“Los creyentes deben ser protagonistas de la educación para la paz”

Intervención del cardenal Jean-Louis Tauran en el Meeting de Rimini

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RIMINI, jueves 28 de agosto de 2008 (ZENIT.org) “La religión es fuente de paz, entendida como fuente de la armonía divina”, y a pesar de ello subsiste la paradoja de que las religiones “dan miedo por las acciones de algunos creyentes que han traicionado a su propia fe”.

Así lo afirmó ayer el cardenal Jean -Louis Tauran, Presidente del Consejo Pontificio para el Dialogo Interreligioso, durante su intervención en el Meeting de Rímini.

El purpurado participó en una mesa redonda sobre Religión y paz, junto con el Ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, y el secretario de la Liga de los Estados Árabes, Amre Moussa.

«Las injusticias, las enfermedades, las guerras de todo tipo, no son una fatalidad, sino la consecuencia de nuestros egoísmos (personales y colectivos), de nuestra ignorancia, de nuestros errores no reconocidos, y de nuestra incapacidad de aprender de nuestras experiencias -positivas y negativas- del pasado”, añadió el purpurado.

Sobre el camino de reconciliación entre los pueblos, el cardenal afirmó que la solidaridad “es una prioridad”.

“¡No hay paz sin justicia! Todas las religiones invitan a sus seguidores a la compasión; un creyente no puede ser indiferente frente al hombre que sufre, o que es víctima de los más fuertes”, añadió.

El purpurado cree que se ha subestimado el patrimonio espiritual de la oración, que es común a los fieles de las distintas religiones.

“Los creyentes tenemos la misión de ser protagonistas de una verdadera y concreta ‘pedagogía de la paz’, o lo que es lo mismo: el primado de la persona humana sobre el Estado y sobre la organización económica de la sociedad, la especial atención a la justicia, el rechazo de la guerra como medio para resolver las cuestiones entre los Estados, y el primado del derecho sobre la violencia”, añadió.

En este sentido, el diálogo interreligioso, que se basa en el respeto de la identidad del otro, es una “tarea común de todos los fieles para mover a las conciencias, de forma que el hombre finalmente comprenda que no podemos ser felices unos sin los otros, y ciertamente, nunca unos contra otros”.

 

“Dios sigue diciendo a los hijos de Abraham: ‘no matarás’, ‘ama a tu prójimo como a tí mismo’, ‘tu religión no es auténtica si no deseas al otro lo mismo que deseas para tí mismo’”.

“La humanidad, especialmente los jóvenes, necesita escuchar este mensaje”, añadió.

(Por Mirko Testa)

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ZENIT Staff

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