Los auténticos motivos del invierno demográfico

Expertos y gobiernos se interrogan sobre cómo favorecer los nacimientos

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ROMA (Redacción central), 13 dic 2000 (ZENIT.org).- Si bien no faltan
personas que insisten en reafirmar la necesidad de controlar el crecimiento
de la población, cada vez se hace más evidente el problema contrario: la
falta de niños.

El 2 de diciembre «The Guardian» publicaba un reportaje titulado «¿Ser una
«mamma»? No bromees», en el que constataba la casi completa ausencia de
niños en la capital de Italia, Roma.

El autor Rory Carroll describe cómo, cuando camina por las calles de Roma,
le llama la atención la notoria ausencia de niños. Mientras que en el sur
de Italia se puede ver todavía a gente menuda, en Roma y en el norte de
Italia «a veces parece como si no hubiera nadie por debajo de los trece
años».

Con menos de 1,2 niños por mujer, los expertos calculan que dentro de
cincuenta años la población de Italia, de 57 millones, disminuirá en una
tercera parte. Y si la tendencia actual continúa, al final del siglo
quedarían sólo 10 millones de italianos.

Carroll cita varios posibles factores causantes de este cambio dramático,
en una cultura en la que no hace muchos años abundaban los niños. Las
causas van desde el egoísmo o la entrada de las mujeres en el mundo del
trabajo, hasta la falta de facilidades para el cuidado de los niños.

Las parejas no sólo tienen menos hijos, sino que incluso se niegan a
procrear. Según indicaba el «Washington Times» (22 noviembre), la escasez
de niños también está aumentando en Estados Unidos. De acuerdo con un
informe de la Oficina del Censo, publicado el pasado octubre, en 1976, el
10% de las mujeres con cuarenta años no había tenido un hijo. Dos décadas
después, el número casi se había duplicado hasta llegar a un 19%. Y este
porcentaje podría mantener la tendencia al aumento, según la analista de la
Oficina del Censo, Amara Bachu, autora de «Fertilidad de las mujeres
estadounidenses: Junio 1998″ («Fertility of American Women: June 1998»).

Es más, han surgido asociaciones que promueven precisamente el abstenerse
de tener hijos. El «Washington Times» mencionaba el club «No Kidding»,
quien en su página web muestra a unos niños con cara sombría y pregunta:
«¿has utilizado anticonceptivos?».

El lema de otra de estas organizaciones, el Movimiento por la Extinción
Humana Voluntaria (Voluntary Human Extinction Movement ), es: «Que podamos
vivir mucho y extinguirnos».

El «Washington Times» explicaba que los investigadores de este fenómeno
dividen a la población en tres categorías: quienes quieren niños pero no
pueden tenerlos; quienes esperan tener hijos pero lo posponen; y quienes
eligen renunciar a la paternidad. Llama la atención precisamente esta
última categoría, pues si bien antes eran muy pocas las personas que se
sentían identificadas en ella, ahora su número está aumentando.

En algunos países los gobiernos están tratando de revertir esta tendencia
de la carencia de niños. Por ejemplo, según informa el «Singapore Business
Times» (21 agosto), para animar a las parejas a tener más hijos, el
Gobierno tiene un proyecto bautizado con el nombre de «Baby Bonus» que
prevé una subvención a quien ofrece empleo de 11.520 dólares
estadounidenses para permitir a las madres trabajadoras tomarse ocho
semanas de permiso de maternidad cuando tengan a su tercer hijo.

Hasta ahora, en Singapur, las madres no tenían permiso de maternidad cuando
nacía su tercer hijo. El primer ministro Goh Chok Tong ha declarado que el
proyecto del Gobierno busca el que las madres puedan pasar ocho semanas con
su nuevo hijo sin sufrir una pérdida de salario.

El artículo explicaba que el número de hijos por mujer en Singapur es de
1,48. En 1998, esta cifra era de 1,96. Los datos actuales son inferiores al
1,62 de 1987, cuando el Gobierno cambió su política de población que
imponía un máximo de dos hijos. En 1999, el 7,3% de las familias no tenía
hijos; en 1989 este porcentaje era del 2,9%. En torno al 15% de las
familias tenía un hijo en 1999, comparado con el 8,5% de 1989.

