Libro inédito de sor Lucía de Fátima revela que la Virgen predijo la Shoá judía

La religiosa carmelita interpreta las revelaciones de María

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ROMA, jueves, 1 junio 2006 (ZENIT.org).- A partir del 10 de junio estará en las librerías italianas un librito inédito escrito por sor Lucía, la última testigo de las apariciones marianas de Fátima, fallecida a los 97 años el 13 de febrero de 2005.

Sor Lucía de Jesús dos Santos fue, junto a Francisco y Jacinta Martos, testigo de las apariciones de la Virgen en Fátima, a partir del 13 de mayo de 1917. Durante 45 años, la Santa Sede no reveló el contenido del llamado «tercer secreto de Fátima», mientras sor Lucía vivió en religioso silencio.

El volumen , titulado «El mensaje de Fátima», de 64 páginas, ha sido editado por el Carmelo de Coimbra, Portugal, y distribuido por el Secretariado de los Pastorcillos (la sede de la postulación de los dos primitos de sor Lucía). Tiene «imprimatur» con fecha 13 de febrero de 2006, de monseñor Serafim de Sousa Ferreira e Silva, obispo emérito de Leiría-Fátima. En Italia, distribuye el librito Ediciones San Clemente (info@istitutosanclemente.it). El libro aparecerá también publicado en otros idiomas más tarde.

El inédito trata del Mensaje de la Virgen de Fátima en relación al tiempo que ha pasado y a los acontecimientos que han tenido lugar.

En la introducción, el padre Geremia Carlo Vechina, confesor de sor Lucía, revela que la vidente había ya trabajado en la redacción de un escrito, a petición del entonces padre general de la Orden, el futuro cardenal Anastasio Alberto Ballestrero, con motivo de su ida a Coimbra en 1955.

Aquella obra fue enviada a Roma por orden de Pablo VI, pero –señala el padre Vechina– «permaneció olvidada en los Archivos Vaticanos».

En el ensayo, sor Lucía relata que el 15 de mayo de 1982, recibió la invitación del padre Geremia Carlo Vechina, entonces provincial de la Orden de los Carmelitas Descalzos, a «escribir todos los detalles que se refieren al Mensaje de Fátima, desde el principio».

La vidente afirma sin embargo que permaneció un poco escéptica, temiendo no tener la autorización de la Santa Sede para escribir sobre tales cuestiones.

La duda se desvaneció cuando tuvo la oportunidad de hablar con el cardenal Eduardo Pironio, entonces prefecto de la Congregación vaticana para los Religiosos, en su visita a la comunidad el 9 de septiembre de 1983.

En la primera parte del librito, sor Lucía se pregunta por qué el Señor eligió «a niños tan pobres e ignorantes» para la realización de sus proyectos. Y explica que el Señor «quiere los corazones puros para actuar en ellos a su placer», como está escrito en el Evangelio: «Beatos los puros de corazón porque verán a Dios».

Sor Lucía afronta a continuación todos los momentos del encuentro con la Virgen, las peticiones de rezar el rosario, el respeto de los mandamientos, los misterios de la Santísima Trinidad, la práctica de la Eucaristía y sobre todo el sentido cristiano del sufrimiento.

«La Señora» (así llama sor Lucía a la Virgen) invitó a los pastorcillos a «ofrecerse a Dios» y «soportar todos los sufrimientos que El quiera mandaros, en acto de reparación por los pecados con los que se le ofende, y de súplica por la conversión de los pecadores».

La vidente relata que los pastorcillos, «sin preocuparse de los sufrimientos que el Señor podría enviarles, se ofrecieron totalmente a la voluntad de Dios, y sin saberlo, porque no conocían las Escrituras, respondieron como Cristo, cuando dijo: “Heme aquí Padre, para hacer tu voluntad”». Según sor Lucía, en este pasaje se comprende «la Eucaristía».

Más adelante, en su ensayo sor Lucía relata pasajes inéditos, como cuando María, refiriéndose a la guerra de 1914-1918, habría dicho: «La guerra está a punto de acabar pero si no dejan de ofender a Dios en el pontificado de Pío XI, empezará otra peor».

La vidente explica que la historia ha visto «el estallido de una guerra atea, contra la fe, contra Dios, contra el pueblo de Dios. Una guerra que quería exterminar el judaísmo del que provenían Jesucristo, la Virgen y los Apóstoles que nos han transmitido la palabra de Dios y el don de la fe, de la esperanza y de la caridad, pueblo elegido por Dios, elegido desde el principio: “la salvación viene de los judíos”».

La religiosa escribe a continuación de la Rusia comunista y de las guerras promovidas en el mundo por los errores difundidos por Rusia.

Sor Lucía recuerda la petición de la Virgen de la «consagración de Rusia al Corazón Inmaculado». «Si escuchan mi petición –habría dicho la Señora a sor Lucía– Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, difundirá sus errores en el mundo, suscitando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán destruidas».

Después de todo esto, sin embargo, la Señora habría confiado a los pastorcillos: «El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y se concederá al mundo algún tiempo de paz. Finalmente mi Corazón Inmaculado triunfará».

Esta parte del mensaje de la Señora, es explicada por sor Lucía con la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María que Juan Pablo II hizo en Roma el 25 de marzo de 1984, ante la estatua de la Virgen que se venera en la Capilla de las Apariciones de Cova de Iria, en Fátima.

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ZENIT Staff

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