté en el centro de sus vidas. Deseo que descubran a Cristo, la verdad en Cristo, la esperanza que el mundo no puede dar».

En respuesta a algunas preguntas sobre la posibilidad de un nuevo Concilio Vaticano, el cardenal irlandés declaró que no tenía información al respecto y que era la primera vez que oía mencionar una cosa así. «La Iglesia –comentó– está avanzando y podría haber un Concilio Ecuménico pero no he oído hablar de un Concilio Ecuménico en estos momentos».

Dirigiéndose al pueblo irlandés, subrayó que Juan Pablo II «ha celebrado el más maravilloso Jubileo de la historia de la Iglesia y cualquiera podría decir que esta era su obra completa y no ha sido así porque inmediatamente hizo pública su carta «Novo Millennio Ineunte». En ella traza el camino de la Iglesia. Mi esperanza es difundir este mensaje en el que Cristo es el centro. Tiene páginas maravillosas que reflejan el rostro de Cristo. Todos nosotros anhelamos ver el rostro de Cristo. Tenemos ansia de Dios, se lee en el Antiguo Testamento y en los Salmos, pero el rostro de Dios nos ha sido revelado en Jesucristo y, como dice San Pablo, es el Dios que ha creado la luz el que hizo brillar en nuestros corazones la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo».

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ZENIT Staff

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