Llegó el tiempo de una reforma migratoria

Homilia del padre José Eugenio Hoyos en apoyo a las familias inmigrantes en Estados Unidos

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El pasado dia 10 de abril tuvo lugar una eucaristía en apoyo a las familias inmigrantes en la parroquia San Aloisio, Washington DC. previa a la marcha ante el Capitolio. El padre José Eugenio Hoyos, director del Apostolado Hispano de la Diócesis de Arlington, Virginia, Estados Unidos, durante la homilía destacó algunos aspectos fundamentales sobre la inmigración y su situación actual.

Haciendo referencia a las lecturas del día recordó que el libro del Deuteronomio dice: No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que se encuentre en tu tierra, en algunas de tus ciudades. No violarás el derecho del forastero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda las ropas de la viuda. Este mensaje, dijo, viene a tocar nuestro corazón y nuestra conciencia para llamarnos a la solidaridad y el respeto con el inmigrante

«Nos hemos reunido en torno a esta Santa Eucaristía para acompañar a nuestras familias inmigrantes que necesitan nuestro apoyo, nuestra oración y nuestro entendimiento en sus sufrimientos, temores, separación de seres queridos y decirles que no están solos, que nuestra Iglesia Católica siempre les acompañará y que estamos con ustedes», y afirmó que es tiempo de pedir a Dios que ilumine a los legisladores para que no alarguen el tiempo y se firme pronto la Reforma Migratoria justa y que beneficie a todos

Sobre el sufrimiento de los inmigrantes dijo que han de recorrer su camino de purificación para situarse en la nueva sociedad de acogida, tendrán que aprender a reconciliarse con su propia historia, y superar las posibles heridas producidas en su largo peregrinar. Y estas dificultades y sufrimientos golpean nuestras conciencias de cristianos y nos invitan a adoptar actitudes iluminadas por la fe y la Palabra de Cristo, especialmente desde nuestras comunidades, nuestra parroquia, familia o trabajo, debemos ser una comunidad abierta y dispuesta a acoger y a servir.

En relación con las leyes de inmigración puntualizó que son injustas e inmorales, el sistema de inmigración ha causado sufrimiento, dolor, temor, resentimiento, separación de familias y hasta la muerte.

Reflexionó sobre el hecho de que la presencia de los inmigrantes desde los comienzos de la historia de los Estados Unidos ofrece a la Iglesia una oportunidad y ha de ser vista como una gracia que nos ayuda a hacer realidad esa vocación de ser signo, factor y modelo de catolicidad para este mundo tan exigente.

Al participar en esta Eucaristía y en la marcha, finalizó: estaremos construyendo una cultura de complementariedad, de reprocidad, de solidaridad, es el paradigma civilizacional que proclamamos a través de una educación hacia una nueva cultura migratoria, de aceptación y convivencia, que haga de sus partícipes verdaderos protagonistas. No solo de salir a protestar, sino de ser parte activa de un proceso histórico, construyendo una nueva identidad más solidaria, cargada de fe y esperanza, basados en el Evangelio de Cristo.

A las generaciones nuevas de inmigrantes hay que enseñarles saber de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces históricas, nuestra fe y creencias, darnos los espacios y los tiempos para conocernos y reconocernos. Estamos llamados a construir una nueva sociedad, sin perder los valores de unidad familiar de tradición y fe católica

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ZENIT Staff

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