Llamamiento a los jefes de gobierno contra la plaga de la trata

Conclusiones del Congreso Internacional contra esta nueva esclavitud

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ROMA, lunes, 9 junio 2008 (ZENIT.org).- Ha concluido con un urgente llamamiento a los jefes de Estado y de gobierno, a las organizaciones internacionales, a todos los hombres de buena voluntad, por un empeño global contra la trata de seres humanos, el reciente encuentro internacional dedicado a esta plaga social.

«Una violación de los derechos humanos y una vergüenza para toda la humanidad», así han definido el tráfico y la explotación de personas las 52 religiosas de veinte países y 31 congregaciones diversas que han participado en el Congreso Internacional titulado «Religiosas en red contra la trata», que ha tenido lugar en Roma del 2 al 6 de junio.

El Congreso ha sido organizado por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que reúne a 900 superioras de congregaciones religiosas femeninas en representación de 800.000 religiosas católicas, y por la Organización Internacional de Migraciones (OIM), presente en 124 países.

La colaboración entre UISG y OIM ya ha llevado, a partir de 2004, a la realización de cursos de formación dirigidos a religiosas de todo el mundo para luchar contra la trata, sostenidos por la Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede y financiados por la Oficina para los Refugiados y Migrantes del Gobierno estadounidense.

En el documento final, las religiosas han denunciado el tráfico de personas como uno de los problemas más urgentes de nuestro tiempo, denunciando «un mercado del sexo basado en una falsa idea de predominio del mundo masculino contra la que no se lucha todavía lo suficiente».

Además, han subrayado «que las políticas estatales no hacen lo suficiente para arrancar a las mujeres de la calle» y que «si acaso, cada golpe represivo contra la emigración no hace otra cosa que dar nueva savia al tráfico ilegal, porque la gente escapa de la pobreza y si no se afronta ese problema, no habrá soluciones».

El Congreso, realizado en coincidencia con la cumbre mundial sobre seguridad alimentaria de la FAO, además de subrayar que el reconocimiento de la dignidad de cada persona es parte integrante de los derechos humanos como el de la alimentación, ha puesto también en evidencia que las situaciones de falta de medios y de miseria son un terreno fértil para los traficantes.

En este sentido, las religiosas han subrayado «que la trata es uno de los efectos de la globalización de la pobreza y del hambre, con las que los gobiernos emprenden sólo una lucha de palabras».

Mientras tanto, como se ha evidenciado durante los trabajos, los resultados en la lucha contra la trata se obtienen con la prevención, la puesta en red de las experiencias, las iniciativas comunes y de sensibilización a nivel de opinión pública, y sobre todo una sólida voluntad de promover el intrínseco valor de cada ser humano.

«Con este Congreso -declaró sor Victoria González de Castejón, secretaria general de la UISG- hemos dado un paso adelante en la conciencia de comprometernos todavía más, como mujeres de fe, religiosas católicas, personas que cuidan a los débiles y a los indefensos, porque evangelización y promoción humana van juntas».

«El próximo paso consistirá en una mayor implicación de las congregaciones masculinas en cuanto que pueden hacer mucho para combatir la comercialización y la explotación de la sexualidad por parte de los hombres», declaró en cambio el padre Pietro Trabucco, secretario general de la Unión de Superiores Generales (USG), que reúne a 226 superiores de congregaciones masculinas en representación de 200.000 religiosos.

En días pasados, la embajadora estadounidense ante la Santa Sede, Mary Ann Glendon, intervino en el Congreso expresando su gratitud y asegurando el máximo apoyo y aprecio del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a las religiosas de la UISG.

«Bush conoce a fondo su intenso trabajo y ha hablado de ello con el Papa durante su reciente visita a Washington», reveló Glendon.

Hablando del tráfico de personas, observó además que este está ligado a la protección de las personas y que por ello debe ser puesto en el centro de los programas de tutela a los que se deben conceder adecuados recursos económicos.

Entre las causas que están en el origen de este fenómeno, no está sólo la pobreza, advirtió, subrayando la señal alarmante ligada al aumento de la demanda «que refleja la caída de los valores morales en la sociedad».

La diplomática expresó aprecio por el programa piloto puesto a punto por la OIM que, tras haber formado a 400 religiosas de 22 países en cuatro años, se ocupará ahora de adiestrar al clero.

Sobre la posible colaboración con las congregaciones masculinas, el padre Thomas Brennan, salesiano, representante de la congregación ante Naciones Unidas en Nueva York, denunció que «el delito del tráfico se ha vuelto tan unido a la corrupción de gobiernos y sociedades que asistimos a una decidida resistencia frente a denuncias e intentos de cambio».

Lo que se necesita ahora es «una buena colaboración» entre congregaciones masculinas y femeninas, afirmó, porque «demasiado a menudo ha parecido un problema sólo de las mujeres mientras que los hombres han dejado intacto un modelo que para ellos significa privilegios y dominio».

«Las congregaciones masculinas -añadió- no deben permanecer por más tiempo en un silencio cómplice».

Por Mirko Testa, traducido del italiano por Nieves San Martín

 

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ZENIT Staff

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