Los católicos orientales, testigos de paz

Declaraciones del cardenal Leonardo Sandri en el encuentro de la ROACO

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 23 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Es necesario llevar a cabo todo esfuerzo posible para que los cristianos sigan permaneciendo en Tierra Santa como testigos del Señor y promotores de la paz.

Así lo ha dicho en síntesis el cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, con ocasión de la 81 sesión de la ROACO (Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales), que ha tenido lugar este martes 23 de junio en Roma.

El encuentro, que se concluirá el próximo jueves 25 de junio, está centrado en la situación de los cristianos en Tierra Santa y Bulgaria, y en particular en el viaje apostólico llevado a cabo por Benedicto XVI desde el 8 al 15 de mayo pasados en Jordania, Israel y los Territorios Palestinos.

La ROACO es un comité nacido en el año 1968 que reúne a las agencias de todo el mundo dedicadas a apoyar financieramente a las comunidades católicas orientales en diversos sectores. Forman parte de él, por ejemplo, la Misión Pontificia para Palestina y numerosas agencias de Alemania, Francia, Suiza, Países Bajos y Austria.

En su intervención, según publica este miércoles «L’Osservatore Romano», el cardenal Sandri ha trazado un contexto caracterizado por una disminución de las donaciones, lo que se suma a la sensible reducción de ofertas de intenciones para la celebración de misas, que para muchos presbíteros orientales constituyen la única forma de subsistencia.

De la peregrinación del Papa a Tierra Santa, el purpurado ha subrayado la exhortación dirigida a los cristianos a quedarse como «piedras vivas allí donde todo habla del paso del Redentor».

«El Papa – dijo el purpurado a Radio Vaticano – llamado la atención sobre Tierra Santa de una forma muy específica a todos los católicos del mundo, a todos los cristianos. Por tanto nosotros queremos – a la luz de sus discursos – renovar una vez más el compromiso de cercanía y de solidaridad con nuestros hermanos que viven en la tierra del Señor».

Para ello, prosiguió, «es necesario que toda la Iglesia ponga en práctica una gran generosidad y caridad, para que todos estos hermanos nuestros, que hoy están por desgracia abandonando la tierra del Señor, permanezcan como testigos vivientes de Su paso en medio de nosotros».

Un testimonio de fe que es también promotor de la convivencia, porque «si está la palabra de Jesús, es decir, si hay cristianos – los cristianos son la palabra viviente de Jesús – ahí está la raíz de la paz», explicó.

«Jesús vino a nosotros como príncipe de la paz para traer la paz y a unir todo aquello que estaba dividido. Ha venido a derribar todos los muros que separan a los hombres».

Por su parte, el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Su Beatitud Fouad Twal, subrayó a los micrófonos de la emisora pontificia la importancia del «diálogo de vida» presente en el ámbito educativo: «Especialmente en Jordania y en Palestina, nosotros que vivimos con los musulmanes vemos que nuestras escuelas se convierten en lugares de diálogo, de vida, cuando los jóvenes juegan y estudian juntos».

«A través de los jóvenes – dijo – estamos en contacto con las familias musulmanas, esas mismas familias que vienen a nosotros con mucha confianza. Éste es el método más seguro para preparar – también después de veinte años- a las personas a conocerse, a respetarse, a amarse».

«La enseñanza ofrecida por la escuela católica no debe ser un fin en sí misma, sino un medio para transmitir nuestros valores de respeto, dignidad, diálogo a través de los jóvenes», precisó.

Entre las otras formas de ayudar a los jóvenes, indicó también el de construir o comprar viviendas para los cristianos: «estos esfuerzos sirven para limitar, frenar la emigración: muchas parejas jóvenes no pueden siquiera celebrar su matrimonio o crear una familia, porque no disponen siquiera de los medios para construir una casa».

«Nosotros, a través de la ayuda de estas organizaciones, podemos asegurar una vivienda para las parejas cristianas jóvenes – concluyó -. Este uno de los muchos medios para dar esperanza a los jóvenes y evitar o limitar el fenómeno de la emigración».

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ZENIT Staff

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