Las contradicciones de los programas de planificación familiar de la ONU

Manipulan estadísticas y encubren crímenes acaecidos en China

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ROMA (Redacción central), 28 oct (ZENIT.org).- Naciones Unidas continúa
imponiendo el control demográfico en muchos de los países del tercer mundo,
ignorando tanto la soberanía de las naciones como la evidencia de que la
bomba demográfica fue una exageración.

Recientemente, en Bolivia, el Fondo de las Naciones Unidas para la Población
(UNFPA) publicó en el país su último informe sobre el «Estado del mundo».
Según informa «UN Wire» (19 de octubre), durante la rueda de prensa de
presentación oficiales de la ONU acusaron a Bolivia de no gastar suficiente
dinero en asistencia sanitaria. Al mismo tiempo, representantes del UNFPA
consideraron que Bolivia tiene un elevado índice de crecimiento poblacional
y alertaron ante futuros incrementos.

Al día siguiente, sin embargo, uno de los directores de las autoridades
locales sanitarias de Bolivia, Fernando Lavadenz, lanzó duras acusaciones
contra el UNFPA. Según denunció en las páginas del periódico «Los Tiempos»,
(20 de octubre) el Fondo de Población de la ONU afirma en el informe que
existen 390 muertes de madres por cada 100 mil mujeres; la cifra exacta, por
el contrario, es de 240. Lavadenz se dijo molesto por el hecho de que los
oficiales de las Naciones Unidas ignoren los datos de la realidad y les
acusó de ser investigadores de pacotilla.

Otro dato inexacto en el informe de la ONU se refiere al porcentaje de
nacimientos que tienen lugar en clínicas sanitarias. El documento de
Naciones Unidas asegura que tan sólo el 46% de los niños nacen en
hospitales. El dato real, sin embargo, es del 49%. El informe tampoco
recogía el dato de que el riesgo de fallecimiento de la madre a causa de
abortos ha disminuido en los últimos años en ese país.

Las autoridades sanitarias bolivianas han condenado duramente las
acusaciones infundadas expuestas en el informe del UNFPA. Su reacción es
comprensible si se tiene en cuenta que estos informes son utilizados con
frecuencia para justificar intervenciones en el sistema nacional sanitario y
en las políticas de control demográfico, que en muchos casos incluyen el
aborto.

Cuando se presentó ese informe de UNFPA en Estados Unidos, el pasado mes de
septiembre, Cathy Brown, de la «American Life League», afirmó que algunos de
los sistemas utilizados por las campañas de control demográfico de la ONU en
ocasiones «atentan contra la salud de la mujer y ni siquiera han sido
aprobados en Estados Unidos». Y añadió: «Los estudios muestran que estos
programas de planificación familiar no han hecho nada para aliviar la
pobreza. Ese dinero podría haberse utilizado para proveer agua limpia,
comida, electricidad y asistencia sanitaria».

Encuentro de Naciones Unidas sobre el envejecimiento
Todos estos esfuerzos para limitar el crecimiento demográfico tienen como
lógico resultado la disminución del número de nacimientos de niños, de modo
que en lugar de una bomba demográfica («baby boom») asistiremos al problema
del envejecimiento de la sociedad.

La misma ONU organizó recientemente una reunión para discutir esta
tendencia. Según un comunicado de prensa de esa misma institución,
distribuido el 13 de octubre, las poblaciones más pequeñas y ancianas en los
próximos 50 años se encontrarán en los países desarrollados, con impactos
económicos que afectan tanto al sistema de jubilaciones como de seguridad
social, al reducirse significativamente la disponibilidad de la mano de
obra.

El encuentro, que discutió sobre el argumento «Respuestas al envejecimiento
poblacional y a la disminución de la población», celebrado en Nueva York del
16 al 18 de octubre de 2000, reunió a expertos y catedráticos de ocho países
desarrollados que tienen que afrontar la perspectiva de la disminución de su
población que, además, se está haciendo cada vez más vieja.

La reunión fue organizada por la División para la Población del Departamento
de Asuntos Sociales y Económicos y contradijo las previsiones y las
políticas del UNFPA, quien no comparte los miedos de la División para la
Población sobre el envejecimiento de la población.