El primer ministro anunció que el Gobierno de ese país, con algo más de
cuatro millones de habitantes, podría invertir 150 millones de dólares o
más en un año para crear incentivos financieros y servicios para el cuidado
de los niños. Estas medidas incluyen el «Baby Bonus», con el que el
Gobierno abrirá una Cuenta para el Desarrollo de los Niños a cada pareja,
cuando tenga dos o tres hijos, e irá depositando dinero en ella hasta que
el niño tenga seis años.

Cuando la pareja tenga a su segundo hijo, el Gobierno ingresará 288 dólares
estadounidenses al año en la cuenta, así como otros 576 dólares para
igualar, dólar por dólar, las aportaciones de los padres a esta cuenta. Con
motivo del tercer hijo, la aportación gubernamental será de 576 dólares al
año y hasta 1.150 en aportaciones dólar por dólar durante seis años.

Sin embargo, podría suceder que los incentivos no sean suficientes para
revertir la tendencia de no tener hijos. Según un informe del diario
australiano «The Age» (30 noviembre) una relación estable y duradera es la
auténtica clave para convertirse en padre de familia.

Cuando es joven, la gente soltera puede contemplar un futuro sin hijos,
pero probablemente cambiará de idea si decide establecerse con un compañero
a largo plazo, indica la investigación. «The Age» ofrecía las conclusiones
de un estudio realizado en el arco de diez años, presentado en la 10ª
conferencia bienal de la Asociación Australiana de Población, en Melbourne,
según las cuales, los adelantos de la tecnología reproductiva, que hacen
posible el que las mujeres solteras puedan concebir, no cambian el hecho de
que una relación duradera y estable siga siendo la clave para convertirse
en padre o madre.

Estadísticas recientes sugieren que al menos una de cada cinco mujeres
australianas que están en edad fértil no tendrá hijos. Según las autoras de
la investigación, Lixia Qu y Christine Kilmartin, el 42% de quienes dijeron
en 1981 que no deseaban hijos, han cambiado de opinión una década después.
Quienes habían encontrado una pareja y seguían unidas a ella al acabar el
estudio, en 1991, en su mayor parte habían cambiado de idea.

La señora Qu, investigadora del Instituto Australiano de Estudios de la
Familia, constata que es más probable, sin embargo, que quien había
expresado el deseo de tener un hijo, pero experimentó después rupturas en
su relación de pareja, decida no tener hijos.

«The Age» explica que el resultado de la investigación refuerza la tesis de
que para detener el desplome de los índices de fertilidad, los gobiernos
deben promover «políticas favorables a la familia» que apoyen las
relaciones entre las parejas.

Matrimonio e hijos
Este informe confirma las conclusiones del reciente documento publicado por
el Consejo Pontificio para la Familia, que lleva por título «Familia,
Matrimonio y Uniones de Hecho». El documento llama la atención sobre el
peligro de reconocer las uniones de hecho como equivalentes a la familia.
Esta tendencia conduce a graves daños a la familia y al bien común de la
sociedad. La declaración afirma: «La familia basada en el matrimonio debe
ser cuidadosamente protegida y promovida como un factor esencial de la
vida, la paz y la estabilidad social, en una amplia visión futura del
interés común de la sociedad» (n. 9).

No es casualidad que la Iglesia reafirme sus convicciones morales en una
sociedad crecientemente secularizada. Como explica el Consejo Pontificio
para la Familia, «en el matrimonio, diferente de las uniones de hecho, los
compromisos y respo
nsabilidades se contraen públicamente y formalmente de
manera que son relevantes para la sociedad» (n. 11).

Si bien la falta de niños experimentada en años recientes en muchos países
tiene múltiples causas, no cabe duda de que uno de los factores decisivos
es el declive de la familia tradicional, basada en el matrimonio
indisoluble y comprometido en la construcción de una familia. Uno de los
pasos más cruciales que los gobiernos pueden dar para resolver la falta de
niños, por tanto, es el de apoyar activamente las instituciones del
matrimonio y la familia.
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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