Las Hijas de la Caridad, premio Príncipe de Asturias

La candidatura había sido propuesta por el secretario de la CEE

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OVIEDO, miércoles, 14 septiembre 2005 (ZENIT.orgVeritas).- Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, conocidas en muchas partes del mundo como Hermanas de los pobres, han sido galardonadas con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2005, según hizo público este miércoles el Jurado encargado de su concesión.

El Jurado de este Premio –convocado por la Fundación Príncipe de Asturias– estuvo presidido por Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias.

La candidatura de las Hijas de Caridad había sido propuesta por el padre Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la Conferencia Episcopal Española.

El espíritu de las Hijas de la Caridad se fundamenta en la práctica de las virtudes de humildad, sencillez y caridad, añadidas a las del respeto, compasión y cordialidad para servir a los pobres.

Fundada en París por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac en 1633, desarrolló su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII.

Hacia 1790 llegó a España y en el siglo XIX se hizo presente en casi todos los países de Europa y América Latina, además de en países de América del Norte, Asia, África y Oceanía.

Durante el siglo XX y hasta nuestros días ha continuado su expansión por todo el mundo. En la actualidad la congregación está presente en 93 países de África, América del Sur, Asia y Europa. El número de hermanas es de 23.045 distribuidas en 2.567 comunidades y 78 provincias canónicas.

El Premio Príncipe de Asturias de la Concordia está destinado a galardonar «a aquella persona o personas, o institución cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad».

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ZENIT Staff

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