«Las herejías de hoy son el egoísmo y el narcisismo»

Habla Carlos Azpiroz, maestro general de los dominicos

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MILAN, 8 julio 2002 (ZENIT.orgAvvenire).- Predicar y contemplar el Evangelio en un mundo globalizado es el reto que afronta de manera particular la Orden de los Frailes Predicadores (dominicos).

El religioso argentino Carlos Azpiroz Costa es el maestro general de los 6.359 religiosos de la Orden de Predicadores desde hace casi un año. En esta entrevista ilustra el desafío.

–Usted ha asistido durante años a los enfermos de VIH en Buenos Aires. ¿Qué le ha aportado esta experiencia?

–Padre Azpiroz: Gracias a ellos he podido contemplar más en profundidad el misterio de la Sangre derramada para la vida del mundo. Las pocas oportunidades de vida para ellos dependían claramente de la posibilidad de tener «sangre sana». Al final, cuando ya todo tratamiento es inútil, como suprema confidencia, alguno decía que quería ofrecer su enfermedad, su sangre. Era como si comprendiera, en el último instante, el sentido de la ofrenda misma de Jesús.

–¿Qué es lo que puede empujar hoy a un joven a hacerse fraile dominico?

–Padre Azpiroz: La persona de Jesús y su Palabra, y en particular el retorno a los orígenes fundacionales de la Orden: redescubrir el estudio como verdadera vocación dominica. No tenemos que tener miedo de nuestro pasado, sino ir adelante. Como diría el gran teólogo dominico Jean Marie Roger Tillard, pensando que el Señor nos puede pedir formas y modos nuevos de testimonio evangélico donde la tradición y la memoria pasada no basten.

–¿Qué palabra nueva pueden pronunciar hoy los dominicos a la cristiandad?

–Padre Azpiroz: Toda vocación es un don. Para los novicios, pero también para los hermanos ancianos. Debemos tener el valor de cantar un canto nuevo, como diría mi predecesor, el padre Timothy Radcliffe. Sin pensar en cuántos somos, sino en el testimonio que ofrecemos al mundo. Si tuviera que mirar a algunas comunidades nuestras de frailes y contar las canas me vendría de manera espontánea el comentario «qué tristeza». Pero luego digo a los jóvenes: estamos llamados a vivir la vida fraterna, a comprender que no tenemos la seducción de una marca de moda, pero debemos ser felices de ser pocos en un mundo en fuga.

–El Papa les ha pedido combatir las nuevas herejías. ¿Cuáles son hoy?

–Padre Azpiroz: Ciertamente el egoísmo, el bastarse a uno mismo, típico de una sociedad de consumo. Y además el narcisismo: un hombre que se repliega sobre sí mismo descubre sólo su amor propio, pero olvida al Otro. Ya con el arrianismo la Iglesia conoció riesgos semejantes. Se cree que basta un curso de autoconocimiento para estar bien.

–Los dominicos dieron una enorme aportación al Vaticano II a través de teólogos como Yves Congar y Dominique Chenu. ¿Cuál es su contribución a la teología contemporánea?

–Padre Azpiroz: Tenemos que ser humildes al interpretar nuestro tiempo. Congar y Chenu fueron comprendidos después, el tiempo les dio razón. Hoy todos nosotros somos deudores de aquel tiempo y de aquellos teólogos. En cierto sentido, como dice al Papa, el Concilio es todavía un misterio que hay que descubrir. Creo que lo que podemos ofrecer hoy es un modo de ver la realidad a través de la luz que nos ofrece el pensamiento de Tomás de Aquino.

–¿Qué significa en la actualidad para un joven hacerse dominico?

–Padre Azpiroz: Muchos piensan que la vida consagrada es limitadora. La tentación de muchos es alejarse del mundo, porque no les gusta cómo es. Es necesario, en cambio, vivir con grandes horizontes, sin límites, ni muros. Pienso que muchos jóvenes deberían conocer el desafío de predicar como dominicos.

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ZENIT Staff

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