Liberado un sacerdote secuestrado por los guerrilleros colombianos

Encabezaba, junto a obispos y políticos, una marcha por la «No violencia»

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BOGOTÁ, 23 abril 2002 (ZENIT.org).- Un sacerdote que había sido secuestrado por un grupo guerrillero colombiano el fin de semana fue liberado este lunes; sus compañeros de cautiverio, entre los que se encuentra un gobernador y un ex ministro, siguen bajo secuestro.

El padre Carlos Yepes fue secuestrado junto con el gobernador del departamento de Antioquia, Guillermo Gaviria, y el ex ministro de Defensa Gilberto Echeverry, por la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el domingo pasado, cuando encabezaban una marcha de unas 1.200 personas por la «No Violencia» hacia el municipio antioqueño de Caicedo (unos 400 km al noroeste de Bogotá).

A petición del gobernador, la marcha no era vigilada ni por el Ejército ni por la Policía. Según las autoridades locales, a tres kilómetros de Caicedo, los guerrilleros interceptaron a los manifestantes y pidieron que una comisión –conformada por el padre Yepes, Gaviria, Echeverry, tres obispos católicos y el líder humanitario estadounidense — fuera a hablar con un jefe rebelde para poder completar la marcha.

Los prelados eran monseñor, José Ignacio Aristizábal, obispo de Santa Fe de Antioquia; monseñor Jorge Iván Castaño Rubio, obispo auxiliar de Medellín; y monseñor Jairo Jaramillo, obispo de la diócesis de Santa Rosa de Osos. El otro miembro de la comisión era Bernard Lafayette, representante del Centro de No Violencia Martín Luther King, de la Universidad Rhode Island.

Tras varias horas de diálogo, los guerrilleros dejaron en libertad a los obispos y a Lafayette, pero retuvieron al sacerdote, al gobernador y al ex ministro pues, según dijeron, necesitaban «tratar unos temas con mayor profundidad».

Tras la liberación del sacerdote, un alto responsable de la gobernación de Antioquia, que pidió el anonimato, informó que el sacerdote había sido trasladado a Medellín, la capital de Antioquia, y que se esperaban de él noticias sobre las condiciones en que las FARC mantienen secuestrados a Gaviria y Echeverry.

Guillermo Gaviria había escrito el 16 de abril una carta en la que afirma que, en caso de un posible secuestro, no se deben hacer concesiones para su liberación.

«Mi voluntad en caso de un secuestro es que el país no acepte hacer ningún tipo de concesión como contraprestación a mis captores por mi liberación», escribió Gaviria en una misiva escrita en vísperas de iniciar una marcha de cinco días por la «No Violencia», indicó su portavoz.

«La única razón que puede mediar para mi liberación, la única que yo estaría dispuesto a aceptar, es que finalmente mis captores entiendan el derecho inalienable a la libertad que todos los seres humanos tenemos», señaló el Gobernador en su misiva.

En la misma, el funcionario anotó que, si por el contrario fuera asesinado, «desde el cielo estaría rogando por la paz de Colombia».

En las últimas semanas, han sido asesinados en Colombia el arzobispo de Cali, monseñor Isaías Duarte Cancino (el 16 de marzo) y el padre Juan Ramón Núñez mientras distribuía la Comunión en la iglesia de La Argentina, departamento del Huila (el 6 de abril).

Decenas de sacerdotes han recibido amenazas de muerte de grupos guerrilleros y paramilitares y alguno ha tenido que abandonar en estos últimos días el país para salvar la vida. Su acción humanitaria y evangelizadora, y su denuncia de la violencia o del narcotráfico, es vista con recelo por los grupos violentos que buscan el control del terreno.

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ZENIT Staff

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