Los católicos atienden al 25% de los enfermos de sida del mundo

Propuestas de la Santa Sede para luchar contra la pandemia

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NUEVA YORK, 28 junio 2001 (ZENIT.org).- Los católicos, que en estos momentos asisten al 25% de los enfermos de sida del mundo, piden más atención y cariño para las víctimas del virus, especialmente para las más desprotegidas, y proponen una prevención que respete la dignidad de la persona humana.

Así se podría resumir la intervención del arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, al intervenir en representación de la Santa Sede en la XXVI Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el SIDA, que se celebró en Nueva York del 25 al 27 de junio.

El prelado mexicano, al distribuir su discurso, entregó también una carta de Juan Pablo II dirigida a la Asamblea en la que el pontífice confiesa las preocupaciones que en este momento le suscitan la difusión del virus.

Respuesta católica al sida
Tras recordar que hasta la fecha 36.1 millones de personas han quedado contagiadas por el VIH/sida, monseñor Lozano constató que ya han muerto por este motivo 21.8 millones de personas, de las cuales, 15 millones en Africa. Hasta la fecha la epidemia ha dejado 13.2 millones de huérfanos.

Ante este trágico panorama, recordó que «el Papa en diferentes ocasiones, ha afirmado que el enfermo de sida debe ser objeto de toda asistencia y de todo respeto», más aún, «debe ser tratado como Cristo mismo».

En respuesta a este llamamiento del obispo de Roma, el 12% de quienes se ocupan de los enfermos de sida en el mundo son organismos eclesiales católicos y el 13% son organizaciones no gubernamentales católicas. De este modo, dedujo monseñor Lozano, la Iglesia católica atiende a un 25% de los enfermos de sida, acreditándose «como el mayor sostén de los Estados en la lucha contra el SIDA».

Prevención y respeto de la persona
Ahora bien, el prelado reconoció que «vale más prevenir que remediar». En este sentido, propuso a la Asamblea de la ONU estrategias de prevención de esta enfermedad de transmisión sexual que den una importancia decisiva «a la formación en los auténticos valores de la vida, el amor y el sexo».

«Su recta perspectiva hará conscientes a las mujeres y hombres de hoy de cómo a través de estos valores llegan a su plena realización personal en una madurez afectiva y en una sexualidad ordenada, que da exclusividad a la pareja y la lleva a seguir normas de conducta que la preserva del contagio sexual del sida», afirmó monseñor Lozano.

Discriminación de los pobres
El arzobispo reconoció que uno de los grandes problemas en la lucha contra el virus es la pobreza de los países en vías de desarrollo. «Por desgracia en muchos países es imposible el cuidado de los pacientes de sida debido a los altos costos de los medicamentos patentados», denunció.

Por eso, citó la carta del Papa que él mismo trajo a Nueva York en la que recuerda que «La Iglesia ha enseñado que hay una «hipoteca social» sobre toda propiedad privada, y que este concepto hay que aplicarlo a la «propiedad intelectual». La sola ley de la ganancia no puede ser aplicada a lo que es esencial en la lucha contra el hambre, la enfermedad y la pobreza».

Estrategia
El prelado concluyó su discurso asegurando el apoyo de la Santa Sede a los planes globales mundiales orientados a combatir la enfermedad y ofreciendo elementos decisivos para la adopción de una estrategia contra el sida.

Según el representante pontificio, la Santa Sede pide a todos los Gobiernos:

–aprovechar cabalmente el poder y la autoridad del Estado para hacer frente a la epidemia y en especial sugiere dedicar presupuestos suficientes para combatir este flagelo;

— incrementar la educación escolar y extra escolar de los valores de la vida, del amor y del sexo, así como insistir en la igualdad del hombre y la mujer;

–eliminar toda forma de discriminación de los enfermos de SIDA; apoyarlos espiritualmente; recomienda multiplicar los centros para su debida atención;

–informar y educar adecuadamente sobre el sida;

–invitar a una mayor participación de la sociedad civil en la lucha contra el sida;

–invitar a la gente de buena voluntad a comprometerse más en combatirlo;

–pedir a los países industrializados que, evitando toda forma de colonialismo, ayuden en esta campaña a los países que lo necesiten;

–erradicar la explotación sexual especialmente la ligada al turismo o a las migraciones;

–abaratar al máximo los medicamentos antiretrovirales para el sida;

–intensificar las campañas para evitar la transmisión materno infantil del mal;

–poner un especial cuidado en el tratamiento de los infectados y en la protección de los huérfanos del sida;

–y atender especialmente a los grupos sociales más vulnerables.

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ZENIT Staff

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