Abusos en China
El reciente informe de UNFPA con respecto a la situación de China supone
otra flagrante contradicción. Mientras el documento abunda en condenas sobre
la violencia familiar en Suecia, calla ante las víctimas de la política del
hijo único impuesta por el gobierno chino, según los requerimientos de la
planificación familiar.

Y las noticias sobre este argumento no faltan. El «Sunday Telegraph» (30 de
julio) de Londres, por ejemplo, publicó un artículo sobre la historia de
cinco niñas recién nacidas abandonadas, víctimas de la política del hijo
único, en un país en el que por cultura prefiere tener varones. Por suerte,
las niñas, encontradas en un basurero, a punto de morir de hambre, fueron
acogidas con amor por una pobre pareja de la capital china.

Sus salvadors fueron Lao Ye y su esposa, Chen Rong, quienes están cuidando
de las pequeñas como si fueran sus hijas. La pareja, que ya tenía dos hijos,
logró torear el control de la política del hijo único gracias a la falta de
supervisión de las autoridades en los barrios pobres de inmigrantes.

Ahora bien, el «Telegraph» explicaba que si bien esta familia a logrado
salvar la vida de cinco bebés, miles de niñas mueren tras haber sido
abandonadas. Muchos niños abandonados son internados en orfanatos, donde el
índice de mortalidad es con frecuencia muy elevado. Las madres pobres
sienten así la terrible presión de tener que abandonar a sus hijos. Por este
motivo, en muchos casos, cuando pueden, se someten durante el embarazo a
ecografías o sistemas para diagnosticar el sexo del feto. Muchas niñas son
abortadas.

Recientemente se ha tenido conocimiento de un escándalo más cruel todavía.
Funcionarios de los programas de control familiar ahogaron a un bebé
perfectamente sano ante sus mismos padres. Según informa el «Times» (24 de
agosto) de Londres, el suceso tuvo lugar en el pueblo de Caidian, en el
centro de la provincia de Hubei, en el marco de la política del hijo único.
La noticia suscitó el clamor popular, hasta el punto de que el gobierno de
Hubei afirmó que los responsables serían castigados, algo que ocurre pocas
veces.

La mamá del bebé, identificada por los periódicos chinos como la señora Liu,
estaba esperando a su cuarto niño. Las parejas de las regiones agrícolas,
donde vive el 70 por ciento de la población china, en ocasiones tienen más
de un hijo a despecho de la policía. Ahora bien, en esta ocasión la señora
Liu fue sorprendida encinta. Las autoridades le inyectaron una sustancia
salina para obligarla a trabajar y matar al niño que esperaba.

A pesar de ello, el niño nació en buenas condiciones de salud para sorpresa
de los funcionarios del programa de control familiar. La inyección tenía por
objetivo acabar con el sistema nervioso del niño. Nada más nacer el bebé,
ordenaron al padre que matara al pequeño en las afueras del hospital. El
señor se negó a obedecer, pero el miedo a futuros castigos le llevó a
abandonar al bebé detrás de un edificio de oficinas, donde fue encontrado
por un doctor poco después.

El doctor se lo entregó a su madre y, después de haberle atendido, la
familia pudo regresar a su casa. Cinco funcionarios les esperaban en el
salón de estar. Al verle, se lo quitaron de los brazos de sus padres, se lo
llevaron fuera y le ahogaron en un campo de arroz, ante sus mismos padres.

Contradiciendo recientes informes que afirmaban que las autoridades chinas
están haciendo la vista gorda a la aplica
ción del principio del hijo único,
funcionarios chinos han hecho saber que esta política demográfica seguirá en
pie. La BBC recogía el 25 de septiembre un editorial del órgano del Partido
Comunista, el «Diario del Pueblo», en el que se decía: «No podemos
contentarnos con los éxitos logrados, tenemos que hacer del control de la
población una política permanente».

Al negarse a condenar los abusos cometidos en nombre del control familiar en
China, y al manipular las estadísticas con el objetivo de presionar a los
gobiernos para que acepten sus programas, las Naciones Unidas están
provocando la rebelión de los países que no aceptan sus políticas en materia
de población.
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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