Llega a Jerusalén la pareja de recién casados tras haber caminado 5.800 kilómetros

Sin dinero han caminado durante siete meses y medio

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ROMA, lunes, 3 marzo 2008 (ZENIT.org).- Habiendo partido de París el 17 de junio de 2007, Edouard y Mathilde Cortès han llegado a Jerusalén, fatigados pero en buen estado de salud y profundamente felices, al término de una marcha de 5.800 kilómetros, vivida en un espíritu de despojo total, viviendo de limosna.

Casados el 9 de junio de 2007, eligieron, como viaje de luna de miel, hacer una peregrinación de París a Jerusalén, mendigando hospitalidad y alimento. Querían ofrecer simbólicamente sus «millones de pasos por la paz en Oriente Próximo y la unidad de los cristianos».

«Hemos dejado de caminar cuando hemos llegado al Santo Sepulcro donde hemos depositado todas las intenciones llevadas durante meses», declaró Mathilde hablando por teléfono con Zenit.

Tras algunos fuertes sobresaltos –las autoridades isarelíes les negaron en dos ocasiones la entrada en territorio israelí– al fin pudieron exclamar: «Ahora, como dice el salmo, nuestra marcha tiene su fin ante tus puertas, Jerusalén… Alegría profunda e interior cuando desde el Monte de los Olivos, hemos contemplado la Ciudad Santa resplandeciente bajo el sol».

Esta marcha ha sido para ellos «un camino de alegría y de maravilla, un camino de sufrimientos también a veces, un camino de abandono y un camino de pareja».

El paso por Siria fue uno de los más difíciles porque «éramos seguidos, vigilados», relata Mathilde Cortès, reconociendo que en esa ocasión –puede que la más dura de todo el viaje– tenían el deseo de «montarse en un coche para dejar el país».

Pero en general «no hemos tenido nunca el deseo de abandonar los dos a la vez», subraya y el que desesperaba podía «apoyarse en la fuerza del otro».

«Lo más duro no ha sido pasar hambre –incluso si ahora sabemos lo que es tener hambre– sino el no ser acogido, ser rechazado», comenta, subrayando que en todas partes –incluso en la Iglesia– han encontrado a veces una gran generosidad y una gran hospitalidad y a veces corazones cerrados.

Subrayando la tradicional hospitalidad oriental, precisa: «A partir de Turquía, no hemos tenido necesidad de pedir alimento porque la gente nos daba espontáneamente de comer».

Extractos de su diario de viaje han sido publicados por Zenit los días 12, 13 y 14 de noviembre de 2007, así como una entrevista el 19 de julio de 2007, algunos días después de su partida.

Por Gisèle Plantec, traducido del francés por Nieves San MartínPrint Friendly, PDF & Email

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ZENIT Staff

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