Los Ángeles: Una arquidiócesis con potencial evangelizador (I)

Entrevista con su arzobispo coadjutor, monseñor José H. Gomez

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LOS ÁNGELES, miércoles 25 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- Una arquidiócesis extensa en una ciudad cosmopolita, con muchísimo movimiento, con un significativo crecimiento poblacional, especialmente a causa de la inmigración. Así la define monseñor José H. Gomez, su arzobispo coadjutor quien tomó posesión el pasado 26 de mayo.

Monseñor Gómez, ordenado sacerdote de la prelatura del Opus Dei en 1978, se convertirá automáticamente en el arzobispo titular de Los Ángeles cuando el cardenal Roger Mahony cumpla 75 años el próximo 27 de febrero.

El arzobispo coadjuntor nació en 1951 en Monterrey, México. Ha sido obispo auxiliar de Denver, (Colorado) entre 2001 y 2005 y obispo titular de San Antonio en (Texas) entre 2005 y 2010.

ZENIT lo entrevistó sobre los nuevos desafíos que enfrenta en esta tarea, sobre el apostolado con los hispanos y sobre la pastoral vocacional.

La segunda y tercera parte de esta entrevista se publicarán en el servicio de mañana jueves 26 y de pasado mañana, viernes 27.

-¿Cómo recibió el nombramiento como nuevo arzobispo coadjutor de Los Ángeles?

Monseñor José Gomez: El anillo episcopal significa la unión permanente del obispo con la porción de la Iglesia que el Señor, a través del Vicario de Cristo, le confía. Creo que ningún obispo, en el fondo, está preparado para una transición; es decir, para dejar atrás a ese grupo de fieles con los que establece lazos profundamente espirituales.

Siempre pues hay un factor de dolor al dejar una diócesis, y ciertamente mi caso, con San Antonio, no fue la excepción. Pero por otro lado, en las decisiones del Santo Padre vemos los designios de Dios para con nosotros, y por ello siempre existe la alegría de seguirle en la nueva misión que nos confía, sabiendo que somos peregrinos mientras no lleguemos a la casa del Padre.

Responder al llamado del Papa Benedicto para venir a Los Ángeles como colaborador del Cardenal Mahony y eventualmente como sucesor tuvo estas dos dimensiones muy marcadas.

-¿En el tiempo que lleva como arzobispo coadjutor, ¿cómo ve la arquidiócesis de Los Ángeles?

Monseñor José Gomez: Es la más grande numéricamente de los Estados Unidos y una de las más variadas del mundo. Efectivamente llevo muy poco tiempo como para poder tener una idea completa de todo lo que sucede en sus múltiples rincones.

Pocas diócesis son tan urbanas y cosmopolitas, y al mismo tiempo, tan dinámicas en su crecimiento poblacional, especialmente como consecuencia de la inmigración. Y por eso es posible decir que, en sus diversos niveles, los retos que pueden encontrarse van desde los que existen en las ciudades más “postmodernas” y desarrolladas del mundo hasta aquellas más modestas de América Latina.

-¿Ve en medio de esta complejidad un potencial evangelizador?

Monseñor José Gomez: Por supuesto que sí. Esta arquidiócesis, desde el primer momento de mi llegada, me ha sorprendido por la variedad y riqueza culturales de la comunidad católica y los dones que cada una de ellas aporta con gran generosidad.

Como siempre, el potencial y el futuro de una arquidiócesis está no sólo en lo que pueda hacer el pastor, sino también y especialmente en lo que aportan los sacerdotes y los fieles.

-En medio de una sociedad donde reina el relativismo y la confusión moral, ¿cómo hacer cada vez más actual el mensaje de Cristo y los valores del Evangelio?

Monseñor José Gomez: Los Ángeles es ciertamente un lugar emblemático si consideramos que este es uno de los centros de desarrollo de las nuevas tecnologías y a la vez de Hollywood, donde se produce la mayoría del entretenimiento para los Estados Unidos y para buena parte del mundo, con sus conocidas consecuencias culturales.

Sin embargo, el desafío de hacer actual el mensaje del Señor Jesús no es esencialmente distinto al que enfrentan mis hermanos obispos en otras partes del país o del mundo. Tampoco es muy distinto del que enfrentó San Pablo cuando predicó en el Areópago.

El Papa Juan Pablo II precisamente acuñó el término de “nuevos areópagos” para animarnos a comprender que no existe ámbito de la acción humana donde el Evangelio no pueda penetrar, siempre que se cumpla con la misión fundamental del cristiano: convertirse él mismo en testigo de Jesucristo, en ejemplo inspirador que revele a los hombres y mujeres de nuestro tiempo la realidad salvadora del Jesucristo y su Iglesia.

-¿Se puede decir que la Iglesia en esta arquidiócesis es una Iglesia viva?

Monseñor José Gomez: Claro que sí. Las parroquias están llenas los domingos, y sus fieles participan activamente en la vida parroquial y en diferentes actividades de formación y alcance social.

Sin duda, la cultura secularista de muchos ambientes desafían la imaginación del cristiano de hoy; pero allí donde hay cristianos decididos a seguir a Jesucristo y a testimoniar el Amor de Dios al mundo, los caminos de evangelización específicos para cada ámbito se encontrarán.

No olvidemos que la primera prédica de San Pablo en el Areópago fue un fracaso a los ojos del mundo. Pero la generosa entrega del Apóstol de Gentes a la misión encomendada por Jesucristo se convertiría en la piedra angular de la evangelización no sólo de quienes vivían en el entonces Imperio Romano, sino de la misma cultura.

Por Carmen Elena Villa

 

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ZENIT Staff

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