Las diócesis del Callao y Gagnoa lloran el asesinato de un sacerdote en Costa de Marfil

Pascal Koné Naougnon tenía 51 años

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GAGNOA, martes, 7 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Sacerdote misionero en Costa de Marfil, donde había sido enviado en 2003, Pascal Koné Naougnon, de 51 años, fue asesinado el 31 de octubre en un asalto.

Este lunes la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos difundió –a través de su órgano informativo «Fides»- la trágica noticia y el dolor de la archidiócesis marfileña de Gagnoa por esta pérdida.

Murió en Divo, al sur del país africano. Era «un sacerdote sencillo, unido a su servicio y sobre todo dedicado a la promoción humana, especialmente de los jóvenes», describieron fuentes de la citada archidiócesis a «Fides».

Fue víctima de un intento de robo en la residencia de la parroquia de la referida localidad. El sacerdote se encontró cara a cara con algunos delincuentes que no dudaron en disparar. Fue llevado urgentemente al hospital cercano, donde falleció dada la gravedad de sus heridas.

«Lamentablemente la muerte de don Pascal no es más que el enésimo episodio del deterioro del orden público en nuestro país», apuntan fuentes de la archidiócesis de Gagnoa.

Y es que la seguridad es precaria en cualquier zona de Costa de Marfil: «la presencia de un gran número de armas en circulación, también a causa de la inestabilidad política que se prolonga desde 2002, ha agravado el problema», añaden.

Originario de Bouaké (centro-norte de Costa de Marfil), donde había nacido en el seno de una familia animista, el sacerdote asesinado fue bautizado a la edad de 12 años con el nombre de Pascal.

Huérfano de padre, desde muy pequeño se vio obligado a desarrollar trabajos humildes para ayudar a su familia, campesina.

Tenía 25 años cuando entró en el Camino Neocatecumenal y discernió su vocación sacerdotal.

En 1990, tras un encuentro internacional celebrado en Italia, fue enviado como seminarista a Perú para dar inicio a su formación presbiteral en el Seminario «Redemptoris Mater y Juan Pablo II» de la diócesis del Callao.

El obispo local, monseñor Miguel Irizar Campos, le confirió la ordenación sacerdotal en 1999. Don Pascal empezó a desarrollar su ministerio en distintas zonas del país andino, entre ellas Yurimaguas, Arequipa y Lima, donde destacó por su carácter generoso y su espíritu de servicio, recuerda el dicasterio misionero.

Hace tres años, a petición del obispo de Gagnoa, don Pascal fue enviado a servir a la Iglesia en Costa de Marfil.

En su país natal primero fue enviado como misionero itinerante; posteriormente fue designado párroco en Divo, labor que llevó a cabo con dedicación y entrega hasta el día de su muerte, víspera de la solemnidad de Todos los Santos.

En la parroquia de la «Sagrada Familia» de Divo, donde ejercía su ministerio sacerdotal, don Pascal «era apreciado por todos por su estillo sencillo y su compromiso en la promoción humana», y «hacía seguimiento en especial a los jóvenes que habían abandonado la escuela, ofreciéndoles formación técnica para que pudieran encontrar trabajo», recuerda la archidiócesis de Gagnoa.

Los funerales por el sacerdote se celebrarán el próximo miércoles.

A pesar de su lejanía de la diócesis peruana del Callao», don Pascal permaneció incardinado en esta jurisdicción eclesiástica, desde la cual su obispo, clero y fieles rezan por el eterno descanso del sacerdote, difunde el Consejo Episcopal Latinoamericano.

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ZENIT Staff

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