Líderes religiosos de Uganda reiteran la petición de intervención internacional

Para poner fin a la guerra del LRA y a sus matanzas de civiles en el norte del país

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KAMPALA, lunes, 8 marzo 2004 (ZENIT.org).- Reunidos en la capital ugandesa, Kampala, el martes pasado los líderes religiosos de las comunidades Acholi, Lango y Teso lanzaron un llamamiento «al gobierno de Uganda para que declare el norte del país como zona de desastre y para solicitar la intervención de la comunidad internacional para poner fin a la guerra».

Así se desprende de una declaración fruto de la reunión de una veintena de líderes religiosos, quienes han tratado sobre la gravísima situación que atraviesan las regiones septentrionales de Uganda, sometidas a las carnicerías de los rebeldes del «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA).

Y es que las recientes masacres en los campos de refugiados de Abia (4 de febrero) y de Barlonyo (22 de febrero) –unos 300 muertos entre las dos–, perpetradas por miembros del LRA, «son crímenes que constituyen un insulto contra Dios, que es quien da la vida», dice el documento enviado a la agencia misionera «Misna».

En su lucha contra el gobierno ugandés, desde 1986 el LRA dirigido por Joseph Kony –un visionario a sueldo de Sudán— no duda en lanzarse contra la población civil sembrando inseguridad y muerte en los distritos del norte ugandés.

El LRA ya ha torturado y asesinado a decenas de miles de personas (se cuentan más de 120.000 muertos), ha secuestrado a más de 25.000 niños (reducidos a la esclavitud o enrolados a la fuerza en la guerrilla) y ha provocado el desplazamiento de numerosísimos civiles.

En su llamamiento, los líderes religiosos de las comunidades Acholi, Lango y Teso denuncian también «la intolerable, inhumana y dramática situación de cerca de dos millones de desplazados que necesitan una intervención urgente», reunidos en campos «inadecuadamente protegidos» por el ejército ugandés.

Estos centros para la población «se están convirtiendo en lugares de abierta pobreza, ruptura de valores culturales y morales, rápida difusión del HIV y de otros graves males», advierte el texto firmado, entre otros líderes religiosos, por el arzobispo católico de Gulu y presidente de ARLPI –«Iniciativa para la Paz de los Líderes Religiosos de la región Acholi»–, monseñor John Baptist Odama.

Para detener el ciclo de violencia y como «mejor medio para poner fin a este sufrimiento», los responsables religiosos se muestran partidarios del «diálogo pacífico con la mediación de una tercera parte».

La declaración contiene también una invitación a las propias comunidades a mantener buenas relaciones de vecindad y a «desistir de toda acción que pueda provocar tensiones interétnicas», dado que en las últimas semanas se han registrado tensiones entre los Lango y los Acholi.

Éstos últimos han sido acusados de sostener a los rebeldes del LRA, gran parte de los cuales pertenecen justamente a este grupo étnico. Pero se trata en realidad de jóvenes Acholi que desde hace más 15 años son secuestrados por los milicianos y convertidos en niños-soldado obligados a ejecutar matanzas entre su propia gente.

Tras las recientes masacres contra los desplazados en el interior del distrito norugandés de Lira, por su parte la «Uganda Joint Christian Council» (UJCC) también ha lanzado un llamamiento a la intervención de la comunidad internacional para garantizar una solución pacífica al conflicto.

En una nota recibida en ZENIT, el Consejo recuerda la masacre de Abia y la de Barlonyo al poco tiempo.

Inmediatamente después de la primera, «el gobierno aseguró a la gente que un incidente similar no ocurriría de nuevo», observa el texto firmado por el presidente de UJCC –el metropolita ortodoxo Jonah Lwanga–, el vicepresidente –cardenal Emmanuel Wamala, arzobispo católico de Kampala– y el vicepresidente segundo, el arzobispo Henry Luke Orombi de la Iglesia de Uganda.

Reiterando que el conflicto del norte de Uganda sólo puede solucionarse «a través del diálogo», el UJCC pide al gobierno que renueve su compromiso en este sentido.

Exhorta igualmente a los rebeldes del LRA a abrazar la política del diálogo, a abandonar la violencia indiscriminada, a respetar los derechos humanos y a adoptar todas las medidas necesarias para poner fin a la masacre de inocentes.

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ZENIT Staff

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